Juan Rodríguez
del Padrón

Canción

Adiós al amor del mundo

Canción

Los diez mandamientos del amor

  
     Cuidado nuevo venido,
  me da, de nueva manera,
  pena la más verdadera
  que jamás he padecido.
  
     Yo ardo sin ser quemado
  en vivas llamas d'amor;
  peno sin haber dolor,
  muero sin ser visitado
  de quien, con beldad vencido
  me tiene so su bandera.
  ¡Oh mi pena postrimera,
  secreto huego encendido!

 

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     Fuego del divino rayo,
  dolce flama sin ardor,
  esfuerzo contra desmayo,
  consuelo contra dolor,
  ¡alumbra tu servidor!
  
     La falsa gloria del mundo
  e vana prosperidat
  contemplé,
  con pensamiento profundo
  el centro de su maldat
  penetré;
  el canto de la serena
  oya quien es sabidor,
  la cual temiendo la pena,
  de la fortuna mayor,
  plañe en el tiempo mejor.
  
     Así yo, preso de espanto,
  que la divina virtud
  ofendí,
  comienzo mi triste planto
  hacer en mi juventud
  desde aquí;
  los desiertos penetrando,
  do con esquivo clamor
  pueda, mis culpas llorando
  despedirme sin temor
  de falso placer e honor.
  
  FIN
  ¡Adiós, real esplendor,
  que yo serví e loé
  con lealtad!
  ¡Adiós, que todo favor 
  e cuando de amor hablé
  es vanidat!
  ¡Adiós los que bien amé!
  Adiós, mundo engañador,
  adiós, donas que ensalcé,
  famosas, dignas de loor:
  ¡orad por mí pecador!
  

 

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     Vive leda si podrás,
  y no penes atendiendo,
  que según peno partiendo,
  ya no espero que jamás
  te veré ni me verás.
  
     ¡Oh dolorosa partida!
  ¡Oh triste amador que pido
  licencia, que me despido
  de tu vista y de mi vida!
  El trabajo perderás
  en haber de mí más cura:
  que según mi gran tristura,
  ya no espero que jamás
  te veré ni me verás.

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La primera ora passada

  de la noche tenebrosa,

al tiempo que toda cosa

es segura y reposada,

en el aire vi estar,

cerca de las nuves puesto,

un estrado bien compuesto

agradable de mirar.

En medio del que vi luego

ell Amor con dos espadas,

mortales, emponçoñadas,

ardiendo todas en fuego,

para dar penas crueles

a vosotros los amantes,

porque no le sois costantes

servidores, ni fieles.

De la terrible visión

estando con gran recelo,

una boz quebró del cielo

diziendo por este son:

¡O tú, verdadero amante,

bandera de mis batallas,

piérdese mi bien, y callas!

Hablarás de mí adelante.

Dirás a los mal reglados

amadores desleales,

a las penas infernales

que cedo serán juzgados

si no enmiendan su bevir,

la mi dicha ley guardando,

vicios, errores dexando

de los que suelen seguir.

La justa ley, amadores,

de que vos manda usar,

es que os puede acrescentar

o menguar vuestros dolores,

si en partes mis mandamientos,

los quales voy prosiguiendo

según que más largo entiendo

declarar sin argumentos.
 
EL PRIMER MANDAMIENTO

El primer mandamiento,

si miráis cómo dirá,

¡quanto bien que vos será

de mi poco sentimiento!

En tal lugar amarás

do conoscas ser amado;

no serás menospreciado

de aquella que servirás.

Mirad que me contesció

por seguir la voluntad,

ofrescí mi libertad

a quien la menospreció.

El tiempo que la serví

hasta aver conocimiento

de mi triste perdimiento,

entiendo que lo perdí.
 
EL SEGUNDO

Al segundo luego vengo;

guardadlo como conviene,

que por éste sostiene

lealtad, la qual mantengo.

Serás constante en amar

la señora que sirvieres;

mientras que la mantovieres,

ella no te deve errar.

Quien gualardón quiere aver

del servicio que hiziere(s),

a la señora que sirviere

muy leal tiene de ser

pues lealtad vos hará

venir al fin desseado,

quien amare siendo amado

con razón lo guardará.
 
