A Lord Wellington en la toma de Badajoz A Zaragoza, rendida por el hambre y por la peste más bien que por el valor francés A la terminación de la guerra civil en los campos de Vergara |
A Lord Wellington en la toma de Badajoz A par del grito universal que llena de gozo y gratitud la esfera hispana, y del manso, y ya libre, Guadiana al caudaloso Támesis resuena; tu gloria ¡oh Conde! a la región serena de la inmortalidad sube, y ufana se goza en ella la nación britana; tiembla y se humilla el vándalo del Sena. Sigue; y despierte el adormido polo al golpe de su espada; en la pelea te envidie Marte y te corone Apolo; y si al triple pendón que al aire ondea osa Alecto amagar, tu nombre solo prenda de unión, como de triunfo, sea. |
A Zaragoza rendida por el hambre y la peste, más bien que por el valor francés .1809 Viendo el tirano que el valor ferviente domar no puede del León de España, ni al lazo odioso de coyunda extraña dobla el fuerte Aragón la invicta frente, juró cruel venganza, y de repente se hundió en el Orco, y con horrible saña del reino oscuro que Aqueronte baña alzó en su ayuda la implacable gente. De allí el desmayo y la miseria adusta, de allí la ardiente sed, la destructora fiebre salieron y el contagio inmundo. Ellos domaron la ciudad augusta; no el hierro, no el poder. ¡Decanta ahora tu triunfo, oh Corso, y tu valor al mundo!
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A LA TERMINACIÓN DE LA GUERRA CIVIL
¿Que inusitada aclamación festiva
La Paz, si: ¿no la veis, de fresca
oliva
¡Oh momento feliz! Su horrible tea
y anuncie el blanco lino que hoy
tremola |
¿Qué imposibles no allana la hermosura? ¿Quién no cede a su hechizo soberano? A donde llega su poder tirano la fábula, la historia lo asegura. Renuncia Adán la celestial ventura su dulce halago resistiendo en vano: por ella Paris el valor troyano arma y conduce a perdición segura. De una manzana la belleza rara causó de entrambos la desdicha fiera, que de su amor los gustos acibara; mas si a verte llegasen, mi Glicera, el uno de tu mano la tomara; el otro a tus encantos la rindiera. |
Cuando el horror de su traición impía del falso Apóstol obcecó la mente, y del árbol fatídico pendiente con rudas contorsiones se mecía, complacido en su mísera agonía mirábale el demonio frente a frente, hasta que al fin, del término impaciente, de entrambos pies con ímpetu le asía. Mas ya que vio cesar del descompuesto rostro la agitación convulsa y fiera, señal segura de su fin funesto, con infernal sonrisa lisonjera los labios puso en el deforme gesto, y el beso le volvió que a Cristo diera. PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS RELACIONADOS CON TEMAS BÍBLICOS |
de angustia el pecho y de memorias lleno, otra vez torno a vuestro dulce seno, campos alegres de la patria mía. ¡Cuán otros, ay, os vio mi fantasía, cuando de pena y de temor ajeno, en mí fijaba su mirar sereno la infiel hermosa que me amaba un día! Tú, que en tiempo mejor fuiste testigo de mi ventura al rayo de la aurora, sélo de mi dolor, césped amigo; pues si en mi corazón, que sangre llora, esperanzas y amor llevé conmigo, desengaños y amor te traigo ahora.
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Cruzaba el hijo de la cipria diosa solo y sin venda la floresta umbría cuando, al pie de un rosal, vio que dormía al blando son del mar mi Lesbia hermosa; y al ver pasmado que su faz graciosa los reflejos del alba repetía, tanto se deslumbró que no sabía si aquello era mejilla o era rosa. Alargó el dedo el niño entre las flores y en ambos lados le aplicó a la bella, formando dos hoyuelos seductores. ¡Ay, que al verla reír, la dulce huella del dedo del amor mata de amores! ¡Feliz el que su boca estampe en ella!
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