LA VIUDA DEL
ZURRADOR
Parodia
romántica escrita en colaboración con Miguel Ramos Carrión
Cuadro I
Calle corta.
Escena
I
Caballeros
embozados.
CABALLERO 1.º ¡Corren rumores muy malos!
CABALLERO 2.º ¡Llegó el hijo del difunto!
CABALLERO 3.º ¡Grave se pone el asunto!
CABALLERO 4.º ¡Huéleme que va a haber palos!
CABALLERO 1.º Panseco llega hacia acá
con su familia.
CABALLERO 2.º Es preciso
darle al momento el aviso.
CABALLERO 3.º ¡Lo que fuere sonará!
Escena
II
Dichos, LUCÍA, EL
DOCTOR, DON BLAS PANSECO y DOÑA BLASA, por la derecha.
LUCÍA (A EL DOCTOR.)
Mi ceguera creí cierta,
y ya te debo la vida;
te estoy muy agradecida
aunque haya quedado tuerta.
Y cariño hacia ti siento,
pues tengo, gracias a tu arte,
este ojo para expresarte
todo mi agradecimiento.
EL DOCTOR
Cierto; por mí ves el sol,
las estrellas y la luna,
el arroyo, la laguna,
el lirio y el arrebol...
CABALLERO 1.º (A DON BLAS PANSECO.)
¡Llegó don Carlos!
(Vase.)
DON BLAS PANSECO (¡Qué escucho!)
CABALLERO 2.º (A DON BLAS PANSECO.)
¡Procura, señor, salvarte!
(Vase.)
CABALLERO 3.º (A DON BLAS PANSECO.)
¡Mira que viene a matarte!
(Vase.)
DON BLAS PANSECO ¡Que venga! ¡Me alegro mucho!
CABALLERO 4.º (A DOÑA BLASA.)
¡Tened gran prudencia ahora!
¡Ya don Carlos ha llegado!
DOÑA BLASA ¿Don Carlos? ¿Pero ha triunfado?
CABALLERO 4.º ¡Es otro Carlos, señora!
(Vase.)
DOÑA BLASA (A DON BLAS PANSECO.)
¡Ah! ¡Teme su furia insana!
¡Blas, por Dios, ocúltate!
DON BLAS PANSECO ¡Yo no me oculto!
DOÑA BLASA ¿Por qué?
DON BLAS PANSECO ¡Porque no me da la gana!
DOÑA BLASA ¡A tu empeño no me inmolo!
DON BLAS PANSECO ¡Idos!
DOÑA BLASA ¡Por Dios!
DON BLAS PANSECO ¡Vamos, Blasa!
Meteos los tres en casa,
que quiero quedarme solo.
DOÑA BLASA (¡No ceso de presentir
que va a pasarle algo malo!)
EL DOCTOR (Le van a pegar un palo
que le van a dividir.)
(Vanse por la derecha.)
Escena
III
DON BLAS
PANSECO, solo.
DON BLAS PANSECO ¡Allí le rompí el bautismo!
(Indicando la izquierda.)
¡Voy a esperar a que venga
su hijo, para que tenga
el gusto de hacer lo mismo!
(Vase por la izquierda.)
Escena
IV
CARLOS,
seguido de BARREÑO. Ambos embozados y con sendos garrotes.
BARREÑO ¡Allí va ese hombre, allí va!
¿Le ves?
CARLOS ¡Vaya si le veo!
BARREÑO ¿Le matarás esta noche?
CARLOS ¡Creo que sí, allá veremos!
BARREÑO ¿Cómo veremos? ¿Vacilas?
CARLOS ¡No vacilo!
BARREÑO ¡Pues a ello!
CARLOS ¡En donde zurró a mi padre,
allí zurraré a Panseco!
BARREÑO ¡Corriente!
CARLOS ¡La tradición
es implacable, Barreño!
Mi familia y la de ese otro
desde muy remotos tiempos
vienen dándose de palos
por ciertos resentimientos.
En el salón de mi casa
he visto, siendo pequeño,
los venerables retratos
de mis queridos abuelos;
unos las narices rotas,
otros torcido el pescuezo,
¡todos con cada chichón
que daba lástima verlos!
Los ascendientes de ese hombre
de aquel modo los pusieron;
pues la tradición lo manda,
¡siga sus huellas el nieto!
BARREÑO ¡Bravo! ¡Me gusta ese arranque!
¡Vamos, señor, al momento!
CARLOS Antes tenemos que hablar.
BARREÑO Pues habla, y acaba presto.
