He venido con palabras en las manos, como un niño que se amamanta, como una muchacha que recibe su primera caricia.
Nadie me llamó, ni mi nombre aparecía entre la lista de invitados, un breve recuerdo, un íntimo pensamiento, un gesto acaso en uno de los asistentes ha bastado para esta presencia que es un inconveniente.
Todos hablan en voz baja y me observan, deseosos de que desaparezca.
Soy extraño entre aquellos que un día reíamos y bebíamos juntos, quizá cómplices de la misma aventura _¡qué palabras tan deleznables!_
Hoy he llegado como un suspiro, como un soplo, como la misma sangre siempre presente, tan dolorosa cuando resbala por la piel abierta de la herida.
Y aquí estoy, indiferente, igual que un firmamento ocupando todo el espacio de la atención, dioses pequeños observándome.
No, no es la música, los vasos, las promesas, las falsas vestimentas, lo que me atrajo.
Sólo un pensamiento: duele la vida sin esperanza, sigue la rueda sin cansancio.
Traigo un sueño y alguien me espera, mirando al cielo, de espaldas a la fiesta.
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En los mástiles de la cera ondula la sensualidad un temblor de infinito avanza en las velas y en el aire un misterio de figuras inventa avenidas sin relieve senos de la sombra Cuántas noches este universo sin límites provoca pesadillas de nieve caminos sin presencia criaturas terribles que dialogan con el silencio mientras ocultan el refugio de tus labios íntimos el roce en tu piel sin rejas Un puente de imágenes devora el vacío de cada segundo y un teatro de niebla me interroga sin preguntas Nunca aprenderé la historia de las pequeñas cosas extraño de sentirme libre en un bosque incendiado de caricias sintiendo que la cuenta del tiempo es ajena al ciclo de las semillas escritos los mejores poemas en el cuaderno de nuestros encuentros inesperados
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La sierpe de los vientos el dominio del estío la cárcel de la muerte el caballo de las palabras el aullido del silencio la espada del deseo la furia de los días la clemencia de lo absurdo las lágrimas sin consuelo el beso de la sorpresa las habitaciones de la demencia la tormenta de los suspiros las copas rotas sin retorno las malditas pirañas de las horas un coágulo de tiempo vacío las uñas marcadas en la noche los pies oscuros del tormento la fiebre devorando los colmillos el hueco de las estatuas el pozo sin garganta los sonidos sin forma la simetría del viento dolorido la paralela dormida del blanco los límites de la sombra
¿De dónde nace esta tormenta este fulgor de fuego incendiando la memoria?
Tu voz la voz tu voz
Lentamente me desnudo en ceniza
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Cuando me pierda en la cuenta de los números desordenados que tu cuerpo sea caricia donde repose el uno y el cero cae la gota de agua y en el tres sucede el asalto a los labios el cuatro y el cinco entre murmullos de pájaros despiertos después ciento mil el río que fluye hasta fundirse por fin océano uno tras otro los besos robados como hojas en silencio
En la suma todo es verdad y el dos conduce al misterio
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