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Mateo Rosas
de Oquendo

 

 

Soneto

A doña Blanca de Guzmán

Romance en lengua de indio mexicano

tira a las cosas que pasan en Perú...

tira que hizo un galán a una dama criolla...

Soneto a Lima de Perú

Soneto

Decid los que tratáis de agricultura:

en este valle umbroso y desabrido,

¿qué fruto del deleite habéis tenido

que no se os torne luego en amargura?

Del gusto y del regalo y la dulzura,

¿qué espigas y qué grano habéis cogido

que no salga nublado y revenido

del silo de la triste sepultura?

Del mal terreno y mala sementera,

¿qué se puede segar, sino sospecha,

disgusto, confusión, remordimiento?

El alma siente ya desde la era

cómo ha de baratar de la cosecha

agosto seco de eternal tormento.

 

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A doña Blanca de Guzmán

Cabellos, ¡oh cabellos de oro fino!

lúcida frente y ojos celestiales,

nariz hermosa, labios divinales

dientes de aljófar, cuello cristalino.

El pecho de marfil adamantino,

con dos preciosas perlas orientales:

juntáronse a las perlas los corales,

salió desto compuesto un ser divino.

Sobró a sus partes tanto la mixtura,

quiso mostrarse así naturaleza

tan larga, liberal, pródiga y franca,

que el ser, la discreción, la hermosura,

la gracia y el saber, la gentileza

y todo lo demás, vale una blanca.

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 Romance en lengua de indio mexicano

Cada noche que amanece
quanto saco mi biscucho
las presco piento poscando.
Onas pillacas latrones
que me lo estaban mirando
que me bay tieso con dieso
mi carañona poscando.
Alcon diable se lo dijo
como me estaba pupado,
me rompieron mi poxento,
serradura con candado:
Y ortado mis callos tres
que un año que me a criado
para ir mi copempernasion
do estado mi marquesado.
Quanto tomo esporision
lo an de comer mis pasallo
questo mi primo el marques
tenemos ya gonguistado.
Y todos los pisorrey
la provision me lo han dado
qui todo el corregidor
por mi mano an de pasado.
Y me ponga orca y cuchillo
para que pien castagado
estén todas los pillacos
que mi mantado no aco.
Si ai las cojo los latrones
que an ortado los mis callos
por vida de Don Felipe
se sas tripa de sacallo.
Que aunque sea hecho chismole
yo conosere mis callos,
que ono permejo es,
otro como rosio blanco.
La otro mi callo es prieto,
so cabes colorado,
que mi sorrado ocho dias
para mercar estas callo.
Ya no lo tengo remedio,
no es pueno si me a horcado
mas pale tenco pasiencia
qui a diablo se lo ha llevado.
Yo me ire en el probisor
y ante ella me querellado,
para que me paporesca
condra dodos los culpados.
Y me manta dar so carta
para que descomulgado
estén los pillacos todos
que comido de mis callos.
Yo no cate la deguela
apagado con agua de jarro,
porque su almina lo lleve
con el infierno del diablo.
Y estos billacas parsande
que mi sacado al tabrado
no ay respeto a la bersona
que dicen yo soy Don Pablo.
Y mi mujer Polonilla
que es una santa cristiano,
que quando se va a la misa
lleva rosario en la mano.
Luego se puelpe a su casa
mi comita aderesando,
y pajando su miscueso
zas ijo esta totrinando.
Tanto tiene atreviemiento
que ya me tiene afrendando,
no hay justicia de la dierra
que lo orque estas pillacos.
O, joro a quien me pario
y por vida de Don Pablo,
que su cabesa y miscueso
la horca a destar clabado.

