En campos de silencio... No es caída... Duerme la casa... Esta mañana supe... |
las estrellas que caen siempre germinan.
Todo nos reconoce. Todo inclina su gesto generoso hacia donde la vida nos cubre y nos concreta.
Hay un cuenco de asombro en el umbral de los que saben esperar milagros, susurra una verdad.
Hay música, también, bajo las cuerdas. |
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Aunque sea tiempo de caída y todo caiga a nuestro alrededor.
No es sangre seca aunque en los dedos quede polvo rojo.
No te lo creas. Es fruto y bendición de otoño y dentro se sostiene. Es primavera, dentro.
Tenemos todo el cuerpo por delante y cuatro manos para abrirnos paso.
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donde ya no nos refugiamos. Pasó la fiebre del amor y la lluvia. La tormenta pasó. Pasó la casa. ¿Y si la piel, después de todo, me engañaba?
Si creí que era árbol, aunque tú me dijeras que de Judas, que era latido el gesto, aunque tú me dijeras que temblor. y fue cuando pusiste definitivamente mi mano en tu silencio.
Pero no me asusté. arañé. hallé tacto.
Te vas. Ahora que estoy con los dedos en flor.
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mi extraña rendición a tus palabras, mi irrevocable voluntad de náufrago de sílabas, de filóloga ahorcada en complementos directos o indirectos pero tuyos. Esta mañana supe que me visto en tus verbos, desayuno tu nombre y me quedo perdida, como tonta, si me encuentro algún "no" camino de la noche.
Esta mañana supe que muy frecuentemente me vuelvo monosílabo de sombra agarrado al tobillo de tus frases, que muy frecuentemente quisiera ser prendida en tu nevera como "nota importante". Esta mañana comprendí, aturdida. Esta mañana supe, por fin vi que me confundo en viento cuando gritas mi nombre y que basta un susurro, un susurro de nada, para dormirme en ti. |
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