Soneto dedicado a la Milicia Nacional de Madrid
Yo vi a
Cristina en el solemne día
que cual Reina la ley del bien juraba,
donde senda de flores la guiaba,
y aura de bendiciones la seguía.
El beso
de Dione aparecía
en su boca gentil, si saludaba
al pueblo que por madre la aclamaba
y de amor homenage la ofrecía.
¡Salve,
y que el cielo en maldición confunda
al infractor del pacto soberano,
del trono y de la ley firme cimiento!
Entre la madre de Isabel Segunda
y el Presidente del honor
hispano,
un ángel escuchaba el juramento.
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