Las piedras
Asoman la cabeza por el
solar vecino.
Firmes, severas, grandes, manchadas por el liquen,
con la piel arrugada: grises, pardas, oscuras,
y el amarillo sucio del liquen por arriba.
Como peces cansados que
el mar nos abandona.
Como ballenas tristes en la playa lejana.
Rocas color de tiempo, sacando por el barro
sus cabezas sin ojos, su dura piel manchada.
Las lluvias del verano
les cambian los colores,
oscurecen las rosas, avivan los azules,
hacen cantar los verdes eléctricos del musgo,
ennegrecen la tierran, la perfuman, la esponjan.
Ya a veces a su sombra
se sientan los mendigos,
o cabalgan los niños sus lomos deformados.
Siguen erguidas, tensas, sacando la cabeza
con su piel arrugada, mas sin abrir los ojos |