Osiris Rodríguez |
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Camino de los quileros |
Camino de los quileros
Hay un camino en mi tierra
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Corrales de Algorta
Dicho:
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No es fácil que me pregunten p’ande voy ni d’ande vengo. Me ven aflojar la cincha, manear, prender el cabresto y ya me quedan bombiando cavilosos y en silencio. Carculan por la mirada que debo venir de lejos; por el estao del caballo no, porqué no galopeo, más bien me gusta ir al tranco, lo más, al trote chasquero. Galopié mucho una vez… y llegue tarde lo mesmo!
Mis señas… son las de tantos, sólo que visto de negro y llevo el luto crecido en el facón y en el pelo. Dicen que tengo unos ojos toldaos que nunca llovieron y que a gatitas se ven relampaguear cuando quiebro la noche oscura y redonda del ala de mi chambergo. De áhi que, sólo en la mirada, sepan que vengo de lejos. El paisanaje me mira desconfiao mientras maneo. Como yapa de una prosa con el overo azulejo, le acomodo unas palmadas por la tabla del pescuezo. Después, me arreglo el carpincho, tanteo el facón…y d’entro!
Veinte voces se agazapan en la sombra. En mis pigüelos, brincan roncas y se arrastran las dos rodajas de fierro. Saludo, y se alzan las voces: ‘Buenas tardes, forastero’. Me hacen contra el mostrador un corralito de silencio; me dejo encerrar en él, pido una copa… y áhi quedo!
Difícil que me pregunten p’ande voy ni d’ande vengo. De esta laya en tuitos laos, de norte a sur, ande llego. En mostradores o riñas o cuadreras… és lo mesmo. En ocasiones se me ocurre que he nacido forastero! Pero no, yo tuve un pago y un nombre… hace mucho tiempo, tanto, que ni de mi pago ni de mi nombre me acuerdo.
Una vez formé una tropa grande, vacaje franquero, como la parte fue bravo, me entró un refugo de sueños. Suelen ganarse en el lote cuando es muy mozo el tropero. No hay tropa que marche bien ansí, ganao desparejo. Las vacas van más dispacio, los sueños van más ligeros. Tuve que estremarme pa emparejar ese arreo. Con todo, se dispararon dos veces, perdieron peso, pero como estaba de Dios, caí a entablada con ellos.
Cuando amorralé la plata, ni sé lo que sentí por adentro, me corrió hasta las espuelas un temblor como de besos. Con el alma en las rodajas le saqué flecos al viento! Las leguas se me alargaban y las clavé en el sendero desnudando un grito largo, mellao de rabia en el pecho! Quise ganarle a las horas pero el tiempo es parejero. Galopié mucho esa vez… y llegué tarde lo mesmo!
Áura, al pasar por los ranchos a boca de noche compriendo que algo debe andar conmigo parecido al mal agüero. Las mozas quedan tristonas y se santigüan los viejos. Creeran que soy gaucho malo; me llaman ‘el forastero’, y he de parecer tapera por algo que traigo muerto.
Yo…yo soy hombre pa uno sólo nomás. Lo busco hace mucho tiempo. No me muero pa encontrarlo y… malhaya no haiga muerto! Cuando lo halle, habré gastao mis leguas de forastero y pa no andar sin ‘porqué’, voy a enderezar noche adentro.
Lo imagino a Tata Dios mirarme d’ende el alero mientra desmuento dispacio, desensillo, saco el freno y, palmiándolo en el anca, suelto mi overo azulejo. No sé si Él me irá a decir, como tuitos, ‘forastero’. Conocerá en mi mirada que vengo d’ende muy lejos. Por el estado del caballo no, porqué no galopeo. Galopié mucho una vez… y llegué tarde lo mesmo! |
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