LIVERPOOL
Sobre
vuestros curtidos rostros de paloma
endurecida,
sobre vuestras sonrisas de sal y
vino agrio, ya sobre los duros
cristales de la niebla,
está mi alma, están mis ojos,
amigos,
y sobre el último dolor de la
tierra,
y sobre el último dolor de mis
manos, tanteando el duro cemento de
una puerta vacía,
y sobre la última agonía de las
aguas está flotando mi corazón,
señores, mi corazón.
Por favor, abridme paso, dejadme
cruzar este túnel de plomo,
que quiero ser el primero en llegar
con mi sangre a los muelles de
Liverpool.
Amigos, vosotros que os perfiláis
como aletas de pescado
sobre las últimas esquinas de los
buques;
vosotros que de cada rincón saltáis
de una bodega a otra
como sapos de azufre ardiendo, como
tristes pezuñas de lagarto,
para husmear el rojo carbón de las
calderas,
para darle vida al hierro como al
alba le dais su fruto,
para darle aliento al agua que se
aleja para siempre de la tierra,
del polvo que tanto amáis tras unos
ojos,
decidme que puedo soñar en vuestros
rostros de ceniza
y en vuestras sucias calles de
alquitrán, y en vuestros hogares de
nata corrompida,
y echar la raíz de mi sangre como un
ancla sobre vuestras jurisdicciones
marítimas,
porque además de ser un hombre como
vosotros, soy un poeta,
y un poeta es un corazón más sobre
la niebla del mundo.
Por favor, abridme paso, que quiero
ser el primero en saludar con mi
sangre vuestras sonrisas de azufre,
vuestras mujeres de estopa. Por
favor, abridme paso.
(De Liverpool, 1949)