MARIANO MELGAR

ÍNDICE

Yaravi

Soneto a Silvia

A vos, deidad amable...

El cantero y el asno

YARAVI

¡Ay, amor!, dulce veneno,
ay, tema de mi delirio,
solicitado martirio
y de todos males lleno.

¡Ay, amor! lleno de insultos,
centro de angustias mortales,
donde los bienes son males
y los placeres tumultos.

¡Ay, amor! ladrón casero
de la quietud más estable.
¡Ay, amor, falso y mudable!
¡Ay, que por causa muero!

¡Ay, amor! glorioso infierno
y de infernales injurias,
león de celosas furias,
disfrazado de cordero.

¡Ay, amor!, pero ¿qué digo,
que conociendo quién eres,
abandonando placeres.
soy yo quien a ti te sigo?

 

ir al índice

Soneto a Silvia

Bien puede el mundo entero conjurarse
contra mi dulce amor y mi ternura,
y el odio infame y tiranía dura
de todo su rigor contra mí armarse;

Bien puede el tiempo rápido cebarse
en la gracia y primor de su hermosura,
para que cual si fuese llama impura
pueda el fuego de amor en mí acabarse;

Bien puede en fin la suerte vacilante,
que eleva, abate, ensalza y atropella,
alzarme o abatirme en un instante;

que al mundo, al tiempo y a mi varia estrella,
más fino cada vez y más constante,
les diré: «Silvia es mía y yo soy de ella.»

 

ir al índice

A vos, deidad amable,
a vos, a quien mis ojos
no cesan de mirar;
a vos, por quien mi pecho,
rendido a vuestras aras,
se siente palpitar.
A vos, a quien consagro
un corazón de fuego;
a vos, que al verte luego
no ceso de adorar.
A vos, retrato de amor,
compendio de perfecciones
hermosa singular;
a vos, a quien ya no pudo
más belleza y atractivos
Naturaleza obsequiar.
A vos, deliciosa Venus,
prodigio a quien el pincel
jamás podrá dibujar;
porque al amor sólo es dado
a vuestra hechicera imagen
En mi pecho retratar.
En fin, a vos, como a dueño,
como a mi primer amor,
te juro sacrificar
un alma, que te idolatra,
con el amor más sagrado
que puedas imaginar.
A vos, a quien consagragro
un corazón de fuego;
a vos, que al verte luego
no ceso de adorar.

ir al índice

 

Nos dicen ciertas gentes

que es incapaz el indio;

yo voy a contestarles

con este cuentecito.

Baja una mañana

un cantero rollizo

repartiendo y lanzando

latigazos a gritos

sobre su infeliz tropa

de cargados borricos.

"¡Qué demonio de brutos!

¡Qué pachorra! ...me indigno!

Los caballos son otros,

tienen viveza y brío;

pero a estos no los mueve

ni el rigor más activo".

Así clamaba el hombre;

mas volviendo el hocico

el más martagón de ellos

en buena paz le dijo:

"¡Tras cuernos, palos! ¡Vaya!

nos tienes mal comidos

siempre bajo la carga,

¿y exiges así brío?

¿Y con azote y palo

pretendes conducirnos?

¿Y aún nos culpas de lerdos

estando en ti el motivo?

Con comida y sin carga,

como se ve el rocino,

aprendiéramos luego

sus corbetas y brincos;

pero mientras subsista

nuestro infeliz destino,

¡bestia el que se alentara!

lluevan azotes: lindo;

sorna y cachaza y vamos,

para esto hemos nacido".

Un indio, si pudiera,

¿no dijera lo mismo?

PULSA AQUÍ PARA LELER FÁBULAS DE OTROS POETAS

ir al índice

 

IR AL ÍNDICE GENERAL