Refugio
Tenía más de doscientos papeles |
Hay dos escaparates en cada esquina de una calle: en uno, decenas de libros resignados sobre el otro,yacen los cristales rotos que tapan desordenadas hojas en blanco. El ruido de la piedra que golpea la luna, primero agrietada luego deshecha en pedazos transparentes, libera pero no salva a los hombres. Sus gritos son ahora las palabras que no se atrevieron a escribir.
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abriendo la noche con los ojos una melodía rompe la oscuridad y el ruido anuncia el final de las horas. I. Comienza la caza cuando cae el sol y el plumaje se aleja de los hombres vuela sobre bosques y acantilados convierte el sonido en un grito de guerra o en la onomatopeya de su nombre. II. Pernocto por las calles cierro los ojos si es de noche, se abre el silencio con mi boca este acantilado es tu distancia el silencio es mi sombra, mis alas enjauladas atraviesan tu espacio. Soy la voz que acaricia tu nombre. III Salimos de caza el búho lanza su soledad al vacío mientras yo espero paciente hasta que la cola del viento me atrapa y caigo sin encontrar mis alas. IV. Despierto y tus dedos mojados me alejan de aquel abismo sobre nuestros cuerpos marcamos un territorio ajeno a los hombres y el sonido confuso de nuestras voces regresa de nuevo al bosque sin ramas. Somos árboles que se perdieron en la profundidad de sus raíces.
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escritos con tinta negra que hablaban de amores y rezos cobardes. Arrojé cada hoja a un río sin piedras, (tú me sujetabas mientras lloraba). Agradeciste mis plegarias y tus dedos dibujaron temblorosos en el aire letras que no supe descifrar. Todas nuestras palabras, mojadas se borraron. |