Pedro Laynez

 

 

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Salga con la doliente ánima fuera...

Peligroso, atrevido pensamiento...

Que ni duermen los mis ojos...

Salga con la doliente ánima fuera

la dolorosa voz sin alegría;

busque mi grave llanto nueva vía,

llorando pena tan amarga y fiera;

cámbiese ya mi alegre primavera

en noche eternamente escura y fría,

y pues muero por ti, señora mía,

escucha mi cansada voz postrera.

No muero desamado ni celoso,

que igual es cualquiar suerte en tu presencia;

sólo un dolor me acaba agudo y fiero.

Para encubrirle más ya no hay paciencia,

para mostrar cuál es, soy temeroso:

en fin, es tal, que, por callarle, muero.

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Peligroso, atrevido pensamiento,

del libre corazón fiero homicida,

turbador de la dulce, amada vida

que gocé largo tiempo tan contento;

por temerosos riscos, tan sin tiento,

llevas tras ti mi voluntad rendida: .

que sólo para muerte habrá salida

de tal lugar con tanto atrevimiento.

Tú llevas de tu osar justo castigo,

yo de mi voluntad, injusta paga;

la culpa tiene Amor; tú y yo, la pena.

y aunque esto es cierto, Amor es buen testigo

que no habrá bien que así me satisfaga

como el mal que a tal muerte me condena.

 

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Que ni duermen los mis ojos

ni descansa el corazón

hasta que venga el albor.

¡Oh, corazón afligido!,

pues vives tan sin reposo,

será a mis ojos forzoso

que den el sueño al olvido,

 pues cobrar el que han perdido

 no me consiente el dolor

hasta que venga el albor.

Y el albor, a lo que entiendo,

no llegará antes que muera,

porque no está quien espera

lejos de vivir muriendo;

y el fuego en que estoy ardiendo

siempre en mí será mayor,

si tarda mucho el albor.

Y pues esperarle tiene

mi vida tan sin concierto,

 morir será el bien más cierto

          si mi albor más se detiene;                       ~

mas aunque tarda y no viene,

yo sufriré mi dolor

hasta que venga el albor.

Porque aunque tarde en llegar,

tanto que muera esperando,

el bien que estoy deseando,

 muriendo se ha de esperar;

pues por merecer gozar

dél, es gloria el mal mayor

según es dulce mi albor.

 

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