La hormiga, el gallo y el perro Balaam, que en lengua árabe es llamado Lucaman, le dijo a su hijo: "Hijo, que la hormiga no sea más sabia que tú: ella almacena en verano de lo que vivirá en invierno. Hijo, que el gallo no sea más vigilante que tú: él se levanta al alba mientras que tu duermes. Hijo, que el gallo no sea más fuerte que tú: él mantiene satisfechas a diez esposas mientras que tú no puedes mantener a una sola. Hijo, que el perro no tenga el corazón más noble que tú: él no olvida a sus benefactores mientras que tú te olvidas de los tuyos. Hijo, no consideres pequeña cosa tener un solo enemigo ni como excesivo tener mil amigos. Escucha esta historia:
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Un árabe, sobre su lecho de muerte llama a su hijo y le dice: _Dime hijo mío, ¿cuántos amigos te has hecho en esta vida? El hijo le respondió: _Creo que he hecho unos cien. Su padre le dijo: _El Filósofo dice: ¡No alabes a un amigo antes de haberlo puesto a prueba! Mira, yo he nacido antes que ti y me he hecho apenas la mitad de un amigo. ¿Cómo es que tu te has hecho ya cien? Ve y ponlos a prueba a fin de saber si entre todos ellos habrá uno que sea realmente un amigo perfecto. Y el hijo le dijo: _¿Cómo deberé ponerlos a prueba _ El padre le dijo: _Pon en una bolsa un ternero cortado en trozos, de manera que la bolsa se vea bañada en sangre. Cuando llegues a la casa de un amigo dile: amigo mío por accidente he matado a un hombre, te ruego entiérralo en algún lugar escondido; nadie sospechará de ti y así me podrás salvar. El hijo hizo como el padre le había ordenado. El primer amigo que encontró le dijo: _¡Llévate contigo ese muerto sobre tu espalda! ¡Ya que has hecho mal, sufre las consecuencias! No entrarás en mi casa! Hizo lo mismo con varios amigos y todos le respondieron de la misma manera. Llegando de nuevo a su padre le contó lo que había hecho y lo que le había pasado. El padre le dijo: _Te cabe lo que dijo el filósofo: los amigos son muchos cuando uno los cuenta, son raros cuando uno está necesitado. Ve a encontrar el medio amigo que yo tengo y fíjate lo que te dice. Fue y mostrándole la bolsa le dijo lo mismo que le había dicho a los demás. El medio-amigo le dijo: _Entra en la casa, no es este un secreto que los vecinos deben propagar. Entonces hizo salir a su mujer con toda su familia y cavó una tumba. Cuando vio el hijo que todo estaba terminado, le contó toda la historia y le agradeció. Luego volvió a su padre y le contó lo que había pasado. Entonces le dijo el padre: _Es a propósito de un amigo de este género que el filósofo ha dicho: El verdadero amigo es aquel que te ayuda cuando todo el mundo te abandona". El hijo de dijo entonces al padre: _¿Has conocido tu un hombre que haya encontrado un amigo perfecto? El padre le contestó: _Yo no lo he visto pero he sentido hablar de alguno. Entonces el hijo le dijo: _Háblame de este hombre para que me pueda hacer de un amigo semejante. Entonces el padre le dijo: |
Me han contado la historia de dos mercaderes; uno vivía en Egipto el otro en Bagdad; sólo se conocían de oídas y por medio de sus negocios; cuando era necesario se comunicaban por carta. Sucedió que el que habitaba en Bagdad debió ir a Egipto para realizar ciertos negocios. El egipcio, cuando supo de su venida, corrió a su encuentro y lo recibió con alegría en su casa; le ofreció su ayuda en todo, como se acostumbra entre amigos y durante ocho días le presentó toda la clase de los cantos que se podían oír en su casa. Al cabo de esos ocho días el huésped se enfermó. El dueño de casa, muy afectado por lo que le pasaba a su amigo, hizo venir a todos los médicos de Egipto para que lo examinaran. Los médicos, después de haberle tomado el pulso, examinaron varias veces su orina, y no le encontraron ninguna enfermedad. Y como no le habían encontrado ninguna enfermedad física, supieron que se trataba de una pasión amorosa. Habiéndose enterado de eso, el dueño fue a verlo y le preguntó si había en su casa una mujer de la que se había enamorado. El enfermo le dijo: _Preséntame todas las mujeres de tu casa, y si por casualidad la descubro entre ellas, te la mostraré. Habiendo escuchado