El mundo lleno de ojos: relámpagos cintilan en la noche o parpadean en la luz. Algunos ven hacia adentro o a ninguna parte. Otros nada más matan. Mi casa, una celda de ojos; soy letra de bolero resistente al olvido. El que habita tus ojos navega diminutos mares, cultiva jardines bonsai, construye ciudades invisibles.
Si un día te marchas extrañaré las niñas de tus ojos.
No sé si los hojos tienen ojas o ijos; haré un collar con ellos; quizá prepare una sopa de ojos. Del amor hablaremos mañana.



Juan Manuel Roca

Recíclalos, pásales
las llantas de un auto, arrójalos por la
ventana de un avión. Ofértalos, instala
una fábrica de collares, sazónalos con
lágrimas del cielo. Arráncatelos, qué se
marchen con un poco de piel (corazón o
memoria). Que se desangren y mueran en
la raya llenos de moscas. Olvídalos,
expúlsalos de tu bestiario,
desinféctalos, despójalos de su
inoportuna melancolía. No te engañes,
como las costras, nada de su piel
exterior vale la pena. Desrecuérdalos,
atígralos y jáulalos. Que vuelvan a
nacer en su espiral de nada desde el
árbol de las preguntas.