CARLOS Estuve en la hermosa Flandes.
¡Flandes, patria de los quesos!
Y esta mañana llegamos
por la puerta de Toledo.
BARREÑO ¿Y para qué me lo cuentas?
¡Ya lo sé!
CARLOS ¡Calla, Barreño!
Se lo digo a estos señores
(Al público.)
que necesitan saberlo.
Pues señor, entré en las calles
devanándome los sesos
para buscar la manera
de dar un susto a ese viejo.
Sofocado como estaba
bajé el embozo un momento...
y me lo volví a subir
porque hacía mucho fresco.
Pero al dar vuelta a una esquina
me di un encontrón, ¡oh, cielos!,
con una chica, ¡qué chica!
Era tuerta del izquierdo,
pero bien lo compensaba
lo que valía el derecho.
Un pañuelo de Manila
llevaba airoso y bien puesto,
y al pasar, con un botón
enredeme en su pañuelo,
¡que siempre están los botones
enredándose en los flecos!
Dio un grito y echó a correr,
llevándose el botón preso.
¡Ay, Dios, mal haya los sastres
que tan mal me lo cosieron!
BARREÑO ¡Gente viene por allí!
CARLOS No es gente, es un caballero.
Cubre el rostro y sígueme,
que más tarde volveremos.
(Se embozan y vuelven la espalda hacia donde viene EL DOCTOR.)
Escena V
Dichos y EL DOCTOR.
EL DOCTOR ¡Tengo el corazón partido
de ver su amargo dolor!
¡Cielos! ¡Carlos!
CARLOS (Sin desembozarse.)
(¡El Doctor!
¿En qué me habrá conocido?)
EL DOCTOR ¡Qué placer tengo al hallarte!
CARLOS ¡Cuánto gusto tengo al verte!
EL DOCTOR ¡Me libraste de la muerte
y nunca podré olvidarte!
CARLOS ¡Observo en ti un no sé qué!...
¿Qué tienes? ¿Qué te ha pasado?
EL DOCTOR ¡Es que estoy enamorado!
CARLOS ¿Y ella te quiere?
EL DOCTOR ¡No sé!
Pregunta al ave canora
por qué canta en la espesura,
pregunta por qué murmura
la fuente murmuradora,
pregunta por qué las flores
dan sus perfumes al viento,
por qué el pez en su elemento
traza estelas de colores,
pregunta por qué del sol
oculta el disco la nube,
pregúntale por qué sube
convertida en arrebol,
pregunta al hierro, al imán,
al céfiro, a la enramada...
(CARLOS y BARREÑO hacen medio mutis. EL DOCTOR les detiene.)
¡Mas no les preguntes nada,
que no te contestarán!
CARLOS ¡No te he podido entender!
EL DOCTOR Sólo te quise probar
que no pude averiguar
si me quiere esa mujer.
CARLOS ¿Y quién es ella?
EL DOCTOR (Indicando la casa.)
¡Lucía!
CARLOS ¡La hija de don Blas! ¡Qué horror!
¡Él fue el apaleador
de mi padre!
EL DOCTOR Lo sabía.
CARLOS ¿Y aun así puedes amar
a esa mujer?
EL DOCTOR ¡Ya lo creo!
¡Como que en ello no veo
nada de particular!
BARREÑO (A CARLOS.)
¡Panseco está allí!
CARLOS (¡Me alegro!)
BARREÑO ¡Que se cansa de esperar!
CARLOS (A EL DOCTOR, dándole la mano.)
¡Adiós! ¡Le voy a pegar
una paliza a tu suegro!
(Vase CARLOS seguido de BARREÑO.)
Escena
VI
EL DOCTOR solo.
EL DOCTOR ¡Va a pegarle! Soy valiente
y evitarlo lograría...
Mas no, que don Blas diría
que no le he sido obediente.
Estas bromas cuestan caras
y, aunque soy un caballero,
ahora meterme no quiero
en camisa de once varas.
(Se oye el ruido de una paliza tremenda. DON BLAS PANSECO da un
«¡Ay!». DOÑA BLASA y LUCÍA gritan dentro. EL DOCTOR se dirige hacia
el sitio de la lucha.)
Escena
VII
DOÑA BLASA, LUCÍA, DON BLAS
PANSECO, CARLOS, EL DOCTOR, BARREÑO, EL SERENO y EL INSPECTOR.
DOÑA BLASA ¡Favor! ¡Socorro! ¡Sereno!
LUCÍA ¡Que lo matan! ¡Por favor!
DOÑA BLASA ¡Que llamen al Inspector!
