Cero cuarenta

Los flancos incendiados

La espalda de tu cruz

CERO CUARENTA

es miedo la noche

                              un incendiario pensó que los ojos 

de dios habitan en la madera

tal vez llevaba el frío

                                      de recuerdo

en su cartera con otro rostro

y mató a la aurora

mientras dormía el odio

(De nacimientos y premuras)

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LOS FLANCOS INCENDIADOS

Perezosamente en la locura

coinciden mi exactitud,

y lo oscuro;

y lo oscuro, flotando

del desatino a la culpa,

del granito al sollozo

 enriquecido de los meses,

tanto disfrazado azufre,

 tanta madeja lenta

y el gozo es un vuelo,

un velo que concede el rastro

al ánimo fiel

de lo exacto. Femenina es

la caricia y la primavera,

la rosa o la colina

que desciende hasta lo oscuro,

donde , fría, ofreces

los flancos incendiados de tu cuerpo

 

¡tan certero!

 

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LA ESPALDA DE TU CRUZ

Creo en la sombra que se divierte,

en el álgebra de las palabras

o en la esencia asonante que dios

proyecta en mis arterias; una nota,

aquí, en la mesa

y la confianza idioma es

del que dispongo

o el singular deseo de aproximación

a tus caderas;

creo tu voz cuando me gritas,

en mi sombra creo y creo

a dios

bajo tu pubis, sobre tus senos, cuando

observo la cruz

de tu espalda con mis piernas.

 

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