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Canción I

Canción II

Canción III

Si a tanto llega el dolor...

Cancíón I

Ojos que cuesta el reposo
volver á mirar con ellos,
mas valiera no tenellos.
Ojos que saben prenderme,
pero nunca rescatarme,
osados á aventurarme,
cobardes á socorrerme;
pues no estiman el perderme,
en el menor gusto dellos
mas valiera no tenellos.
Ojos de tan malas mañas
que estando por veladores
dan paso como traidores
a las banderas extrañas
hasta las mismas entrañas,
que en llanto salen por ellos,
mas valiera no tenellos.

Ojos con quien miro y veo,
que aquí consiste mi daño,
y si dicen que me engaño
muero y digo que lo creo,
pues llevan tras el deseo
la razon por los cabellos,
mas valiera no tenellos.
Ojos que cuanto se piensa,
en los males que se ofrecen
por su deleite escarnecen
sin dar otra recompensa;
pues recibe el alma ofensa
si quiero vengarme dellos,
mas valiera no tenellos.

 

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Canción II

Pastora, tus ojos bellos
mi cielo puedo llamallos,
pues en llegando a mirallos,
se me pasa el alma a ellos.

Ojos cuya perfección
desprecia humanos despojos,
los ojos los llamen ojos,
qu´el alma sabe quién son.

Pastora, la fuerza dellos
por espejo hace estimallos,
pues viene junto el mirallos
y el pasarse el alma a ellos.

Muchas cosas dan señal
desta verdad sin recelo:
que tus ojos son del cielo
y su poder celestial.

Pastora, pues solo vellos
fuerza el corazón a amallos,
y la gloria de mirallos,
a pasarse el alma a ellos.

 

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Canción III

Si tanto gana, pastora,
quien mira tus ojos bellos,
¿qué hara el mirado dellos?
Entre mirarse y mirar
la ventaja es conocida,
como de buscar la vida,
a venir ella á buscar.
No le queda que hallar
a aquel que merece vellos,
sino ser mirado dellos.
Aunque en su luz sin igual
no puede haber competencia,
por oficio hay diferencia
de mas, y menos caudal;
que si el medio principal
del deseo es conocellos,
el fin ser mirado dellos.

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Si á tanto llega el dolor
de sospechas y recelos,
no le llame nadie celos
sino rabia del amor.
Dolor que siempre está verde,
aunque vos mas no os sequeis,
y adonde quiera que esteis,
veis presente á quien os muerte:
mal que para su rigor
se conjurar hoy los cielos,
no le llame nadie celos
sino rabia del amor.
Pues derriba una sospecha
la vida mas poderosa,
y una presunción celos
deja una gloria deshecha,
y á fuerza de su furor
se aborrecen los consuelos,
no le llame nadie celos
sino rabia del amor.
No valen fuerzas ni mañas
contra mal tan inhumano,
porque el hambriento gusano
que se ceba en las entrañas
alli vierte á su sabor
sus centellas y sus hielos,
no le llame nadie celos
sino rabia del amor.
Si de este diente tocado
debe un corazon rabiar,
nadie lo podrá juzgar
sino aquel que lo ha probado.
Yo que en medio del favor
gusté tan enormes duelos,
no le llame nadie celos
sino rabia del amor.

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