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Lina Zerón 

Tomemos café

Mi palabra

Cortesana

adirte a mi piel

En el desnudo mar

Tomemos café

Ah.
Y ahora dices que me amas,
ahora que como tela de araña
de la cara el pellejo te cuelga,
que el magnífico color de tus ojos
ahora lo enmarcan un par de cadavéricas cuencas
y tu vanidad de macho viste de luto.
Ah,
ahora me amas como el primer día,
hoy que dejaste de ser el más codiciado,
la nota principal en todos los diarios,
hoy que famélica se encuentra tu billetera
y se agotó la cosecha de rubias y trigueñas.
Bien,
te agradezco decir que soy todo en tu vida
_ todo lo que te queda _.
Tus días dejaste bordados en decenas de almohadas
y los billetes verdes, los grandes,
repartidos en muchas bocas color ambición.
Pero ven, tomemos una taza de café,
noto cuánta falta te hace.
Hoy tienes mal semblante,
hueles a abandono,
a gripe ¿o será a viejo?
Pasa,
ahora la sala principal es la cocina,
mi refugio preferido en tantas noches de espera
las otras habitaciones ya tienen polilla
y han olvidado sonreír las puertas.
Acércate,
toma asiento en la que siempre fue tu silla
aún sin sentir el peso de tu cuerpo.
Alégrate, hoy tenemos visitas,
llegaron aquellos niños que no sabes ni cuándo
dejaron de serlo;
una trae consigo al primer nieto
el otro, como tú, es un gran ejecutivo
al que casi nunca veo.
Aprovecha este día y diles cuánto los quieres
tanto como me quieres hoy a mí.
 

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Mi palabra

Creo en Tonacatecuhtli padre de todos los dioses,
de Quetzalcóatl y Huitzilopochtli
que hicieron el fuego
y medio sol para que tan grande astro
deslumbrarnos no pudiera.
A ellos que hicieron a Uxumuco, y a Cipastonal;
dualidad para labrar la primigenia tierra él
y ella para tejer e hilar nuestro destino.
Creo en los macehuales nacidos de ellos,
cultivaron el maíz los hombres
para donarlo a las mujeres
y hechiceras fueran
y sanar pudieran
y adivinar nuestro incierto futuro
partido en dieciocho meses de veinte días.
Creo en Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl,
marido y mujer,
de los avernos dioses,
dualidad que equilibró el universo azteca.
Creo en Cipactly,
caimán de donde extrajeron la tierra.
Mitos y poesía están de testigos
de la dualidad como principio esencial
de nuestro mundo mexica.
A los dioses que tejieron mis raíces en el agua,
que agricultores de mi origen fueron
al maíz que alimentó la primera raza,
con ellos tengo comprometida mi palabra.

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Cortesana

Soy la mujer que duerme en la jaula con los leones
al ponerse el sol.
Carne cruda como de sus pestilentes fauces
lamo sus recovecos denigrantes
y sin importarles,
prueban cada mes mi sangre.
Me he dejado ultrajar por conveniencia,
soy mansa por una retribución,
Abro mis posiciones
para conseguir prodigios mayores,
mejores pagas.
Todas las noches meto al sol en mi cama
y caliento deshilachados cuerpos.
A veces suplico ternura desde el fondo de mi alma,
desde el encierro de mi jaula
repleta de vacíos inconmensurables,
pero ellos no escuchan.
El mundo me desprecia,
yo lo ignoro.
Vivo para alimentar a las bestias
con mi carne,
soy libre de volar si quisiera,
de escapar,
mas no tengo a donde ir...
Pertenezco a esta jaula.

 

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Añadirte a mi piel
Quiero hervirte
en el centro de mis suspiros,
desgreñar tus ansias en mi ansiosa piel,
y encender piras infinitas
en la avenida de mis piernas
para guiar tu clavel por mi noche.
Desmadejar tus besos con mis besos,
en la flor de mi naranjo adormecer tu sed.
Sentir en mi elástico triángulo
azules bocanadas
y convertirte en amaranto ocaso,
para deleitarme con tu espuma,
para echar anclas,
para perseguir gaviotas,
para morir en ti.
 

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En el desnudo mar
Duermo en la ondulación de tu cuerpo.
Besándote despierto y besándote duermo.
Sueño con el mar desnudo de tu piel.
Desnuda duermo para tenerte en mí desnudo.
Te visto con el calor de mis labios
y mi tibia boca te desviste.
Mis ojos brillan como el viento
que sostiene a los pájaros
que hoy por ti se desgajan.
Con frescura de campo mis labios muerdes,
a la orilla de un río sofocas mis calores.
Tu fuego cultiva gardenias en mis muslos
y salvaje te ofrezco mis senos
para en ellos colmes tus delirios.
En tu espada de hierro vivo
y como mariposa de tu hechizo
palpitante
al fuego vuelo.
Calor de mi cuerpo develan tus manos,
siento los dedos de tu estruendosa lengua
mi vientre saturado de rocío.
Y entonces te beso.
Te beso y te digo amor
con el entrecortado respirar de mi pecho.

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