CARLOS (Sale enarbolando el garrote.)
¡He cumplido como bueno!
(Después de ver a LUCÍA. A BARREÑO.)
¡Es ella!
BARREÑO ¿Quién?
CARLOS ¡La mujer
del botón! ¡La tuerta!
BARREÑO ¡Atiza!
DON BLAS PANSECO
(Derrengado y acompañado de EL SERENO y EL INSPECTOR.)
¡Ay! ¡Me han dado una paliza
que no me puedo mover!
(Se sienta en el suelo. CARLOS baja el embozo para que LUCÍA le vea
la cara y vase seguido de BARREÑO.)
LUCÍA ¡Ay! ¡Yo le vi! ¡Yo le vi!
DOÑA BLASA ¡Esposo!
DON BLAS PANSECO ¡Lucía! ¡Blasa!
¡Yo no sé lo que me pasa!
LUCÍA (Llevándose las manos al ojo derecho.)
¡Yo no sé qué tengo aquí!
EL DOCTOR (A LUCÍA.)
A ver... ¡Qué complicación!
LUCÍA ¡Ay! ¡Yo no veo ni pizca!
EL DOCTOR ¡Jesús! ¡Se ha quedado bizca
al ver esta situación!
EL SERENO ¡Tras el asesino corro!
(Vase muy despacio.)
DON BLAS PANSECO ¡Árnica!
DOÑA BLASA ¡No la tenemos!
EL INSPECTOR Entonces lo llevaremos
a la casa de socorro.
(Vanse. DON BLAS PANSECO apoyándose en DOÑA BLASA y EL INSPECTOR, y
LUCÍA de la mano de EL DOCTOR. Procúrese que la mutación se efectúe
lo más rápidamente posible.)
FIN DEL CUADRO PRIMERO
|
Cuadro II
Sala modesta. Puertas laterales.
Balcón con tiestos en la derecha. Una mesa, sobre la que habrá una
vela ardiendo. Sillas, un sofá, etcétera.
Escena I
LUCÍA, sentada junto al balcón, con
el ojo derecho vendado. DOÑA BLASA, mondando patatas al extremo
opuesto.
LUCÍA ¡Mamá! ¿Dónde estás?
DOÑA BLASA ¡Aquí!
LUCÍA ¡Qué grato el perfume llega
de la luisa y de la albahaca
que crecen en mis macetas!
¡Cuán dulce gime el arroyo
sobre la verde pradera!
¡Cómo el ruiseñor entona
sus más sentidas endechas
y cómo el céfiro suave
entre mis cabellos juega!
¿Qué haces, mamá?
DOÑA BLASA ¡Estoy mondando
patatas para la cena!
LUCÍA ¡Acércate!
DOÑA BLASA Ya me acerco.
¿Qué quieres?
LUCÍA Di, ¿no recuerdas
aquella noche terrible?
¡Ay, mamá, qué noche aquella!
¡Yo le he visto, yo le he visto
con el garrote en la diestra!
(Transición.)
¿Y era muy guapo, verdad?
DOÑA BLASA No lo sé...
LUCÍA ¡Quién lo dijera!
¡Tres años ha que murió
papá de las consecuencias,
y aún olvidar no he podido
aquella noche tremenda,
desde la que estoy viviendo
en miércoles de tinieblas!
DOÑA BLASA Consuélate, que el doctor
un remedio a tu dolencia
se fue a buscar a la Mancha,
y es fácil que ya lo tenga.
LUCÍA ¡Pobre doctor! ¡Y por mí
se expone en aquellas tierras
a pillar un tabardillo
que se lo lleve pateta!...
¿Y Lorenzo? ¡No ha venido
esta tarde!
DOÑA BLASA Quizá venga.
LUCÍA ¡Lorenzo! ¡Qué hermoso nombre!
¡Cuánta poesía encierra!
Le adoro desde aquel día
en que marchando a Vallecas
solas tú y yo en el cupé
se volcó la diligencia
y él, que venía detrás
a caballo... en una yegua,
nos salvó con su denuedo
de una catástrofe horrenda.
Desde entonces, nos amamos
con una pasión inmensa.
DOÑA BLASA ¿Pero él viene con buen fin?
LUCÍA ¡Oh, sí! Me quiere de veras.
Ya ha pedido los papeles
que han de mandarle de Cuenca;
y también me ha prometido
en el momento en que vea
al que pegó a mi papá
vengar tan vil ofensa.
DOÑA BLASA Pero, niña, ¿y el doctor?
¡Qué dirá cuando lo sepa!
