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Santiago Aguaded

Bleu Binoche

Canto a la mujer

Hay cosas que no deberían cambiar

BLEU BINOCHE

A K. Kiéslowsky

Julie ¿por qué perdiste la inocencia?   
¿Qué ángel te llenó de inquina el ser?
¿Por qué el mar nos devuelve muertos?
¿De qué lado están? ¿Dónde se esconden?
Pregúntales si se quedarán a cenar
porque me estoy quedando solo
y es tan grande el mundo el mar
que caben en la casa de un caracol
¿Acaso las almas enigmáticas
que aman ideales elevados
no se sienten anestesiadas
por el ojo azul de cobalto?
 
¿Acaso debo abandonar mi sueño
y enterrar las espuelas azules o 
debo mirar el espejo de eneas
y compartir las formas del índigo (1) 
con poetas privados de simetrías? 
 
Acaso el mar sea tumba abierta
pero sus olas avanzan más lejos
hacia atrás en la habitación azul
desvaneciendo rencor y silencio 
y tu nombre  -Eunice-
es el recuerdo de una partitura 
donde mi mano trace los signos del sosiego, 
sinfonía de cuerpos presos 
en redes de SAL,
Odio y olvido.

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(1) El pigmento azul índigo (en la figura) se obtiene de algunas especies de la plantas del género Indigofera. Proporciona un color azul a la piel y a las secreciones renales. En dosis muy altas puede causar irritación gastrointestinal y desarreglos nerviosos. Se sintetiza químicamente desde el año 1869. Su formula estructural es simétrica y sugiere analogías con los pigmentos azo.

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CANTO A LA MUJER

El dolor es creación
vientre de mujer desvanecida en la hierba
que sueña espejos y relojes. 
Pero ¿qué convierte a la piedra en Coral?
y al gusano, ¿qué le convierte en calavera?
Morir es menos que nada
todo nos lleva a la muerte.
¿Por qué preocuparse por lo eterno?
La eternidad es un abanico de insectos que vuelan
al alba de cada primavera, una aurora de mujeres
que gimen en el laberinto de un solo Ser.
 
Rocío, María y Carmen son la misma mujer:
madres solícitas y esposas impúdicas,
pero, el hombre, ¿sabe algo de la mujer?
y, la mujer, ¿conoce algo del hombre?
Faltan hombres verdaderos para tanta mujer.
Faltan hombres que desnuden su Dolor
hasta el límite de la luz/piel.
 
Una mujer es esfinge letal del Aqueronte.
Una mujer es Dolor de madre sin sus hijos.
Ellas son refugio de muchos corazones
pero sus corazones también enferman 
con la violencia
con(tra) la esperanza vencida
como enferman los hombres 
que en nombre de la amistad
juegan con ciencia, letras y lúpulo
pero no entienden el lenguaje del Coral.
 
El poeta no puede parar corazones que laten
y aun parándose un minuto, un siglo
vuelven a latir con el abrazo de la tierra
como quien busca eternidad
en el útero de un cuerpo vivo.
 
El poeta no es indiferente a la carne
ni al Dolor de la mujer abandonada
ni al aliento eterno que une al Verbo
con la arcilla de una ciudad dormida.
 
A la orilla de un mar fenecido él escribe
a aquella que dio su vida por una mirada.
Su corazón late con sufrimiento ancestral
pero vive en el bulevar de las siete muertes:
es ciega su mirada, sus palabras yermas.
 

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HAY COSAS QUE NO DEBERÍAN CAMBIAR

A la velocidad del rayo
sin democracia
nos planifican
la viabilidad del futuro
los cambios del progreso
deciden lo obsoleto
en beneficio del mercado de consumo.
 
En una oficina cualquiera del sistema
me lamento de las cosas 
que nunca deberían de cambiar.
 
Cosas
como los sellos de correo
como el pan recién hecho del tendero
como el amor a los niños
 
y la cartera se enfada sin saber
y la tendera se sonríe sin pensar
y los niños juegan sin aprender
que los cambios no siempre son buenos
 
Y yo me quedo pensando
en si no seremos ya
una especie en peligro de extinción
 

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