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Miguel Agustín Príncipe

Epigramas

 

Fabulas

Epigramas

Nada pido, dices luego

con tu boca viperina.

¿Nada pides, Joaquina?

Pues, mujer, ¡nada te niego!

 

Las ligas quiso a Pilar

quitarle don Baltasar,

y ella tal audacia al ver

no se las dejó quitar...,

mas se las dejó poner.

 

Una casada sencilla

de la cama se salió,

y a su marido gritó:

"¿Qué va a que usted no me pilla?"

El maridote, hombre brusco,

estornudó, dio una vuelta,

y exclamó con voz resuelta:

"¿Qué va a que yo no te busco?"

 

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FÁBULAS

El lavatorio del cerdo

En agua de Colonia

bañaba a su marrano doña Antonia

con empeño ya tal, que daba en terco;

pero a pesar de afán tan obstinado,

no consiguió jamás verle aseado,

y el marrano en cuestión fue siempre puerco.

 

Es luchar contra el sino

con que vienen al mundo ciertas gentes

querer hacerlas pulcras y decentes:

el que nace lechón, muere cochino.

 

 

El hombre y el burro

 

Aunque parezca broma,

conviniéronse un hombre y un borrico

en enseñarse el respectivo idioma;

y el burro... ¡suerte impía!,

no aprendió ni un vocablo solamente

en dos años de estudio y de porfía;

entretanto que el hombre, en sólo un día

aprendió a rebuznar perfectamente.

 

No trates con el bruto ni un minuto,

pues no conseguirás la alta corona

de hacerle, tú, persona

y puede suceder que él te haga bruto.

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