LUCÍA ¿Piensas tú que no le quiero?
DOÑA BLASA ¿A él también?
LUCÍA ¡Pues buena es ésa!
A él le quiero como hermano.
¡Mira la rosa bermeja
que me mandó en ese tiesto
cuando estuvo en Valdepeñas!
Tanto la amo, que distingo
su aroma que me embelesa
del que esparcen a su lado
el clavel y la azucena...
(Se sienta con el tiesto sobre las rodillas.)
DOÑA BLASA Lo mismo me pasa a mí
y le pasará a cualquiera.
(¡Cuando están enamoradas
no saben lo que se pescan!)
Escena
II
Dichas y EL CRIADO.
EL CRIADO ¡Doña Blasa!
DOÑA BLASA ¿Qué sucede?
EL CRIADO ¡Pues es una friolera!
¡Que ahora ha llegado el doctor!
DOÑA BLASA ¡Dios mío!
EL CRIADO Hacia aquí se acerca.
(Vase.)
LUCÍA (¡Alguien vino! ¡No me importa!
¡Habrá sido la portera!)
Escena
III
Dichas y EL DOCTOR, en traje de
viaje. Trae un enorme frasco.
EL DOCTOR ¡Mi señora Doña Blasa!
DOÑA BLASA ¡Doctor! ¡Qué alegría siento!
EL DOCTOR ¡Yo también estoy contento!
¿Qué tal va por esta casa?
DOÑA BLASA ¡Tal cual!
EL DOCTOR ¡Silencio! Si llega
tal vez a oírnos...
DOÑA BLASA (En voz alta y acercándose mucho a LUCÍA.)
¡Doctor!
Puedes hablar sin temor.
¿Cómo ha de oír, si está ciega?
LUCÍA (Oliendo el tiesto.)
¡Qué bien hueles! ¡Tú endulzaste
la pena que me conduele!
EL DOCTOR Señora, ¿qué es lo que huele?
DOÑA BLASA ¡El tiesto que le mandaste!
EL DOCTOR ¡Oh, placer! ¡Le inspiro amor!
LUCÍA Doctor, ¿por qué te has marchado
tan lejos, ¡ay!, de mi lado?
¿Por qué no vienes, doctor?
(Llora.)
EL DOCTOR ¿Qué importa lo que sudé?
¿Qué vale lo que sufrí,
si en este momento oí...
lo mismo que ha oído usté?...
¡La Mancha! ¡Allí sin sosiego
terribles luchas sostuve!
¡Un año en la Mancha estuve
comiendo pisto manchego!
Pasé a las yerbas revista
para buscar sin reposo
el remedio portentoso
que ha de curarle la vista.
¡El espíritu se ensancha
y se agita el corazón
ante la vegetación
esplendente de la Mancha!
Allí aromático brota
junto al roble el azafrán;
allí las encinas dan
bellota, ¡mucha bellota!;
allí observar he podido
en sus campos, nunca yermos,
los orondos paquidermos
que dan tan buen embutido.
Mil fieras, ¡qué atrocidad!,
hallé al buscar mi tesoro,
y un día, por poco un toro
me parte por la mitad.
Allí hay yerbas prodigiosas
que no hay en toda la tierra,
y entre sus fibras se encierra
una esencia... y otras cosas.
Esas yerbas, que en gran parte
yo he recogido el primero,
las machaqué en un mortero,
las destilé según arte,
y de éste
(El frasco de viaje.)
en lo más profundo,
anti-oftálmico-científico,
se encierra el gran específico
que será asombro del mundo.
En cuanto aspire su esencia
tendrá vista la que yo amo,
¡y esto será un gran reclamo
para La Correspondencia!
¡Huya ante mí la desgracia!
¡Yo a la humanidad consuelo!
¡Si el sol siempre está en el cielo,
yo estoy siempre en mi farmacia!
DOÑA BLASA ¿Pero es verdad?
EL DOCTOR Sí, señora.
DOÑA BLASA ¡Lucía!
LUCÍA ¡Mamá!
DOÑA BLASA ¡Hija mía!
EL DOCTOR (Conteniendo a DOÑA BLASA.)
Es temprano todavía;
no le doy el filtro ahora.
DOÑA BLASA ¡Por Dios, que acabe su mal!
EL DOCTOR ¡Vaya! ¡No se apure usté!
Yo la vista le daré...
DOÑA BLASA ¿Cuándo?
EL DOCTOR ¡En la escena final!
LUCÍA ¡Pasos de caballo siento!