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Sátira   a las cosas que pasan en el Perú año de 1598
S
epan cuantos esta carta
de declaraciones graves
y descargos de consiencia
vienen, como el otorgante
Mateo Rosas de Oquendo,
que otro tiempo fue Juan Sanches,
vecino de Tucumán
donde oí un curso de mies
y aprendí nigromancia
para alcanzar cosas grandes,
puesto ya el pie en el estribo
para salir destas partes
a tomar casa en el mundo
dejando los arrabales,
en lugar de despedida
determino confesarme
y descargar este pecho
antes que vaya a embarcarme,
porque si en la mar reviento
al tiempo del marearme,
para salir de sus ondas
será pequeña la nave,
Dejen todos sus ofisios
y vengan luego a escucharme;
los casados, sus mujeres,
las mujeres sus ajuares,
los poetas sus consejos,
los músicos sus compases,
los indios sus sementeras,
sus libros los colegiales,
las damas sus ejersisios,
sus paseos los galanes,
sus silleas los comunes
y sus estrados los graves;
dejen el gato las negras
los negros sus atabales,
los pulperos sus medidas,
las pulperas sus dedales
la justicia sus corchetes,
los corchetes sus maldades,
los alguasiles su ronda
y la ronda sus disfraces.
Venga todo el pueblo junto,
no deje de oírme nadie,
que no habrá uno entre todos
a quien no le alcance parte,
y los que su propio honor
por el interés trocaren,
dando en sus casas lugar
para que otros las reparen,
vengan a oír mis sermones
y sabrán, si no lo saben
que el más amigo se ríe
de su proseder infame.
Óiganme con atensión,
ninguno tosa ni parle,
que en cada rasón que pierden
pierden un amigo grande.
Desengaños provechosos
de un experto navegante
que a las barrancas del mundo
quiso el cielo que llegase
mojada el alma y el cuelpo
de la duras tempestades
donde estuvieron los dos
bien a pique de anegarse,
soy del templo de fortuna
la rediculosa imagen
que adoró el Pirú soberbio
tan rico como inorante.
Derribóme el propio cielo,
que el mundo no fue bastante,
porque a prueba de sus tiros
fabriqué mi baluarte.
Diome fortuna su cumbre,
y al tiempo del derribarme,
dejóme sin bien ni bienes ..
ni amigos a quien quejarme.
Pasé por siglo de oro
el golfo de adversidades,
ayer cortesano ilustre,
hoy un pobre caminante.
Pasando por la memoria
aquel riguroso trance
me olvidó de compasión,
dio voses a la otra parte,
Nueve años he callado,
tiempo será de que hable,
aunque el callar estas cosas
es el oro que más vale.
Tened, que va la corriente,
nadie a la mano me hable,
Dios ponga tiento en mi 1engua
para que no me desmande,
no haya alguno que se enoje
y me sacuda algún cabe,
que han rompido las mentiras
la represa de verdades;
que no hay hombre que las diga,
ni quien las quiera de balde;
si alguno desto se siente,
enmiéndese y no me ataje,
que esta postema del pecho
ha comenzado ablandarse
y si se derrama dentro
no hay purga que le dé alcance.
¡Oh, qué de cosas he visto,
si todas han de contarse,
en este mar de miserias,
a do pretendo arrojarme!
¡Qué de casas hoy serradas
y sus dueños en la calle!
¡Cuántos dispiertos dormidos!
¡cuántos duermen sin echarse!
¡cuántos sanos en unsiones!
¡Cuántos gafos sin curarse!
¡cuántos pobres visten seda!
¡cuántos ricos cordellate!
¡cuántos ricos comen queso!
¡cuántos pobres cenan aves!
¡cuántos pobres se almidonan!
¡cuántos ricos sin lavarse!
¡cuántos pies sin escarpines
y cuántas manos con guantes!
¡Cuántos se pasean a mula
que pudieran apearse!
¡cuántos padres hay sin hijos!
¡cuántos huérfanos con padres!
¡cuántos huérfanos se ahítan!
¡cuántos hijos mueren de hambre!
¡qué de cantos de sirenas!
¡qué de incautos navegantes!
¡qué de Caripdis y Zilas!
