José
Valdivieso

 

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Serrana de mis deseos...

Letra

El hijo del mayoral...

Unos ojos bellos adoro, madre...

Serrana de mis deseos

herido de amor me avéis,

que aún me traigo las señales

en las manos y en los pies.

 Por vos, hermosa serrana,

a aquella tierra baxé

para ser lo que no era,

aunque sin dexar mi ser.

 Un jueves en una cena

tanto por vos me empeñé,

que se creyó, por ser tanto,

como una cosa de fe.

 A vuestras puertas clavado

ser muy hombre me mostré,

pues vencí vuestros contrarios

siendo solo y ellos tres.

 Abierto os traigo mi pecho

para que en él os entréis,

ved que está sin coraçón,

como no estáis vos en él.

 Como vos, serrana hermosa,

sois perdida por comer,

os traigo un plato cubierto

que puede comerle el Rey.

 Quiero una música daros,

pues que de galanes es.

Músicos de mi capilla,

decid como yo diré:

 «Pastora del alma,

escucha mi voz,

que a tu puerta en cuerpo

me tiene el amor.

 Hermosa como la luna

y escogida como el sol,

escucha mi voz.

 Con uno de tus cabellos

me has herido el corazón,

escucha mi voz.

 El Rey tienes a tus puertas

en traje de labrador,

escucha mi voz.

 Éntrame dentro y verás

que en mí vino a verte Dios,

escucha mi voz.

Pastora del alma,...

 Más noble soy que David,

más sabio que Salomón,

escucha mi voz.

 Más rico soy que Abraham

y más galán que Jacob,

escucha mi voz.

 Soy más que Absalón hermoso

y más fuerte que Sansón,

escucha mi voz.

 Que aquéstos fueron mi sombra,

pero yo solo el que soy,

escucha mi voz.

 Pastora del alma,...

 Ábreme, paloma mía,

y cenaremos los dos,

escucha mi voz.

 Pan y vino que en el cielo

nadie lo come mejor,

escucha mi voz.

 En mí te quedarás tú,

en ti me quedaré yo,

escucha mi voz.

 Dios soy, alma, y si me comes

serás lo mismo que soy,

escucha mi voz.

 Pastora del alma,

escucha mi voz,

que a tu puerta en cuerpo

me tiene el amor

 

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Letra

 La ingrata se duerme:

¡Si lo hace adrede!

 Un galán amante,

que de reyes viene,

liberal y hermoso,

discreto y valiente;

 que es tan gran señor,

que le sirven reyes,

y el que más le sirve

por mejor se tiene;

 que su vida y alma

a una ingrata ofrece,

que el alma y la vida

sabe que le debe;

 con vestido ajeno

a su calle viene,

házese dormida,

dize desta suerte:

 La ingrata se duerme,

¡si lo haze adrede!

 A la medianoche,

entre el yelo y nieve,

por verla la corte

me halló en un pesebre.

 Perdime por ella,

y ella injustamente,

por darme en los ojos,

por otro se pierde.

 Como por mi madre

soy muy su pariente,

y la sangre dizen

que sin fuego hierve,

 a buscarla vengo;

hablo a sus paredes,

duérmese la ingrata.

por no hablarme y verme.

 La ingrata se duerme,

¡si lo haze adrede!

 Quise que en mi plato

la mano metiese,

y dél alcanzasse

quanto bueno huviesse.

 Mas, el pan comido,

como decir suelen,

con nuevos agravios

trató de ofenderme.

 Siempre en perdonarla

fui manso y clemente,

porque desde niño

lo mamé en la leche.

 Mudóse y huyóse

donde, aunque lo advierte,

duerme a sueño suelto

sobre sus placeres.

 La ingrata se duerme,

¡si lo haze adrede!

 Diome por su causa

un sudor de muerte,

prendióme la ronda,

metióme en un brete.

 Vístenme de loco,

por loco me tienen,

porque mis amores

locuras parecen.

 Como a salteador

que en el campo prenden,

me ofrece saetas

con que me asaeteen.

 Pónenme en un palo,

de mí no se duele,

pues del otro lado

a dormir se vuelve.

 La ingrata se duerme,

¡si lo haze adrede!»

 

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El hijo del mayoral,

que hoy por amores se casa

con una serrana humilde,

que dizen que es su criada,

 en el tálamo de flores

de variedad rodeada,

le dice que es, aunque pobre,

querida como su alma.

 Los zagales que le sirven

pellicos de boda sacan,

agradecidos al pan

que comen siempre en su casa.

 Viendo que el novio la ha dado

joyas, patenas y sartas,

así, al son del caramillo,

alegremente la cantan:

 «Diole el novio a la desposada

corales y zarcillos y patena de plata."

 Los ricos zarcillos

que dio a su zagala

eran dos candados

de coral y nácar.

 Su llave es de cruz,

de temor las guardas,

de amor las armellas,

de fe las cerrajas.

 A los dos oídos

quiere que los traiga,

porque solamente

a su amor los abra.

 Diole el novio a la desposada

corales y zarcillos y patena de plata.

 De gotas de sangre

que el amor le saca,

pues dio por el pecho

la de sus entrañas,

 hizo de corales

una rica sarta,

que se la echó alegre

al cuello del alma.

 Una cruz le puso

con sangre esmaltada,

que, en vez de memorias

de su passión, traiga.

 Diole el novio a la desposada

corales y zarcillos y patena de plata.

 Diole una patena

de bruñida prata,

y en ella el Cordero

que San Juan señala.

 Patena que puede

en la igresia santa

ser del Cuerpos Christe

cuando le consagran.

Patena en que el cura,

con gusto y con gracia,

nos da el pan bendito

a la gente honrada.

 Diole el novio a la desposada

corales y çarcillos y patena de plata.

 

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Unos ojos bellos adoro, madre;

téngolos ausentes, verelos tarde.

 Unos ojos bellos

que son de paloma,

donde amor se asoma

a dar vida en ellos;

no hay, madre, sin vellos,

bien que no me falte;

 téngolos ausentes, verelos tarde.

 Son dignos de amar,

pues podéis creer

que no hay más qué ver

ni qué dessear;

hícelos llorar

y llorar me hazen;

 téngolos ausentes, verelos tarde.

 No sé qué me vi

quando los miré,

que en ellos me hallé

y en mí me perdí;

ya no vivo en mí

sino en ellos, madre;

téngolos ausentes,

verelos tarde.

 téngolos ausentes, verelos tarde.

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