¡Es Lorenzo! ¡Es él!
(Se levanta y se dirige a la puerta de la derecha.)
EL DOCTOR ¡Infiel!
Doña Blasa, ¿quién es él?
DOÑA BLASA Su novio.
EL DOCTOR ¡Horrible tormento!
¡Y para esto fui a sudar
a la Mancha! ¡Pesiamí!
DOÑA BLASA Anda, vámonos de aquí,
que tendrán mucho que hablar.
(Vanse puerta primera izquierda.)
Escena
IV
LUCÍA y CARLOS, por la puerta de la
derecha.
CARLOS Lucía del alma mía,
tierno capullo de rosa,
azucena primorosa
que nace al trotar el día;
arroyo de mis rumores,
estrellado firmamento
que tienes en el aliento
el aroma de mil flores;
limpio lucero esplendente,
mariposa entristecida
que lloras agua florida
que aromatiza el ambiente,
¿por qué te nublas, mi sol,
ante el que humilde me postro?
¿Por qué se tiñe tu rostro
de misterioso arrebol?
LUCÍA ¡Un presentimiento negro
respecto al doctor sentí!
CARLOS ¡Qué! ¿Ya ha llegado?
LUCÍA ¡Ay de mí!
¡Ya no volverá!
CARLOS (Me alegro.)
LUCÍA ¡Siento que no esté a mi lado!
CARLOS (Con voz ronca.)
¡También lo siento, Lucía!
LUCÍA ¡Hoy tienes la voz sombría!
CARLOS Es que estoy acatarrado.
Y además veo, mi bien,
que estás triste, ¿y quién resiste
tu tristeza? ¡Al verte triste
me pongo triste también!
(Le lleva trágicamente al proscenio.)
¿Ves el cielo trasparente?
¿Ves la luna en el ocaso?
¿Ves las aves a su paso?
¿Ves la azucena inocente?
¿Ves del lago el limpio tul?
¿Ves la veloz golondrina?
¿Ves la empañada neblina?
¿Ves el firmamento azul?
¿Ves el rojo sol dorado?...
LUCÍA ¡Cómo ver ni azul ni rojo,
si soy tuerta de este ojo
y tengo este otro tapado!
CARLOS ¡Es verdad! ¡Qué bruto soy!
LUCÍA ¡Grandes son mis desventuras!
¡Tres años viviendo a oscuras
sin saber por dónde voy!
Y además tengo un deseo...
CARLOS ¡Di qué deseas, Lucía!
LUCÍA ¡Ay, que no sé todavía
si eres guapo o si eres feo!
CARLOS ¿Y eso te da tan mal rato?
Pues si eso es lo que deseas,
para que a ciegas me veas
te voy a hacer mi retrato.
Mi estatura es regular
y bizarra mi apostura,
es flexible mi cintura,
gracioso el modo de andar;
es rosada mi mejilla,
mis ojos son muy rasgados,
son mis cabellos rizados
y uso en la cara patillas;
tengo la frente espaciosa,
son mis labios de coral,
mi sonrisa angelical
y mi nariz primorosa.
Y después de todo esto,
te digo, mi bien amado,
que si es que de algo he pecado,
he pecado... de modesto.
LUCÍA ¿Es posible? ¡Qué alegría!
¿Conque eres guapo? ¡Oh, placer!
¡Pero yo quisiera ver!...
CARLOS Pues no lo quieras, Lucía.
Así te evitas mil sustos
y siempre feliz serás.
La vista no sirve más
que para darnos disgustos.
¡La oscuridad es la calma!
¿Pues dónde hay mayor ventura
que en eterna noche oscura
andar y romperse el alma?
¡La luz al pecho asesina!
¡No hay momentos más felices
que al romperse las narices
al revolver de una esquina!
LUCÍA ¡Mi Lorenzo!
CARLOS (Se abrazan.)
¡Bien querido!
Escena V
Dichos y EL DOCTOR.
EL DOCTOR ¿Qué es lo que veo, gran Dios?
¡Abrazándose los dos!...
¡Me he lucido! ¡Me he lucido!
¡Voy a reventar de ira!
(A CARLOS.)
¡Basta!
CARLOS ¡Su voz!
EL DOCTOR ¡Él aquí!
¡Carlos! ¡Tú! ¡Su novio!
CARLOS ¡Sí!
EL DOCTOR ¡Hombre, parece mentira!
Pero ¿ella sabe quién eres?
CARLOS No lo sabe, ¡cállate!
EL DOCTOR Pues bien, yo se lo diré.
CARLOS ¡Calla, si morir no quieres!
