Yo te puedo poblar, soledad mía,
SONETOS |
Yo te puedo poblar, soledad mía, igual que puedo hacer rocas y árboles de estas oscuras gentes que me cercan. ¿Cómo, si no, llevar sobre los hombros la ausencia? El ágil viento me conoce y ayuda en mi trabajo: cada día cuelgo del monte nuestro cielo limpio, planto en el lago nuestra rubia era y el ancho río de corriente pródiga vacío lentamente... Allí donde los pinos y los álamos, donde la encina sólida y el roble el claro olivo de verdor de plata, y sobre el culto césped el triunfo de la espiga. El sol muy en lo alto, fatigando el aire con sus alas, en el cenit su vuelo detenido. Cómo su gracia y limpidez los ojos me abrasan con su luz... No lo soñara la torpe mano que me arrebatara mi blanca Andalucía. PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS RELACIONADOS CON EXILIADOS |
Qué dulce muerte le dio la bala que lo mató. Le vi sobre la trinchera derribado con el fusil empuñado. Tiernos paisajes en flor le fluían a los ojos que la muerte no cerró. Yo vi en sus ojos su vida. Vi su niñez espantada, su juventud desolada sin una interrogación. Y vi sus días iguales. Y vi su resignación. Qué dulce muerte le dio la bala que lo mató. Le sacudieron los vientos rebeldes el corazón. Con el fusil en la mano y en la garganta un clamor salió a defender su tierra, la que nunca poseyó La muerte le ha derribado con brusquedad de ciclón Camarada miliciano: la bala que te mató se fue cantando la gloria de un hombre que se salvó. Porque has muerto por el pueblo ¡qué dulce muerte te dio la bala que te mató! PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS SOBRE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA |
Qué hilo tan fino, qué delgado junco -de acero fiel- nos une y nos separa con España presente en el recuerdo, con México presente en la esperanza. Repite el mar sus cóncavos azules, repite el cielo sus tranquilas aguas y entre el cielo y el mar ensayan vuelos de análoga ambición nuestras miradas. España que perdimos, no nos pierdas; guárdanos en tu frente derrumbada, conserva a tu costado el hueco vivo de nuestra ausencia amarga que un día volveremos, más veloces, sobre la densa y poderosa espalda de este mar, con los brazos ondeantes y el latido del mar en la garganta. Y tú, México libre, pueblo abierto al ágil viento y a la luz del alba, indios de clara estirpe, campesinos con tierras, con simientes y con máquinas; proletarios gigantes de anchas manos que forjan el destino de la patria; pueblo libre de México como otro tiempo por la mar salada te va un río español de sangre roja, de generosa sangre desbordada. Pero eres tú esta vez quien nos conquistas, y para siempre, ¡oh vieja y nueva España! PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS RELACIONADOS CON EXILIADOS
|
Por el costado de la tarde aquella, curvo y suave como tu mejilla, fui resbalando hasta la pura estrella que hoy en el pecho de mi noche brilla. Fui pájaro, fui viento, fui centella. Surqué las horas con ligera quilla y contemple la huella de mi huella como un álamo roto de la orilla Remonté la corriente decidido. Luché furioso con sus sordas olas. Vencí. No más seré de lo que he sido. Hincada mi raíz en su costado quiero quedarme con mi noche a solas como en un caserón abandonado..
|
Mi sueño allá y aquí la lluvia larga y estas piernas que ya no me obedecen y estos bramidos hondos que me crecen del corazón como una yerba amarga. Mi pecho aquí y allá la cordillera que abre en dos _cierra en dos_ nuestras vidas y el pasmo de estas nubes convertidas en llanto vertical sobre mi era. En el silencio de tu voz me pierdo y siento el puño de la linde eterna trizar mi frente de cansado león. Llenan la noche el viento y tu recuerdo. Bajo la misma ruda mano tierna tiemblan el árbol y mi corazón.
|
Mis ojos guías de ideal seguro, mis pasos huellas de camino incierto, y este nunca cansado río oscuro con su latir de can, siempre despierto. Atrás la sima y en la frente el muro, el mecanismo de la sangre abierto, entre la niebla y el relumbre puro me duele el corazón de no estar muerto. Con temblorosa, ávida mano, un poco de sombra y luz, moldeo, esculpo, acuño, de la vida inmortal que no he vivido. Vengo, voy, retrocedo, avanzo loco, mientras pretendo retener a puño la sombra de la sombra de un olvido.
|
Ahora que el cielo sorbe la llanura y el sol detiene absorto su carrera veo mi vida como loca esfera girar de día claro en noche oscura. Pesa la noche su montaña dura sobre el regazo de la rubia era y en vano busco antigua primavera que encendía la sombra y su espesura. La arena gris de lo pasado, ciega mi mirar que se afana enfebrecido en ver aquello que ni el eco nombra. Y en cuanto la memoria se me niega sigo mirando lo que hará el olvido vencida luz a la insaciable sombra.
|
|