Se asomó el árbol a mi ventana y dijo:
“No tengas miedo. El sol pule mis hojas cada día, la brisa me acaricia en primavera y refresca la lluvia mis raíces en el doliente otoño.
Qué fragante la vida se concentra en mis ramas. Los pájaros me alegran con su canto y acuden a mis flores las abejas.
No temas reposar al final de tus días en mi cuerpo, apacible morada, donde también la araña, laboriosa, teje su nido PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS DEDICADOS A ÁRBOLES |
¿Por qué acepto más al lagarto, desnudo sobre el muro, que a la engañosa mantis disfrazada?
Tal vez porque me asusta que una verde ramita resulte ser, de pronto, un insecto que acecha, entre las flores.
Que una hoja caída en la maleza enmascare sus patas espinosas en la luz inocente del otoño, para atrapar la vida y devorarla en su mortal abrazo.
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Se prepara un ejército de nubes por poniente. Un negro semicírculo se cierne sobre el mar. Pero el azul del cielo resiste todavía. La fuerte brisa frena el inminente avance, y el mar, que ya presiente sobre sí la tormenta, alza violentas olas rebosantes de espuma, y responde al clamor oscuro de los truenos con un ronco bramido de fiera acorralada.
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Sea tu espalda un firme acantilado donde mis besos rompan violentos como olas, ligeros como espuma
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De aquella jaula aún queda en la pared el clavo inútil +++ Mientras te vistes, yo cuento los botones que nos separan. +++ A pleno sol, se examinan de besos dos estudiantes.
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