Señor
Amor, dueño del cielo y de la
tierra...
Solamente si alguna vez amaste... Beatriz Orieta, maestra nacional
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Señor Amor, dueño del cielo y de la tierra tú que puedes batirnos a tu antojo sobre el eje inicial de nuestro impulso. Tú que te enseñoreas sobre todo lo vivo entretejiendo un atlas de destinos cruzados. Tú que puedes auparte a tu albedrío y clavar tu aguijón sobre cualquier entraña. ¿Por qué vuelves a mí? ¿Qué vil capricho? ¿Por qué me arrojas de nuevo tu jauría? He aquí, amo mío, lo poco que me queda: mi sosiego de vidrio la enmienda frágil de una paz absorta mi mosaico de heridas mal curadas demasiado recientes para ser cicatrices. Imploro tu piedad desde mi grieta, donde se han detenido la memoria y el ánimo. Piénsalo bien: te costaría muy poco concederme una bula de misericordia. Deja a los que me quieren, esta pasión debiera maldecirme tan sólo a mí, es lo justo. Ya he visto antes cómo mi avidez arde en tu hipnótica pira de dios omnipotente. Descuida, soy sumisa tu adiestramiento previo ha prosperado: quien lo ha perdido todo varias veces reconoce el honor de una derrota. |
A PROPÓSITO DE EROSDe todas las terrenas servidumbres que aprisionan mi afán en esta cárcel me confieso deudora de la carne y de todos sus íntimos vaivenes que me hacen más feliz y menos libre. A veces, sin embargo, la esclavitud se muestra soberana y me siento señora del destino. Porque sé amar, porque probé la fruta y no maldije nunca su sabor agridulce, porque puedo ofrecer mi corazón intacto si el camino se digna requerirlo, porque resisto en pie, con humilde firmeza, el rigor de este fuego que enloquece. En este fragor mudo en el que todos somos rufianes, vagabundos, desposeídos y presos no existen vencedores ni vencidos y mañana no arrienda la ganancia de ayer. Que no entre en la batalla quien sucumba ante el rencor pequeño de las humillaciones. Sabed, son necesarias descomunales dosis de grandeza de espíritu y coraje en las lides calladas de la pasión humana. La recompensa, en cambio, es sustanciosa. Ser súbdito tan sólo de la naturaleza, no temer a la muerte ni al olvido, no aceptarle a la vida una limosna, no conformarse con menos que todo. |
Solamente si alguna vez amaste con uñas y con dientes sin red sin salvavidas aciertes a entender el vértigo insondable que se extiende a los pies del desengaño. Ella creyó encontrar la fuente del principio cuando lo conoció, en medio de la tierra, sin más escudo que su piel de hombre bruñida por el sol igual que el oro viejo. Lo amó sin precipicios ni preguntas tiernamente, en silencio con esa gratitud voluptuosa que provoca la lluvia en primavera. Todo era tan sencillo. Los versos inflamados de poetas infinitos parecían seguirla a todas partes como si el corazón se hubiera convertido en un fiel animal domesticado. Porque no existe nada que perdure una noche aprendió, como tantos lo hicieran antes y después de ella, que el amor es un río con cataratas propias y remansos ajenos que siempre desemboca en el océano. Míralo de este modo: la vida te ha enseñado siguiendo su costumbre de incansable maestra cómo el alma dibuja serenas cicatrices sobre viejas heridas. PULSA AQUÍ PARA LEER EL CONCEPTO DE AMOR EN DISTINTOS POETAS
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ENTONCES ME BESASTEPor celebrar el cuerpo, tan hecho de presente por estirar sus márgenes y unirlos al círculo infinito de la savia nos buscamos a tientas los contornos para fundir la piel deshabitada con el rumor sagrado de la vida. Tú me miras colmado de cuanto forja el goce, volcándome la sangre hacia el origen y las ganas tomadas hasta el fondo. No existe conjunción más verdadera ni mayor claridad en la sustancia de que estamos creados. Esta fusión bendita hecha de entrañas, la arteria permanente de la estirpe. Sólo quien ha besado sabe que es inmortal. PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS DEDICADOS AL BESO |
BEATRIZ ORIETA Maestra nacional (1919-1945)Los niños corren y saltan a la comba. Beatriz Orieta pasea junto a Dante sorteando los pupitres en medio del camino de la vida... Tiene litros de frío mojándole la espalda. Apenas pueden nada contra él los míseros tizones del brasero oxidado. Entran al aula los gritos infantiles, huelen a tos y a hambre. Algunas veces, Beatriz Orieta casi no contiene las ganas de llorar y mira las caritas sucias afanándose en recordar las tildes de las palabras llanas. Prosigue Dante todo el día musitando en el oído de Beatriz Orieta ...amor que mueve el sol y las estrellas. Ella siente de veras que otro mundo la mira al lado de este mundo gris y parco. Contra el lejano sol del lejano crepúsculo dos amantes se miran a los ojos. Beatriz Orieta está apoyada en su hombro. Los álamos susurran las palabras de Dante. Los amantes son túneles de luz a través de la niebla. Los besos, amapolas de un cuadro de Van Gogh. Pasa el invierno lento como pasa un poema. Pasan el frío andrajoso, la fiebre y el esputo y toman posesión del blanco cuerpo igual que las hormigas invadiendo esas migas de pan abandonadas. Sesenta años después, entre las ruinas verdes leo un descanse en paz envejecido sobre la tumba de Beatriz Orieta. El silencio es de mármol. El silencio es la respuesta de todas las preguntas. Unos metros más lejos, hace sólo dos años yace también el hombre que, apoyado en el hombro de Beatriz Orieta, dibujó un corazón sobre un tiempo de hiel. ¿Qué más puedo decir? Que la vida separa a los amantes ya lo dijo Prévert. Pero a veces la muerte vuelve a acercar los labios de los que un día se amaron. PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS SOBRE NIÑOS-ESCUELA |