eso, el egipcio le presentó las cantantes y las sirvientas, pero ninguna le gustó. Después de eso le mostró todas sus hijas; pero a éstas también como las precedentes las rechazó totalmente y las descuidó. El dueño tenía también en su casa una joven noble que venía educando desde hacía tiempo para hacerla su esposa. Se la mostró también. El enfermo después de haberla mirado, dijo: _Es de ella que viene mi muerte, y en ella está mi vida. Habiendo escuchado eso, el dueño le dio esta joven noble para que la desposara, con todos los bienes que iba a recibir con ella. Además, le dio lo que le hubiera dado a la joven si la hubiera tomado como esposa. Entonces el enfermo tomó la esposa y todo lo que había recibido con ella, y luego, después de haber arreglado todos sus asuntos, volvió a su país. Algún tiempo después, el egipcio perdió todos sus bienes por toda clase de desgracias, y convertido en pobre, se dijo que iría a Bagdad a lo del amigo que tenía allá, para que se compadeciera de él. Desnudo y hambriento emprendió camino y llegó a Bagdad, en el silencio de la noche. Pero tuvo vergüenza de presentarse en la casa de su amigo, desconocido y a semejante hora temió que lo echaran. Entró pues a un viejo templo para pasar la noche. Y allí, mientras que angustiado le daban vuelta en la cabeza toda clase de pensamientos, vio en la ciudad, cerca del templo, dos hombres, y uno mató al otro y se escapó subrepticiamente. Acudieron corriendo muchos de la ciudad por el ruido, y encontraron al muerto; buscando a quién pudo haber cometido el asesinato, entraron al templo con la esperanza de encontrar allí al asesino. Pero al egipcio es a quien encontraron y le preguntaron quién había matado al hombre y de su boca aprendieron que era él mismo, él deseaba dar fin a su pobreza con su muerte. Lo arrestaron entonces y lo metieron en prisión. La mañana siguiente lo condujeron ante los jueces: condenado a muerte fue llevado para ser crucificado. Como de costumbre acudió mucha gente, entre los que se encontraba el amigo por el que había venido a Bagdad. Mirándolo con mucha atención, éste reconoció al amigo que había dejado en Egipto. Recordando entonces todas las bondades que había obtenido de él en Egipto y pensando que si moría su amigo, no podría correspondérselas, decidió asumir la muerte en su lugar. Con una voz fuerte gritó entonces: _¿Porqué condenan ustedes a un inocente, y adónde lo llevan? El no ha merecido la muerte; soy yo quien ha matado al hombre. Entonces la gente del país lo detuvieron, lo ataron y lo llevaron con ellos a la cruz y anularon la pena de muerte del otro. Pero el asesino caminaba en medio de este grupo y se dijo: _Soy yo quien ha matado y ese otro es condenado. Ese inocente es librado al suplicio mientras que yo, el culpable estoy en libertad. ¿Cuál es la razón de esta injusticia? No conozco ninguna otra que un permiso de Dios. Pero Dios, juez justo, no deja ningún crimen sin castigo. Por miedo a que más tarde me castigue más severamente, voy a presentarme como culpable de este crimen: así salvándolos de la muerte expiaré el pecado que he cometido. Se abalanzó entonces delante del peligro diciendo: _Heme aquí, soy yo quien ha hecho eso, suelten a ese inocente. Los jueces, asombrados lo hicieron encadenar, después de librar al otro de la muerte. Entonces, inseguros de su propio juicio, lo condujeron delante del rey, junto con el que habían liberado, y después de haberle contado los detalles, lo llevaron también a él a dudar. Luego, de acuerdo con su Consejo, el rey les perdonó todos los cargos que habían acumulado contra ellos, con la condición, sin embargo, que expusieran las razones por las que esos cargos pesaban sobre ellos. Entonces los acusados le relataron la verdad. Todos fueron absueltos por unanimidad, y el habitante del país que había decidido morir por su amigo lo llevó a su casa; después de haberlo recibido según las costumbres le dijo: _Si consientes vivir conmigo, todo será compartido por nosotros en forma conveniente; pero si quieres volver a tu patria, vamos a dividir en partes iguales lo que poseo. Entonces éste, que amaba la dulzura del sol natal, aceptó los bienes que el otro le