Las
rosas que, ya marchitas,
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¿No ves, mi amor, entre el
monte
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Narices y pescuezo me cortara con ligera presteza y buen talante si soldado mayor, más fuerte Andante que yo, aunque pobre raso, se encontrara. ¿Cuándo la fuerte Roma se entregara al español ejército triunfante si aquesta mi tizona machacante en aquel fiero asalto no se hallara? Metido en su garita un buen soldado aquesto tiritando refería; mas al estar sus hechos él diciendo ve un ratón, y corriendo desbocado, al arma, al arma, a voces repetía, que mil moros me vienen persiguiendo.
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Por su carrera el sol iba corriendo cual acostumbra a hacer todos los días y salido, mi Files, aún no habías para irte con tus soles encubriendo. Yo me estaba allá adentro consumiendo al ver que tú de casa no salías y por lo mismo el sol no oscurecías antes bien le dejabas ir luciendo. Mas al fin advertí ya venturoso que ibas por la escalera ya bajando. Saliste pues al fin con traje airoso, quédeme al sol atento yo mirando y noto ¡caso raro y prodigioso! que como antes seguía iluminando. Pulsa aquí para leer poemas satírico-burlescos |