EL TERCERO

El segundo es acabado;

donde[e]l tercero comiença,

ocupar tiene vergüença,

al que lo tiene passado.

Serás casto, no te mueva

tal cobdicia de trocar

la que tienes de guardar

por otra señora nueva.

¡O qué derecha razón

es que pierda el que ganar

presume por su mudar!

¿Do tiene su coraçón?

Para mientes al cuidado

que nunca se partirá

de quien lo recebirá,

dubda, por aver errado,
 
EL CUARTO

Cessando de más sonar

el tercero que fenesce,

pues el caso se me ofresce,

del quarto vengo a tractar.

Muestrate ser mesurado

a todos generalmente

con alegre continente,

si quieres ser bien tractado.

La mesura hallaréis

en las damas castellanas,

en especial sevillanas,

si tractar vos las queréis.

Los que de aprender ovieren

de nuevo ser mesurados,

cedo serán enseñados,

si de aquestas aprendieren.
 
EL QUINTO

El quinto vengo diziendo,

una virtud que qualquier

puede bien amado ser

esta sola poseyendo.

Cura por ser esforçado,

de los que siguen amor,

deven perder el temor,

pues es virtud ser osado.

De sólo ser esforçados

se vos puede recrescer

tanto que sin conoscer

alcançaréis ser amados.

Mirad cómo Ector fue

esforçado en la pelea,

por do la Pantasilea,

sin lo ver, le dio su fe.
 
EL SESTO

Del quinto más no se lee;

de hablar va ya cesando:

el sesto viene mostrando

las virtudes que posee:

siempre serás verdadero:

que posseyendo tal fama,

te recebirá tu dama

de grado por compañero.

Antes quiso fenescer

Régulo, cónsul romano,

en poder dell Africano,

que la verdad fallescer.

Pues nuestros antecesores

que fueron en otra edad

murieron por la verdad,

mantenedla vos, señores.
 
EL SETENO

El sesto se va dexando

de más largo razonar,

al seteno da lugar

que se venga demostrando.

Trabaja por te traer

ricamente con destreza,

qu[e]el amor con la pobreza

mal se puede mantener.

Mirad bien en quánto grado

la riqueza favoresce:

en la casa donde cresce,

del necio haze avisado:

assí por el consiguiente

donde no le plaze estar,

en breve haze tornar

al discreto imprudente.
 
EL OCTAVO

Del seteno me despido,

el octavo començando,

mi proceso acrescentando

de ciencia fallesciendo.

Fuirás la soledad,

bevirás en alegría,

buscando la compañía

padescerá tu voluntad.

De bevir sólo recrescen

grandes males sin medida,

y, la fama destruida

d[e]aquellos que lo padescen;

tristeza, poco saber,

desesperación, olvido

pensamiento desavido,

causan el seso perder.
 
EL NOVENO

El octavo ya acabado,

queriéndose retraer,

el lugar de proponer

al noveno traspassado;

estudioso tú serás

en obras de gentileza

con discreción y destreza

de la qual no partirás.

Gentileza hallarás

en quien ama lealmente,

y su propio continente

quanto lo demandarás:

nunca sigue en otra parte

si no donde amor prospera,

y allí se muestra bandera

por los que siguen su arte.
 
EL DEZENO

El noveno despedido

de todo lo processado,

por dar fin a mi tractado

soy al dezeno venido.

Serás franco del querer;

con todos avrás cabida,

y mayor de quien tu vida

tiene en su libre poder.

La virtud de la franqueza

qualquier que la buscará,

sepa que la hallará

donde govierna nobleza.

Vayan al muy soberano

príncipe, rey de Castilla,

que de la más alta silla

la reparte con su mano.

A sus pies está mesura

rigiendo toda su sala;

a man[o]izquierda la gala,

de otro cabo cordura,

de semblante muy diverso;

sobre aquesta discreción,

alférez de su pendón,

governando el universo.
 
FIN

Toca, toca cavalgar,

essos trompetas clarones

desembuelvan los pendones,

iremos a pelear

con todos los condenados

perdidos por eregía,

que mantovieron porfía

contra Amor y sus criados.

 

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