Con villana segur, huésped tirano, ya de su obligación mal defendida, segó joven tu vida, que la perdona el fuego y no su mano; y vertiéndola en nácar liquidada el valle la posee transformada en esmeralda, porque infausta historia verde conserve el prado en la memoria; y trueca en mirto Polidoro el nombre, para que enseñe tu desdicha al hombre. |
Narciso bello, que en papel bruñido, o en lienzo transparente, del cristal detenido de una fuente copias tu original, que te enamora, sordo al peñasco, que con voz te llora, y al monte, que con ecos te suspira. Si el que no te merece te retira (pues ninguna nació para igualarte, y nadie espera tan hermosa suerte) no lleguen por tu mérito a alcanzarte, lleguen por tu piedad a merecerte. |
Por mares de esplendor navegas luces con blandos remos, Ícaro atrevido, a perderte en el sol vas, mariposa; mas una ola furiosa te despeña, encendido, penacho, destrozado por las nubes, porque al dorado océano te subes; y en veloz precipicio vuelves luego, y con alas de fuego pretendes en el húmedo elemento los vientos de cristal volar sediento; pero dan las espumas blanco sepulcro a tus flamantes plumas. |
De la nieve de espuma, de la vida que el cielo inspiró en grana, sobre el regazo de cristal hermosa, contra el común nacer, Venus, naciste. Del nacer el estilo preferiste porque no se presuma que tiene de vulgar alguna cosa la que cuesta un milagro su hermosura, la que debe a los cielos su ventura, la belleza, a quien debe afeites de coral, rosa de nieve.
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