¿Conque me debes la vida
y así me quieres pagar?
EL DOCTOR ¡Es verdad, debo callar!
CARLOS Pues punto en boca en seguida.
(Tapándole la boca violentamente.)
EL DOCTOR (Muy alto.)
¡Yo cumpliré mi promesa!
LUCÍA Esa voz que oyendo estoy...
Doctor... ¿Eres tú?
EL DOCTOR ¡Yo soy!
LUCÍA ¡Abrázame!
(Se abrazan.)
EL DOCTOR (A CARLOS.)
¡Chúpate ésa!
(A LUCÍA.)
¡Ya ha un rato que estoy aquí!
LUCÍA ¡A ser dichosa comienzo!
¡Lorenzo!
(Llamando al lado opuesto adonde está CARLOS.)
EL DOCTOR (Mirando a todos lados.)
¿Cómo Lorenzo?
CARLOS (A EL DOCTOR.)
¡Es que ahora me llamo así!
LUCÍA Cuando sepa que has venido
mamá, ¡qué placer tendrá!
Voy a llamarla. ¡Mamá!
Escena
VI
Dichos y DOÑA BLASA.
DOÑA BLASA ¿Qué pasa? ¿Qué ha sucedido?
LUCÍA Aquí tienes al doctor.
DOÑA BLASA Sí, ya le he visto, hija mía.
LUCÍA ¿De veras?
DOÑA BLASA ¿Y todavía
no sabes tú lo mejor?
LUCÍA ¿Qué?
DOÑA BLASA ¡Que entre yerbas y abrojos
en su viaje científico
ha encontrado el específico
que ha de curarte los ojos!
LUCÍA ¡Dios mío!
CARLOS (¡Temblando estoy!)
(A EL DOCTOR.)
¿Es cierto?
EL DOCTOR (A CARLOS.)
¡Pues no ha de ser!
CARLOS (¡Bonita se va a poner
en cuanto vea quién soy!)
EL DOCTOR (A LUCÍA.)
La nube de tu desgracia
yo disiparé al momento.
LUCÍA Bendito medicamento.
CARLOS (¡Reniego de la farmacia!)
(A EL DOCTOR.)
¡Es que te advierto que yo
no lo puedo tolerar!
EL DOCTOR (A CARLOS.)
Yo he prometido callar,
pero no curarte, ¡no!
(Este aparte dígase volviendo la espalda a los otros personajes para
hacer la caricatura de los apartes teatrales.)
(¡Si será este hombre egoísta
cuando tanto mal desea,
que temiendo que le vea
prefiere que esté sin vista!)
(A CARLOS.)
¿Cómo ha de quererte a ti
que su mal quieres ahora?
CARLOS (A EL DOCTOR.)
¡Se adora porque se adora,
y se adora... porque sí!
LUCÍA ¡Por Dios que estoy impaciente!
¡Dame con la luz la vida!
DOÑA BLASA ¡Dale ese filtro!
EL DOCTOR En seguida.
(A LUCÍA.)
¡Prepárate a oler!
CARLOS (A EL DOCTOR.)
¡Detente!
¡Gran Dios! ¡Lo que va a pasar!
¡Ella!... ¡Yo!... ¡Jesús!... ¡No sé!...
(A DOÑA BLASA.)
¡Señora, quítese usté,
que me voy a desmayar!
(Cae desplomado.)
Escena
VII
Dichos y BARREÑO.
EL DOCTOR ¡Menudo porrazo dio!
BARREÑO ¿Qué es eso? ¿Se ha roto algo?
LUCÍA ¿Qué ha sucedido?
EL DOCTOR No es nada.
Es simplemente un desmayo.
El calor...
(A BARREÑO.)
Llévale dentro,
que necesita descanso.
BARREÑO ¿Y qué le doy?
EL DOCTOR Flor de malva
y alguna taza de caldo.
(Vase CARLOS apoyado en BARREÑO por la puerta segunda izquierda.)
Escena
VIII
Dichos menos CARLOS y BARREÑO.
LUCÍA Dame ya, dame ese filtro,
que con ansiedad lo aguardo.
EL DOCTOR No es posible.
LUCÍA ¿Por qué no?
EL DOCTOR Porque el pulso está agitado
(Se lo toma.)
y esto requiere sosiego
y tranquilidad de ánimo.
LUCÍA ¿Y tienes seguridad
de obtener buen resultado?
EL DOCTOR ¡Pues ya lo creo! En la Mancha
un pastor, a quien de un palo
le habían saltado un ojo,
no hizo más que oler el frasco
y él volvió el ojo a su sitio
y el hombre quedó curado.