había propuesto y volvió a casa. Después de este relato el hijo dijo a su padre: ¡Qué difícil sería encontrar semejante amigo! Otro filósofo dijo a propósito de amigos aún no puestos a prueba: _Cuídate una vez de tus enemigos y mil veces de tus amigos, pues puede darse que un amigo se convierta en un enemigo: podrá entonces lograr tu perdición más fácilmente. Otro filósofo dijo también: _Desconfía del consejo dado por aquel a quién tú se lo pides, a menos que éste no sea a tu parecer de una fidelidad comprobada. Y otro filósofo: _Mientras que puedas, da a tu amigo consejos con miras al bien, aún si no quiere creerte. Es justo, en efecto, que le des buenos consejos, aún si como un insensato él no siga tu justo consejo. Y otro: _No reveles tus decisiones a todo el mundo: el que guarda su decisión en su corazón, guarda la posibilidad de elegir mejor. Otro: _Una decisión escondida permanece de alguna manera encerrada en ti, pero cuando es revelada, es ella la que te tiene encadenado en su prisión. Otro: _No te asocies a tus enemigos cuando puedes encontrar otros aliados: pues el mal que habrás hecho, ellos lo denunciarán; en cuanto al bien, ellos no lo mencionarán. Un poeta ha dicho: _Una de las más pesadas desgracias para un hombre libre en este mundo, es verse necesitado de llamar a un enemigo para que lo ayude. Alguien preguntó a un árabe: _¿Cuál es la mayor desgracia que te ha acontecido en este mundo? El árabe: _Que la necesidad me haya forzado a encontrar un enemigo para que me otorgara lo que yo quería.
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Ejemplo IV: el zorro y el mulo Un zorro encontró en una pastura un mulo que acababa de nacer, y, lleno de admiración le dijo: _¿Quién eres tú? El mulo dijo que él era una criatura de Dios. Entonces el zorro: _¿Tú tienes un padre y una madre? El mulo dijo: _Mi tío es un caballo de raza noble. El mulo no reconoció al burro como su padre porque es un animal perezoso y feo, igual que el hombre aquí, en su necedad ha tenido vergüenza de decir que su padre no era conocido. El rey, volviéndose entonces al poeta, le dijo: _Yo quiero que me indiques quién es tu padre. Este se lo indicó. El rey se dio cuenta que ese padre era un hombre sin nobleza ni cultura y dijo a sus seguidores: Démosle igual alguna cosa, porque no ha degenerado. |
Esta es la historia de un hombre que, al salir de viaje, le pidió a su suegra cuidar a su mujer. Ahora bien, su esposa se encaprichó con otro y lo confió a su madre. Ésta, convencida por su hija, se declaró a favor de su amor, e invitó al galán y lo hizo comer con su hija. Durante la comida el marido volvió y tocó a la puerta. La mujer se levantó, escondió al galán y luego abrió la puerta a su marido. Éste entró y pidió que se le preparara la cama : quería descansar, porque estaba cansado. La mujer, perdida, se preguntó qué haría. Viendo eso, su madre le dijo: _No te ocupes, hija mía, de preparar la cama, antes de que le hayamos mostrado a tu marido el cubre-cama que hemos hecho. Y la vieja sacó el cubre-cama, lo extendió todo lo que pudo teniéndolo por una esquina y dio la otra a su hija. Así, gracias a ese cubre-cama desplegado, el marido fue burlado, hasta que el amante que estaba escondido pudo salir. Entoncesl a madre dijo a su hija: _Extiende el cubre-cama sobre la cama de tu marido, pues ha sido tejido por tus manos y las mías. Y el marido dijo: _Entonces, tú, madre, ¿eres capaz de hacer semejante cubre-cama? Y ella: _Hijo mío, ya he fabricado muchos de esta especie. |
El maestro: _Había un joven que había consagrado toda su actividad, toda su inteligencia y todo su tiempo a estudiar las artimañas de la mujer y, después de eso, quiso casarse. Pero decidió primero aconsejarse y fue a buscar al hombre más sabio de la región; le preguntó cómo podría cuidar a la mujer con la que se casaría. El sabio, al oír eso, le aconsejó construir una casa de piedra con muros altos, de instalar a su mujer, de darle de comer lo suficiente, pero sin ropas inútiles; de que la casa tuviera una sola puerta y una sola ventana (para que la mujer tuviera un poco de vista) pero alta, e instalada de tal manera que nadie pudiera salir ni entrar por