Hermosos negros ojos, blanco de un hombre que os ofrece en suma a sí todo en despojos, lenguas me quiere hacer con esta pluma, y sea yo tan dichoso que ojos se haga vuestro dueño hermoso. Oh queridas estrellas, que entre los velos de la noche negra, con turbadas centellas, entretenéis la luz que al mundo alegra, por tomar a porfía de la noche el color, la luz del día. Espejos relevados, que guarneció el amor de ébano puro, sosegad mis cuidados, que apenas de las niñas me aseguro, si el cielo los ha hecho los ojos de cristal, de roca el pecho. Mares de vidrio o hielo, donde ojalá mi alma un siglo bogue, de negro os cubrió el cielo, por hacer de lo negro, como azogue, espaldas a los lejos y mirarse en vosotros como espejos. Cargue el indio un tesoro de diamantes mayores unos que otros, el chino cargue de oro, de perlas, esmeraldas, mas vosotros, como tan peregrinos, de azabache os cargáis, ojos divinos. ¡Ay ojos!, que sois hojas, aunque negras, de temple toledano, que en sangre de almas rojas, muerto dejáis el cuerpo, extraña mano, terrible golpe y fuerte, que con espada negra dais la muerte. Son vuestros filos tales, que entre negras cautelas los admiro, obráis sí, dulces males, como enemigo al fin hacéis el tiro, por encubrir la espada tiráis con vaina y todo la estocada. Ojos, el que no os ama, quédese en blanco, pues lo negro deja, que yo en mi ardiente llama ni pido libertad, ni tengo queja; pues por tal hermosura pido al amor me dé negra ventura.
PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS DEDICADOS A LOS OJOS FEMENINOS |
A UN RAYO QUE ENTRÓ EN EL APOSENTO DE UN PINTOR
Ya fuese, oh Griego, ofensa o ya cuidado, que émulo tu pincel de mayor vida, le diese a Iove, nieve vi encendida, el taller de tus tintas ilustrado. Ya sea que el laurel, honor sagrado, guardó la lumbre, ya que, reprimida, la saña fue de imagen parecida, desvaneció el estruendo, venció el hado. No por tus lienzos perdonó a Toledo el triunfador del Asia, antes más dueño gobernaste del cielo los enojos. Envidia los mostró, templólos miedo, y el triunfo tuyo su castigo o ceño hiciste insignias, cuando no despojos. |
Divino
griego, de tu obrar no admira
|