María Lapachet

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Girls rooms

Camino de su apartamento en un taxi

Comiendo patatas fritas camino de su terapia

 

Girls Room.

Un viernes cualquiera.

Se me acerca en la pista de baile.

Moviendo su culo contra el mío,

se da la vuelta y me pregunta

si puede invitarme a una copa.

Le digo que tomaré un tequila sunrise.

Me pregunta de dónde soy. Me habla

en un español matao para contarme

que acaba de volver de Perú.

Pegándole un sorbo a su copa

_ Red Bull con vodka_-

le digo que podemos hablar en inglés.

Dice que vive a la vuelta de la esquina

y hará que me corra en cualquier idioma.

Al fondo, Cyndi Lauper canta

Girls just wanna have fun pero yo escucho:

Esta americana va a hacer que tu coño se humedezca.

Vive el momento. That’s all you really want.

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Camino de su apartamento en un taxi,

me muerdo el labio al pensar en ella

tirándome contra la pared, levantándome

para que mis piernas descansen en sus hombros,

lamiendo mi clítoris y agarrándome mientras

mi cabeza casi roza el techo. Me abre la puerta del taxi,

me ayuda a salir y me escolta hasta su edificio.

Entramos en su apartamento, la agarro del cinturón

y le abro los botones de la bragueta. Su polla sale disparada.

Enorme y dura, encuentra el camino a mi coño,

rozando su cabeza mis labios y clítoris antes

de que pueda ponerme encima. Me sostiene,

apretándome contra la pared, follándome despacio al principio,

cada vez más rápido y profundo después.

Me folla con tal ímpetu que pego cabezazos contra la pared.

De pie, con una de mis piernas sobre sus hombros, me da la vuelta.

Me folla por detrás agarrándome del pelo con un puño

y acercando la otra mano para acariciar mi coño,

apretándome el clítoris mientras me penetra cada vez

con más intensidad hasta que todo empieza a estallar.

Le muerdo. No puedo dejar de morderle el cuello

mientras gimo. Grito. Me corro con su polla

bien dentro de mí, rompiéndome…

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Comiendo patatas fritas camino de su terapia

me llama para decirme que está pensando en mí.

No hace ni diez días que volvió con su novia

– sin que pasara nada entre nosotras –

y ya me está llamando como una perra en celo.

Dice que echa de menos hablar conmigo,

que la excito, que no puede dejar de pensar en mí.

Mis pezones se ponen duros en cuanto oigo su voz.

Mis bragas naranjas se humedecen en dos segundos.

Quiero decirle que pase de lo que diga la gente.

Que le den a tu terapeuta. Que le den a tu novia.

Que le den a tus obligaciones. Vente.

No esperes a mañana o pasado mañana.

Cógete tres días, conduce hasta mi hotel

y fóllame viva como deseamos. No cabe duda.

Las dos estamos deseándolo. Fóllame duro.

Fóllame hasta que te pida que pares.

Ella sigue hablando. Yo intento

que crea que no le presto atención.

Le digo que me olvide,

que hable con su terapeuta,

que se centre en su novia

y que sea feliz.

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