Luis Rosales

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La última luz

Lo que no se recuerda

  LA ÚLTIMA LUZ

Eres de cielo hacia la tarde, tienes

ya dorada la luz en las pupilas,

como un poco de nieve atardeciendo

que sabe que atardece,

                        y yo querría

cegar del corazón, cegar de verte

cayendo hacia ti misma,

cayendo hacia avanzar, como la noche

ciega de amor el bosque en que camina

de copa en copa, cada vez más alta,

hasta la rama isleña sonreída

por la postrera luz,

                    ¡y se que avanzas

porque avanza la noche y que iluminas

tres hojas solas en el bosque!

                               y pienso

que la sombra te hará clara y distinta,

que todo el sol del mundo en ti descansa:

¡en ti, la retrasada, la encendida

rama del corazón en la que aún tiembla

la luz, sin sol, donde se cumple el día!

 

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LO QUE NO SE RECUERDA

Para volver a ser dichosos, era

solamente preciso el puro acierto

de recordar... Buscábamos

dentro del corazón nuestro recuerdo.

Quizás no tiene historia la alegría.

Mirándonos adentro

callábamos los dos. Tus ojos eran

como un rebaño quieto

que agrupa su temblor bajo la sombra

del álamo...El silencio

pudo más que el esfuerzo. Atardecía,

para siempre en el cielo.

No pudimos volver a recordarlo.

La brisa era en el mar un niño ciego.

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