Juan Barja

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La palabra está hecha nombre, numerable
Hamlet
Furia de mi cuerpo me desata
Encendido en la sed como el olivo
Entro en el bosque soñando
Sobre el silencio de un largo adiós

La  palabra hecha nombre, numerable

objeto de mi acción, cuando conjugo

en presente si digo: soy, temblando

en el más impreciso indicativo.

Atributo del ser, nada, substancia

vacía, estructura de mi hueco,

aparente progreso de unos nombres

que no son sino cifra de mi muerte.

¡Completa la oración! Plegaria, ritmo,

disfraz de dos cabezas, inservible

simulacro de voz, agua sedienta.

Y así seguir jugando, conjugando,

fingiendo no saber, diciendo solo:

cero soy, nada  fui, no seré, punto.

(EL FUEGO Y LA CENIZA. )

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HAMLET

A veces cuanto hago se hace gesto

y el gesto se hace acto en el poema

y el poema palabra que es dilema,

ambigua decisión y libre impuesto.

Entonces me pregunto y no contesto

o suelo contestar a otro problema;

a menudo resuelvo un mismo tema

preguntando lo mismo que he propuesto.

A veces me respondo sin dudarlo,

a veces ni me atrevo a plantearlo

y aún otras me planteo y no respondo.

Así voy sin saber si voy o vengo,

si me caigo o si subo o si mantengo

mi equilibrio: abierto aunque redondo.

 

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Furia de amor mi cuerpo me desata

en un intento ardiente de besarte;

tu alma es tu pasión, tu cuerpo un arte;

un espejo de dos que es oro y plata.

Nuestro empuje barreras desbarata.

Boca a boca respiro; y al besarte

ardo en la oscura noche, Venus, Marte,

fuego de dos que soledades mata.

Dos armazones nos resumen uno;

dos alas y una sola arquitectura;

lazo de amor más fuerte que ninguno.

Signa el pacto, mujer, tu dentadura.

Mi sangre con tu sangre la reúno.

 

Tu corazón al viento en mi figura.

 

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Encendido en la sed, como el olivo

de plata breve y de metal inciso,

de escueta densidad, como el aliso

de leve flujo manantial esquivo.

Vigilante y fugaz, así el altivo

ciprés de oscura luz, en el preciso

cuchillo de su forma o ya sumiso

demorado laurel si aroma vivo.

Incendiado en el fruto, ya asediado

de espiga y densidad, entre el centeno

y el líquido jazmín, paloma impía.

Coronada de plata y, coronado

de ortigas y rosas, padre cieno

de azúcar vegetal, que se rendía.

(Sonetos materiales)

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.Entró en el bosque soñando.

Sobre la luz de las frondas

filos y voces de cuajo.

Cuarzos y voces. El hacha

sobre la luz de las hojas

segando nubes y ramas.

Salió del bosque. En las sombras

hojas y ojos que llora.

Desnudo el bosque. Soñaba

ojos y hojas que sangran.

*   *   *

Sobre el silencio

de un largo adiós

las bocas callan, los ojos no.

Entre dos sueños canta una voz:

"Lugar de la luna,

lugar del sol".

       (Mínima voz)

 

 

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