Esteban Manuel de Villegas |
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Verso sáfico |
Dulce vecino de la verde selva, huésped eterno del abril florido, vital aliento de la madre Venus, Céfiro blando. Si de mis ansias el amor supiste, tú que las quejas de mi voz llevaste, oye, no temas, y a mi ninfa dile, dile que muero. Filis un tiempo mi dolor sabía, Filis un tiempo mi dolor lloraba, quísome un tiempo, mas agora temo, temo sus iras. Así los dioses con amor paterno, así los cielos con amor benigno, nieguen al tiempo que feliz volares nieve a la tierra. Jamás el peso de la nube parda, cuando amenace la elevada cumbre, toque tus hombros, ni su mal granizo. PULSA AQUÍ PARA LEER CONCEPTOS Y TEORÍAS AMOROSAS DE DISTINTOS POETAS hiera tus alas. |
Yo vi sobre un tomillo quejarse un pajarillo viendo su nido amado, de quien era caudillo, de un labrador robado. Vile tan congojado por tal atrevimiento dar mil quejas al viento, para que al cielo santo lleve su tierno llanto, lleve su triste acento. Ya con triste armonía, esforzando el intento, mil quejas repitía; ya cansado callaba, y al nuevo sentimiento ya sonoro volvía; ya circular volaba, ya rastrero corría; ya, pues, de rama en rama, al rústico seguía, y saltando en la grama, parece que decía: «Dame, rústico fiero, mi dulce compañía»; y a mí que respondía el rústico: «No quiero.» |