DOÑA BLASA Pues no es nada lo del ojo...
¡Y lo llevaba en la mano!
LUCÍA ¿Y en qué consiste, que cura
de ese modo extraordinario?
EL DOCTOR A su influjo la pupila
aumenta, crece de diámetro,
porque se contrae el iris
de su acción con el espasmo;
se inyecta la conjuntiva
y el cristalino aumentando
hace que el humor acuoso
adquiera un color más claro.
Los bordes de la retina
y el nervio óptico a su paso
animan a la esclerótica
y, al borrar su tinte opaco,
dan tensión a varios músculos,
desingurgitan los vasos
y luego, teniendo en cuenta
la carúncula, los párpados,
la córnea, la idiosincrasia
y el temperamento orgánico,
hace que cuando a las cámaras
van en reflexión los rayos,
se proyecten las imágenes
¡como en cliché fotográfico!
DOÑA BLASA (¡No he entendido una palabra,
pero este chico es un sabio!)
LUCÍA ¡Cuánto por mí has aprendido!
EL DOCTOR Yo por la ciencia trabajo.
Mas tú estarás fatigada
y necesitas descanso.
Vamos... entre bastidores
a que reposes un rato.
(Vanse.)
Escena
IX
CARLOS y BARREÑO. El primero sale
con la capa casi arrastrando.
BARREÑO Señor, ¿te sientes mejor?
CARLOS Me resiento del porrazo.
Me duele un poco este brazo.
BARREÑO Pues marchémonos, señor.
CARLOS ¡Sí, marchemos en seguida!
Salgamos pronto de aquí.
¡Lucía descansa allí!
¡Adiós, mi encanto, mi vida!
¡Ya del sol al claro brillo
no hemos de vernos jamás!
¡Ya no volveremos más
a hablar por el ventanillo!
¡Ya de tu hermosa esperanza
no gozaré los consuelos,
ni te traeré caramelos,
¡ay!, de La Dulce Alianza!
¡No volveré a verte, no,
para que tú no me veas!
¡Adiós, hermosas ideas!
¡Ya todo, todo acabó!
Vámonos, Barreño.
(Al volverse da un encontrón con él.)
BARREÑO Un coche
nos espera; ¡vamos ya!
CARLOS (Deteniéndole.)
¡En ese mismo sofá
me dio un pellizco una noche!
¡Marcharme! ¿Y tú lo pensaste?
¡Dejarla! ¿Tú lo dijiste?
¡Largarnos! ¿Tú lo creíste?
¡Pues buen chasco te llevaste!
Pero, ¡ay Dios!, marchemos, ¡sí!
BARREÑO Pues señor, ¿en qué quedamos?
¿Nos vamos o no nos vamos?
CARLOS ¡No señor, me quedo aquí!
BARREÑO (¡El amor le trastornó!)
CARLOS Insisto y no he de marchar,
porque me quiero casar.
¿Quién puede impedirlo?
Escena X
Dichos y EL DOCTOR.
EL DOCTOR ¡Yo!
CARLOS ¿Tú lo dices?
BARREÑO (A CARLOS.)
¡Ten prudencia!
CARLOS ¡Tanta obstinación me exalta!
BARREÑO (A CARLOS.)
Fuera estoy por si hago falta.
CARLOS ¡Márchate! (Tendré paciencia.)
Escena
XI
CARLOS y EL DOCTOR.
CARLOS ¡Su amor mi pecho ambiciona!
¡Su amor! ¡Su amor o la muerte!
Yo no he querido ofenderte,
y si te ofendí, perdona.
(Arrodillándose.)
¿Ves? No tengo vanidad.
¡Ay, da tu amor al olvido!
De rodillas te lo pido
con mucha necesidad.
¡Yo don Carlos de Alcorcón,
de Italia espanto y de Flandes,
yo un matón de los más grandes,
perdón te pido, perdón!
EL DOCTOR Cesa, Carlos, de implorar,
que en mi amor no cederé.
CARLOS (¡Vive Dios!)
EL DOCTOR Ponte de pie,
que así te vas a cansar.
(Levantándole, dándole un golpe debajo de la barba.)
En vano tu amor suplica,
y más tu ambición no aguarde,
conque abur, y hasta más tarde,
que me voy a la botica.
CARLOS ¡No! ¡No marcharás, pardiez!
Si tu amor propio es inmenso,
aguarda, te daré incienso.
EL DOCTOR Pues acaba de una vez.