allí. El joven, después de haber escuchado al sabio, hizo como éste le había aconsejado. De mañana, cuando salía de la casa, el joven marido cerraba firmemente la puerta, y hacía lo mismo cuando volvía; cuando dormía, escondía debajo de la almohada las llaves de la casa. Y eso duró bastante tiempo. Pero un día, mientras que el marido atendía sus asuntos, la mujer, como de costumbre, subió a su ventana y miró a los que iban y venían. Ese día, desde su ventana , ella vió un hombre joven muy agradable de aspecto y de cara. Al verlo ella ardió en el acto de amor por él. Ardiendo por ese amor , pero vigilada como estaba, comenzó a preguntarse cómo y por qué estratagema podría hablar al que ella amaba. Con mucho buen sentido y muy astuta, ella se dijo que robaría las llaves de su marido mientras que él dormía. Y eso es lo que hizo. Se acostumbró entonces a emborrachar a su marido con vino cada noche, para poder salir libremente y satisfacer su deseo con su amigo. Pero su marido, habiendo aprendido con la enseñanza de los filósofos que no había ningún acto de las mujeres exento de engaños, comenzó a preguntase qué tramaba su mujer con esas libaciones diarias. Para darse cuenta, fingió estar borracho. La mujer no se dio cuenta y, de noche, salió de su cama, fue a la puerta de la casa, abrió y salió al encuentro de su amante. Entonces el marido se levantó despacio en el silencio de la noche, fue a la puerta y la cerró y echó el cerrojo, después subió a la ventana y esperó allí hasta el momento en que vió volver a su mujer, vestida solamente con una camisa. Esta, al querer entrar, encontró la puerta cerrada; quedó muy contrariada, pero a pesar de eso tocó a la puerta. El marido, cuando la vió y escuchó, hizo como si no la reconociera y preguntó quién era. Entonces ella pidió perdón por su falta y prometió que no volvería a hacerlo; pero fue en vano y su marido furioso dijo que no la dejaría entrar a la casa y la acusaría ante sus padres. Ella se puso a gritar cada vez más fuerte y a decir que si él no le abría la puerta de la casa, ella se tiraría al pozo que estaba delante de la puerta y terminaría con su vida: así, él tendría que rendir cuentas de su muerte a sus amigos y a sus próximos. El marido desdeñó estas amenazas y no le permitió entrar a la casa. Pero la mujer, llena de artimañas y astucia, tomó una piedra y la tiró al pozo: ella pensaba que su marido, al oír el ruido de la caída de la piedra al pozo, crería que ella se había tirado al pozo. Después de eso, ella se escondió detrás del pozo. El marido, ingenuo e imprudente, habiendo oído el ruido de la piedra cayendo al pozo, salió en seguida de la casa y corrió rápidamente al pozo, pensando que el ruido que había oído era la caída de su mujer. Pero la mujer, al ver la puerta abierta, y siempre llena de astucia, entró a la casa, cerró la puerta y subió a la ventana. El marido, viendo que había sido burlado, dijo: _¡Oh, mujer tramposa, y repleta de las artimañas del diablo, déjame entrar y yo te perdonaré todo lo que me has hecho afuera! Pero ésta lo insultó y se puso a jurar que hiciera lo que hiciera y que él prometiera, no entraría en la casa: _Yo mostraré a mis padres lo que tú eres y lo que es tu crimen, pues tú tienes la costumbre, cada noche dejarme e ir furtivo a lo de las prostitutas. Y fue lo que ella hizo. Entonces los padres, oyendo eso y creyendo que era cierto, culparon al marido. Así fue como esta mujer, habiendo evitado por su astucia el castigo que merecía, se lo achacó a su marido. Para éste, el hecho de haber cuidado a su mujer no sirvió de nada y mismo le causó daño: en efecto, para colmo de males, mucha gente creyó que él tenía muy merecido lo que le pasó. Fue por eso que se encontró privado de sus bienes, despojado de sus títulos de honor, deshonorado y, por la calumnia de su mujer, soportó el castigo de los adúlteros. El discípulo:No hay persona que se pueda defender de la habilidad de las mujeres, salvo el que Dios guarde, y esta historia es para mí un aliciente para no tomar mujer. PULSA AQUÍ PARA LEER RELATOS DE INFIDELIDADES AMOROSAS Y AQUÍ PARA LEER FÁBULAS DE OTROS AUTORES
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