¡qué de flotas anegarse!
¡cuántas aguas del olvido
y cuántos dos Jordanes!
¡qué de Mudarras traidores!
¡qué de Vellidos leales!
¡qué de Cavas y Rodrigos!
¡qué de Condes Julianes!
¡cuántos triacos venenos!
¡cuántos venenos suaves!
¡cuántas recámaras solas!
¡cuántos violados corrales!
¡qué de tapias obedientes!
¡que de puertas arrogantes!
¡qué de livianos de noche
qué a la mañana son graves!
¡qué de casadas sin cuerdas!
¡qué de doncellas sin trastes!
¡qué de corderos de día
y de noche gavilanes,
de noche sin capirotes
y de día con disfrases,
de día con tirasol
y de noche sin tocarse!
¡qué de soles hay dañosos,
serenos medicinales
que los toman las enfermas
a sombra de sus parrales
con el otro caballero
que para desenfadarse
para entretener la noche
pidió licencia a la madre!
y estas noches sin dormir
¡qué causan de enfermedades!
¡a cuántos quitan la vista
ya cuántos quitan la hambre!
¡a cuántos han hecho sordos!,
¡cuántos libres cautivarse!,
¡cuántos habladores mudos,
y cuántos mudos hablantes!
¡cuántos cobardes valientes,
cuántos valientes cobardes!
¡Oh cuántos bajos encumbran
y cuántas cumbres abaten!
¡Cuántos créditos perdidos!
¡cuántas deudas sin pagarse!
¡cuántos infames ilustres!
¡cuántos ilustres infames!
¡cuántas desdichas son dichas,
y cuántas dichas pesares!
¡Qué de principios felices
paran en calamidades!,
que el que más bienes adquiere,
ellos son amigos tales,
que le suben a la cumbre
para solo despeñarle;
que al que llevan al suplicio
todos van a compañarle,
y el verdugo que le sube
sirve después de arrojalle.
¡Cuántas doncellas pasean
para conocer las calles
después que las madres duermen,
si no las llevan las madres!
¡Qué de pareceres tienen
que es lícito lo que hacen,
y cuántos les aconsejan
que sigan sus liviandades
y por respeto del mundo
aunque paran, que no paren!
¡Qué de rostros amarillos!
¡qué de purgas y jarabes!
¡cuántas por no poder más
dan billetes y mensajes
y otorgan sus escrituras
para el día que se casen!
¡Qué pocas ejecuciones!
¡qué pocas costas les hacen!
¡qué quejosos los maridos!
¡qué contentos los galanes!
¡qué de ladrones en rueda!
¡qué de justos en la cárcel!
¡qué de aguas van a la plaza,
que aunque claras y suaves,
no las bebiera mi enfermo
si viese los manantiales!
¡Cuántos gusanos de seda
hilan cortados los trajes!
¡Cuántos mercaderes ricos,
usurpando calidades,
por hacerse caballeros
se volvieron sacristanes!
El caballero lo sea
y el trabajador trabaje,
y el que busca oficio ajeno
razón será que lo pague,
que el lacayo lo acuchille
y que el caballo le arrastre,
que son castigos del sielo
porque dejan sus lugares,
y pues toman los ajenos,
es justo que los extrañen.
¡Qué de candados sin guardas!
¡qué de cerrojos sin llaves!
¡qué de mozuelas se pierden
a vueltas de los cofrades
cuando van a los perdones
que plega a Dios que los ganen!
¡Cuántas meriendas se juegan!
¡cuántas visitas se hacen!
¡cuántas valonas se danzan!
¡qué sambapalos se tañen!
¡qué mudanzas tan perfectas!
¡qué de gestos y visajes!
¡qué de valones de nobles!
¡qué de calzas de oficiales!
¡qué de holguras se ordenan
por sólo desordenarse!
¡cuántas órdenes se quiebran
por no quebrar y quebrarse!
¡Mala pascua me dé Dios
la primera que llegare
si, lo que Dios no premita,
algún tiempo me casare, . .
Si aunque nu suegra se muera
mi mujer la visitare!
El porqué yo me lo entiendo,
y aun ellas también lo saben;
mas una que yo visito
me ha mandado que lo calle.
¡Qué de guitarrillas oigo!
¡qué de corrillos y bailes!
¡qué de balcones se rompen!
¡qué de ventanas se abren!
¡qué de pícaros son condes!
¡qué de condes, ganapanes!

