En los atardeceres
cuando los soles sin piedad se desvanecen,
cuando la brisa se instala en el recuerdo
y los espejos saben que su hora ha llegado,
dibujo con mis manos tu mirada.
Nunca tus ojos me amaron como el aire,
nunca tus labios.
Tu piel como praderas
donde azules los ríos se contemplan,
nunca tu cuerpo todo.
En los atardeceres
tu mirada es un cazador solitario
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