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Rafael Lasso de la Vega

Balada del ultra

Casi nunca te he dicho que eres bella

Soneto del silencio

Caminos de hierro

Circuito

Balada del ultra

Las manos extendidas al aire recogen este aliento que vibra. Noche hermana de las cumbres celestes. Péndulos del ritmo en el gran acorde sin lengua. Aquello que es profundo ama el silencio de los signos. Despierta la ciudad poco a poco bañándose en el río. El azul enarbola los mástiles viajeros en su inmovilidad. Todo es un tránsito. Palabras mías ancladas al movimiento. ¿Quién vio la flecha donde va? Los animales desconocen la envidia, los hombres la sinceridad. Es ya de día y no sabemos el color de la levita de Dios. Canta el esfuerzo. ¿A dónde vamos? Fábricas, laboratorios. ¿Qué significáis? Nadie te comprende. Hombre excelso, pies ligeros.

Ultraísmo: alegría de ser poeta.

El mundo pesa mucho imán que tira de los nombres. Las frases atan como el hierro y la tierra abruma los hombros de la Humanidad. Pocos se escapan de su prisión sin muros. Que os libertéis canta la rana peluda entre la yerba fresca de rocío. Y el lago verde lleno de burbujas que se rompen bajo las estrellas muestra sus parajes recónditos de Capella y del Al Aaraaf ¿más allá o más acá del sistema de tres perpendiculares entre sí? Un siglo perfumista se alborota. Por todas partes hay periódicos embadurnados de cosmético. Los teatros, las redacciones, los cafés son peluquerías confortables con todos los adelantos modernos. Pero nosotros hemos roto las amarras y se va el muelle y todo el puerto hasta desaparecer detrás de cada hora.

Ultraísmo: la alegría de ser poeta.

Allí donde el silencio se rompió las musas danzaron. Fragmentos de dioses y ruinas. Bajo la vegetación nueva aún es bello el viejo friso roto. Un silencio pasa como el agua sobre el arco. Cristo el nazareno, inventor de los mendigos, agostó los aljibes. Arquitectos reconstructores trasiegan moldes. Parlamentarios agridulces cogen rosas de espinas. La turbamulta romántica se lamenta de pasiones que no sintió nunca. Desequilibrados que muestran su miseria se quejan de todo y de sí mismos como perros aullándole a la luna. Hoy las musas danzan vestidas de ciudades, de mares y campiñas. Apolo toma el tranvía para ir a la imprenta. Y desnudos nos bañamos al sol que estalla bajo todos los meridianos.

Ultraísmo: alegría de ser poeta.

(De la revista Ultra, en Poemas dispersos del período ultraísta, 1918-1922)

 

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Casi nunca te he dicho que eres bella

Ni es preciso ni tú lo necesitas

Las ansias de mi amor son infinitas

y no pueden contarse las estrellas

 

Se admira el cielo y no se dice nada

El amor verdadero es casi mudo

Es casto el aire porque está desnudo

La voz del corazón es la mirada.

 

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SONETO DEL SILENCIO

Tu voz, que no se escucha, se mantiene  

 en el interno fondo regalada;  

 y es nuestra propia voz, que aunque no suene,  

 ¡acaso sea la única escuchada!  

 

  -Senda escondida, manantial que viene  

 del infinito en marcha sosegada;  

 isla que sueña... lascitud selene...  

 Palabra no sabida ni olvidada.  

 

  A esta quietud del alma para el mundo,  

 nada se acerca tanto y se asemeja  

 como el cristal inmóvil de la fuente,  

 

  que en un silencio vasto -¡el más profundo!-,  

 y en un éxtasis, ¡todo se refleja  

 en su fondo, serena y mansamente!

 

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CAMINOS DE HIERRO

Nidos de locomotoras  

 las estaciones  

 libran los tránsitos  

        Arcos  

 puertas de las ciudades  

 como el cielo  

 palpitantes a todas horas  

     en los centros          bajo las humaredas  

 Belleza del esfuerzo  

     He aquí la velocidad bien encauzada  

 hija de la voluntad  

    Adioses          Bienvenidas  

 Lágrimas          Alegría  

 Y también  

     la indiferencia muda que rueda y rueda  

 en los días  

 sobre los caminos  

 Todo va a alguna parte  

 El tiempo desfila  

    vestido de todos los paisajes  

       todas las ciudades del mundo  

 

        Es la flecha del tren  

 que se dirige

fuerte sobre su fin.  

 Detrás  

 el último vagón  

 engendra de nuevo el espacio  

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CIRCUITO

L'immense usine toujours

chante sans repos

 La fábrica inmensa canta siempre sin reposo  

 en todos los tiempos y en todos los lugares  

 Ante mi casa llena de luz  

 y en las calles  

 Es un eco redondo  

 a la vez muy próximo y lejano  

 La canción profunda y siempre idéntica de los dínamos  

 Auteuil estaba azul como Passy  

 El Sena de plomo y la Torre Eiffel de guardia  

 dominando los barrios y los alrededores de París  

 Sutiles vértices recónditos  

 lanzaban invisibles ondas de oro  

 La Torre hablaba con todo el mundo  

 Yo contemplaba las figuras de las estrellas  

 a lo largo de las avenidas geométricas  

 fumando mi pipa  

 sobre el puente  

 el metro venía como un relámpago  

 Eran las 18 horas  

 En la estación de Grenelle  

 Arriba la ciudad pasaba sobre nosotros  

 Un cambio de tren en la Motte-Picquet  

 rápidamente  

 Siempre rápidamente  

 Cuando subimos en la ópera  

 arcos voltaicos  

 chorreaban su claridad sobre los bulevares sonoros  

 

 La ciudad estaba llena de gente  

 Cada actividad correspondía ocultamente  

 a percusiones de dínamos distantes  

 y en el fondo se oían sus resonancias palpitantes  

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