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Sátira que hizo un galán a una dama criolla que le alababa mucho a México
M
i señora mexicana,
ya le dije la otra noche
que no me alabe esta tierra
tanto, que me da garrote.
¿Piensa que soy Santo Padre,
aun no he sido sacrimoche,
que para canonizarla
me presenta informaciones?
Mas si me tiene por asno
y me pica porque rozne,
mire que soy sardesquillo
y le asentaré seis coces.
Hincharáseme la vena,
daréle seis mojicones
y a Mexiquillo y a ella
los pondré de tisne y podre.
Mas hablando agora en seso
aquí, pues nadie nos oye,
sepamos destos milagros
que desta tierra compone.
Diga que alaba en un reino
que es de frailes y cardones,
sólo bueno para bestias
por el sacate que comen.
Diráme que es Nueva España,
yo reverencio tal nombre,
mas niego que en los efectos
con España se conforme.
Está en la misma miseria
do se afeminan los hombres
y los hijos que producen
ellos de serio se corren.
Vertió en España Amaltea
su cornucopia y su flores
y dio valor a sus hijos
de ser bravos y ser nobles.
Allá vive la verdad,
acá apenas se conoce;
allá la vergüenza reina,
acá era esclava y huyóse.
Allá un mozo de veinte años
es Dieguillo y Pericote,
y de catorce las mozas
a las muñecas componen.
Acá un muchacho de diez
juega jura, hurta y corre
sobre la niña que sabe
que ha de parir y por dónde.
¿Hallaron en este reino ~
Cortés ni sus españoles
sino bárbaros vestidos
de plumas y caracoles?
Caballos no los había,
carneros, vacas, lechones,
ni aceite, ni pan, ni vino,
sólo maneyes y alotes.
Con un gallo de papada
me atruenan este cocote,
como si a España faltaran
mil faisanes y pavones.
Si la alaba por la plata,
Guadalquivir en sus montes
tiene más; si por el oro,
más en el Tajo se coge.
Señora, si dice hay cuervos,
ésos le coman los bofes,
si hay pinos, robles, encinas,
de cualquier dellos se ahorque
¿Dónde están estas bellotas
destas encinas y robles?
Y si tantos pinos hay,
coma mil destos piñones.
¿Dónde están los olivares
con que Palas se corone,
consagrado por su fruto
Alcides, hijo de Jove?
Estos pámpanos y viñas,
las cepas y rodrigones
me enseñe donde el dios Baco
haga su templo y repose.
Enséñeme estos lugares,
estas tinajas de arrope,
estas bodegas rellenas
de blanco, tinto y aloque.
De tierra de promisión
sacaron sus corredores
uvas, mostrando con ellas
que es fértil do tal se cogen.
Nunca buscaron guaiabas,
ni plátanos motilones,
ni procuraron cacao,
porque caca no se come.
Lo bueno que yo he hallado
son tascales y frisoles,
mecasuchil, golosinas,
nopal y chilacayote.
Por vino beben pusiele
blindase con sigarrones,
las narices son volcanes
y las bocas son fogones.
Por la salsa tienen chile
por velas queman ocote,
las damas mascan copal
y es su huta el esapote.
Una tuna los trae locos,
y adoran en los zapotes,
de mañana atole almuerzan
y atole cenan de noche.
En más de trescientas leguas
no vi mesa, ni se pone,
ni vi muertos por ahítos,
que no ahítan totopostres.
Diráme que hay chocolate;
¡oh, qué hermoso almodrote!
cámara del dios Cupido
cuando come camarones.
Él es hecho de cacao
de patastle y achiote,
con suchil, suchicallastle,
con su chiplateo y atole.
Mira que nombres aquestos
de la barca de Aqueronte
para conjurar diablos.

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Soneto a Lima del Perú
Un visorrey con treinta alabarderos,
por hanegas medidos los letrados,
clérigos ordenantes y ordenados,
vagamundos, pelones caballeros.
Jugadores sin número y coimeros,
mercaderes del aire levantados,
alguaciles-ladrones muy cursados,
las esquinas tomadas de pulperos.
Poetas mil de escaso entendimiento,
cortesanas de honra a lo borrado,
de cucos y cuquillos más de un cuento.
De rábanos. y coles lleno el hato,
el sol turbado, pardo el nacimiento:
aquesta es Lima y su ordinario trato
.

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