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Serrana
de mis deseos... Letra El hijo del mayoral... |
herido de amor me avéis, que aún me traigo las señales en las manos y en los pies. Por vos, hermosa serrana, a aquella tierra baxé para ser lo que no era, aunque sin dexar mi ser. Un jueves en una cena tanto por vos me empeñé, que se creyó, por ser tanto, como una cosa de fe. A vuestras puertas clavado ser muy hombre me mostré, pues vencí vuestros contrarios siendo solo y ellos tres. Abierto os traigo mi pecho para que en él os entréis, ved que está sin coraçón, como no estáis vos en él. Como vos, serrana hermosa, sois perdida por comer, os traigo un plato cubierto que puede comerle el Rey. Quiero una música daros, pues que de galanes es. Músicos de mi capilla, decid como yo diré: «Pastora del alma, escucha mi voz, que a tu puerta en cuerpo me tiene el amor. Hermosa como la luna y escogida como el sol, escucha mi voz. Con uno de tus cabellos me has herido el corazón, escucha mi voz. El Rey tienes a tus puertas en traje de labrador, escucha mi voz. Éntrame dentro y verás que en mí vino a verte Dios, escucha mi voz. Pastora del alma,... Más noble soy que David, más sabio que Salomón, escucha mi voz. Más rico soy que Abraham y más galán que Jacob, escucha mi voz. Soy más que Absalón hermoso y más fuerte que Sansón, escucha mi voz. Que aquéstos fueron mi sombra, pero yo solo el que soy, escucha mi voz. Pastora del alma,... Ábreme, paloma mía, y cenaremos los dos, escucha mi voz. Pan y vino que en el cielo nadie lo come mejor, escucha mi voz. En mí te quedarás tú, en ti me quedaré yo, escucha mi voz. Dios soy, alma, y si me comes serás lo mismo que soy, escucha mi voz. Pastora del alma, escucha mi voz, que a tu puerta en cuerpo me tiene el amor.» |
La ingrata se duerme: ¡Si lo hace adrede! Un galán amante, que de reyes viene, liberal y hermoso, discreto y valiente; que es tan gran señor, que le sirven reyes, y el que más le sirve por mejor se tiene; que su vida y alma a una ingrata ofrece, que el alma y la vida sabe que le debe; con vestido ajeno a su calle viene, házese dormida, dize desta suerte: La ingrata se duerme, ¡si lo haze adrede! A la medianoche, entre el yelo y nieve, por verla la corte me halló en un pesebre. Perdime por ella, y ella injustamente, por darme en los ojos, por otro se pierde. Como por mi madre soy muy su pariente, y la sangre dizen que sin fuego hierve, a buscarla vengo; hablo a sus paredes, duérmese la ingrata. por no hablarme y verme. La ingrata se duerme, ¡si lo haze adrede! Quise que en mi plato la mano metiese, y dél alcanzasse quanto bueno huviesse. Mas, el pan comido, como decir suelen, con nuevos agravios trató de ofenderme. Siempre en perdonarla fui manso y clemente, porque desde niño lo mamé en la leche. Mudóse y huyóse donde, aunque lo advierte, duerme a sueño suelto sobre sus placeres. La ingrata se duerme, ¡si lo haze adrede! Diome por su causa un sudor de muerte, prendióme la ronda, metióme en un brete. Vístenme de loco, por loco me tienen, porque mis amores locuras parecen. Como a salteador que en el campo prenden, me ofrece saetas con que me asaeteen. Pónenme en un palo, de mí no se duele, pues del otro lado a dormir se vuelve. La ingrata se duerme, ¡si lo haze adrede!»
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que hoy por amores se casa con una serrana humilde, que dizen que es su criada, en el tálamo de flores de variedad rodeada, le dice que es, aunque pobre, querida como su alma. Los zagales que le sirven pellicos de boda sacan, agradecidos al pan que comen siempre en su casa. Viendo que el novio la ha dado joyas, patenas y sartas, así, al son del caramillo, alegremente la cantan: «Diole el novio a la desposada corales y zarcillos y patena de plata." Los ricos zarcillos que dio a su zagala eran dos candados de coral y nácar. Su llave es de cruz, de temor las guardas, de amor las armellas, de fe las cerrajas. A los dos oídos quiere que los traiga, porque solamente a su amor los abra. Diole el novio a la desposada corales y zarcillos y patena de plata. De gotas de sangre que el amor le saca, pues dio por el pecho la de sus entrañas, hizo de corales una rica sarta, que se la echó alegre al cuello del alma. Una cruz le puso con sangre esmaltada, que, en vez de memorias de su passión, traiga. Diole el novio a la desposada corales y zarcillos y patena de plata. Diole una patena de bruñida prata, y en ella el Cordero que San Juan señala. Patena que puede en la igresia santa ser del Cuerpos Christe cuando le consagran. Patena en que el cura, con gusto y con gracia, nos da el pan bendito a la gente honrada. Diole el novio a la desposada corales y çarcillos y patena de plata. |
Unos ojos bellos adoro, madre; téngolos ausentes, verelos tarde. Unos ojos bellos que son de paloma, donde amor se asoma a dar vida en ellos; no hay, madre, sin vellos, bien que no me falte; téngolos ausentes, verelos tarde. Son dignos de amar, pues podéis creer que no hay más qué ver ni qué dessear; hícelos llorar y llorar me hazen; téngolos ausentes, verelos tarde. No sé qué me vi quando los miré, que en ellos me hallé y en mí me perdí; ya no vivo en mí sino en ellos, madre; téngolos ausentes, verelos tarde. téngolos ausentes, verelos tarde. PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS DEDICADOS A LOS OJOS DE MUJER |