El olvido recuerdo
Luna Platónica |
EL OLVIDO RECUERDO Y VICEVERSA Entre las muchas cosas en que mi olvido medra no estás tú, laboriosa y oscura ciudad corroída del humo. Escorias y algas te reconstruyen en un remiso amanecer continuo. Mas la memoria permanece informe mientras yo no la toco; que yo quiero el recuerdo en su tiempo y no en el mío. El tiempo mío es verdad y se debe a la muerte. ¿Dónde ya los pataches que dejé en plenitud de arboladura? Fue un triste otoño el suyo: eran los últimos caballos de la fuga de aquel mundo. En la memoria flotan llevando aquellos días en sus bodegas, vienen hacia mí sin esperar jamás el abordaje. Inmensas arpas frente al sol temeroso, siguen sonando, salvadas del ocio fatal y empapan el reseco aire de ahora con su viejo salitre. Aún recuerdo mi luz de amanecer y soy el dique gris, la ensenada sombría cruzada largamente de gaviotas. Si aquella muerte os dieron los días del recuerdo resucitáis en esta realidad que os deparo. Mis manos tienen fecha y envejecen la luz. Todo sigue con riesgo de perderse pero aquí estáis: Os reconozco. Vais a dejar la carga más atrás salvado el arrecife de los ojos (que asoma en vuestras aguas hoy crecidas). A carbonear de amanecida y encender vuestras lámparas gigantes y amarillas en la parte de sombra que aún resiste, mientras al fondo —como en un establo espesos bueyes dóciles—, se mecen los colmados madereros. Todo está como estaba. Sólo yo convencional, jugando con ventaja devuelvo el tiempo al tiempo y escondiendo la muerte por mis manos salvo audaz la partida. |
En lo alto, el cristal, invisible, perfecto donde hasta el sol se equivoca y tropieza. Y la mano de plinto le sirve. Por la mano se acerca la tierra hecha sueño de hombre a través de la sangre vivida. y revienta en la espuma con que ahora brindamos: La pleamar, el final de la oscura marea. Encontrar superficie, salir. Libertad, soledad. La experiencia siempre inocente, siempre limpia es el límite, flor siempre abierta en la gracia ideal del espíritu cristal sobre el que hiere la luz su presencia.
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Breves lapsos de tiempo se atesoran en la estable marea de la vida, cuando no trunca el río su crecida hacia esas aguas que lo enamoran. Es una ola el lugar de la partida donde juegan aquellos que se ignoran, y con puños la espuma rememoran como dados que ciernen una herida. Camino del océano va luna, desprendida la noche de su amante, iluminando a muerte y a locura. Sin entrañas, sin sangre, sin ventura y con el porvenir espeluznante transita en cada mar hacia la cuna. PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS DEDICADOS A LA LUNA |
PLATÓNICA |