El donaire, la gala y la hermosura, conservada hasta hoy en la escultura del bronce, que aun el tiempo no envejece. Aquí de sus tocados y su pelo el gusto brilla, y luce su desvelo, aunque no le llevaban tan prendido como suelen las damas españolas, bien que algunas en forma de amapolas o castañas le daban fin airoso, otras suelto y tendido solo en una lazada detenido. El ornato encumbrado ignominioso, la jaulilla, ninguna usó, que fuera dejar lo augusto y parecer ramera, solo la usó la infame Mesalina, cuando en traje mentido se destina al publico lugar de la torpeza, profanando insolente su belleza, donde quedó cansada, pero de su apetito no saciada. Nadie, Claudio, envidiar podrá tu suerte pues a tu vida y a tu honor dan muerte las dos mujeres que te dio Lucina. Con su muerte pagó su atrevimiento Mesalina, y también será escarmiento de anhelar a la púrpura, Agripina. PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS SOBRE PERSONAJES HISTÓRICOS |
Que si a Nerón vio César, fue su ruina, para dejar ejemplo a las edades que a quien mata cruel, vengan crueldades. Las medallas, en donde resplandecen los renombres antiguos que ennoblecen no solo de la España las ciudades, sino de varios climas, se le ofrecen a la vista, por orden divididas, y en poco mapa muchas esparcidas. Deduce la colonia el sacerdote conduciendo los bueyes, porque después de las romanas leyes sea feliz traslado; lleva la izquierda mano en el arado, y en la siniestra cruje el duro azote, señala el surco, erígense los muros para vivir en la ciudad seguros. Su dictamen prudente, en curiosa mansión, si bien diferente, colocó las católicas medallas, porque el celo cristiano no diga que lo sacro y lo profano está promiscuamente mezclado entre romanas antiguallas; pero la discreción siempre se libra del que Aristarco se fingió elocuente. |
¿Para qué miras, Lice, en el espejo esa color vecina a ser difunta? Pues cuando respondiere a tu pregunta, la que lisonja fue, será consejo: Dirá que tu pintura es ya bosquejo, que el un extremo con el otro junta: que ya tu vista flechas no despunta; que el traje es nuevo, y el ultraje viejo: Yo sé que ayer al tiempo de mirarte te dijo (aunque tus lágrimas le sienten), cansado su cristal de aconsejarte, Tus industrias es fuerza que te afrenten; pues dicen, cuando más trabaja el arte, verdad los años, y las canas mienten. |
Vivos al tiempo, que acabó su mano, deshechas torres y asolados muros; de nueva injuria vivirán seguros los cielos y el poder del africano. Tu nombre (¡oh gran Sagunto!) en este llano conserva la piedad, no en bronces duros, sino en ruinas y en ejemplos puros del honor propio y del amor romano. Firmeza y cuerpo ofrezco a tu memoria, si la igualdad honrosa de fortunas de tenerme a su lado no se afrenta. Y si pretende lágrimas tu gloria, tanto lastima quien su agravio cuenta, como teatros, arcos y colunas. |
Ninfas del Tajo, que en quietud serena, y en techos de cristal vivis ociosas, ciñendo las madejas de oro hermosas del oro mismo, que engendró su arena. Así de Cuenca en agradable vena, la sierra por sus márgenes frondosas, os deje siempre habitación de rosas, y rompa de los hielos la cadena. Que acompañéis los fúnebres altares del Apolo español, que venerado será del justo honor a que os provoco. No remitais el llanto a Manzanares, porque el común dolor tendrá burlado de poco río, sentimiento poco. |