Soneto abierto
Esta
paz ya es calvario, la patria ya no es
patria,
e
ya el cielo de los pueblos no se baña en el
río
n
Ya no
hay calor humano en la humilde cabaña
donde el fogón y Cristo agonizan de frío,
y
ni el pan llega a los hijos sin su ración de
lágrimas.
Esta
patria nos duele en la sangre, en los
huesos,
en las cenizas de los padres, en las cometas
de los nietos
y en la savia que huye escondida del sol.
Nos cambiaron la patria,
amigo presidente,
y, aunque no lo admitamos, ya comprende la
gente
que mientras perdonamos nos secuestran a
Dios.