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Leopoldo Panero

Hijo mío

Cántico

Por donde van las águilas

HIJO MÍO

 Desde mi vieja orilla, desde la fe que siento,

hacia la luz primera que torna el alma pura,

voy contigo, hijo mío, por el camino lento

de este amor que me crece como mansa locura.

 Voy contigo, hijo mío, frenesí soñoliento

de mi carne, palabra de mi callada hondura,

música que alguien pulsa no se dónde, en el viento,

no sé dónde, hijo mío, desde mi orilla oscura.

 Voy, me llevas, se torna crédula mi mirada,

me empujas levemente (ya casi siento el frío);

me invitas a la sombra que se hunde a mi pisada,

me arrastras de la mano... Y en tu ignorancia fío,

y a tu amor me abandono sin que me quede nada,

terriblemente solo, no sé dónde, hijo mío.

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       CÁNTICO

 Es verdad tu hermosura. Es verdad. ¡Cómo entra

la luz al corazón! ¡Cómo aspira tu aroma

de tierra en primavera el alma que te encuentra!

Es verdad. Tu piel tiene, penumbra de paloma.

 Tus ojos tienen toda la dulzura que existe.

Como un ave remota sobre el mar tu alma vuela.

Es más verdad lo diáfano desde que tú naciste.

Es verdad. Tu piel tiene costumbre de gacela.

 Es verdad que la tierra es hermosa y que canta

el ruiseñor. La noche es más alta en tu frente.

Tu voz es la encendida mudez de tu garganta.

Tu palabra es tan honda que apenas si se siente.

 Es verdad el milagro. Todo cuanto ha nacido

descifra en tu hermosura su nombre verdadero..

Tu cansancio es espíritu, y un proyecto de olvido

silencioso y viviente, como todo sendero.

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 POR DONDE VAN LAS ÁGUILAS

 Una luz vehemente y oscura, de tormenta,

flota sobre las cumbres del alto Guadarrama,

por donde van las águilas. La tarde baja, lenta,

por los senderos verdes, calientes de retama.

 Entre las piedras brilla la lumbre soñolienta

del sol oculto y frío. La luz, de rama en rama,

como el vuelo de un pájaro, tras la sombra se ahuyenta.

Bruscamente, el silencio crece como una llama.

 Tengo miedo. Levanto los ojos. Dios azota

mi corazón. El vaho de la nieve se enfría

lo mismo que un recuerdo. Sobre los montes flota

 la paz, y el alma sueña su propia lejanía.

Una luz vehemente desde mi sueño brota

hacia el amor. La tarde duerme a mis pies, sombría..

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