CARLOS Tu ciencia bien se adivina;
tienes talento y audacia,
eres doctor en farmacia
y doctor en medicina.
Sabes materia animal
y fisiología humana,
gramática castellana
y química general.
Sabes botánica, lógica,
física y anatomía;
entiendes la astrología
y la ciencia patológica.
Sabes farmacia al dedillo,
conoces la ipecacuana,
el catecú, la genciana,
el ruibarbo y el tomillo,
el opio, la cinconina,
la magnesia, los fosfatos,
el éter, los carbonatos,
las píldoras de quinina,
los jarabes, los... En fin,
¡eres en ciencia muy ducho!
¡Sabes mucho! ¡Sabes mucho!
¡Y yo soy un adoquín!
EL DOCTOR ¡Modestia!
CARLOS ¡Pura verdad!
Mas ¿qué valen tus jarabes,
doctor, si en amor no sabes
de la misa la mitad?
EL DOCTOR ¡Mi ciencia, ¡por Belcebú!,
fuera ciencia sin valor
si no supiera en amor
algo más que sabes tú!
CARLOS ¡Vive Dios, que ya me abrasa
ese tonillo altanero!
(Cogiendo un garrote.)
EL DOCTOR Envaina pronto ese acero,
que se acerca doña Blasa.
Escena
XII
Dichos, DOÑA BLASA y LUCÍA.
DOÑA BLASA ¡Que se impacienta Lucía!
LUCÍA ¡Vamos, ya no espero más!
¡Dame el filtro!
EL DOCTOR ¡Toma!
CARLOS ¡Atrás!
DOÑA BLASA Pero hombre, ¡qué tontería!
LUCÍA ¡Por Dios!
CARLOS Espera otro rato.
LUCÍA Pero ¿por qué?
DOÑA BLASA ¡Qué sé yo!
EL DOCTOR ¡Yo quiero que vea!
CARLOS ¡No!
(A EL DOCTOR.)
¡Si le das eso te mato!
LUCÍA ¡Ese afán me desconsuela!
CARLOS ¡Dáselo! ¡Cómo ha de ser!
(A LUCÍA.)
¡Quita la venda! (¡Va a ver!
¡Qué horror! ¡Apago la vela!)
(CARLOS sopla la vela y la escena queda a oscuras.)
DOÑA BLASA ¡Jesús, ese hombre está loco!
CARLOS ¡Ahora te voy a matar!
EL DOCTOR ¡Yo también quiero luchar!
(Coge otro garrote.)
LUCÍA ¡Yo no veo!
DOÑA BLASA ¡Y yo tampoco!
CARLOS ¡Cobarde!
(Dan garrotazos en el suelo y muebles buscándose.)
EL DOCTOR ¡Infame!
CARLOS ¡Bribón!
¡Vas a acordarte de mí!
DOÑA BLASA Pero hombre, ¡pegarse aquí!
¡Qué falta de educación!
¡Esto se pone muy malo!
¡Pero por Dios!
LUCÍA ¡Basta ya!
DOÑA BLASA Hija mía, ven acá,
¡que van a pegarte un palo!
LUCÍA ¡Se ha nublado mi deseo!
DOÑA BLASA ¡Favor!
LUCÍA ¡Socorro!
Escena
XIII
Dichos y BARREÑO, con una vela.
BARREÑO ¿Qué pasa?
¿Qué sucede en esta casa?
LUCÍA (Viendo a CARLOS.)
¡Gran Dios!... ¡¡Lorenzo!!... ¡Te veo!
CARLOS ¡Me ha visto!
LUCÍA ¡Mamá, mamá!
¡Es él! Él. ¡Quién lo diría!
DOÑA BLASA ¿Y quién es él, hija mía?
LUCÍA ¡El que pegó a mi papá!
¡Y yo le di mi albedrío,
y mi cariño, y mi fe!...
CARLOS ¡Sí! Yo a tu padre pegué;
¡pero antes él pegó al mío!
¡Venganza te prometí
y yo nunca falto, no!
¡Mira cómo cumplo yo
la palabra que te di!
(Saca un enorme puñal, hace el ademán de clavárselo y se lo mete
debajo del brazo. Luego se acuesta sobre la capa que BARREÑO habrá
extendido en el suelo.)
¡Adiós!
(Con la mayor naturalidad.)
Me maté.
LUCÍA ¡Me pierdes!
CARLOS (Agonizante.)
¡Te adoro!
LUCÍA ¡No me maltrates!
¡Yo no quiero que te mates!
CARLOS (Natural.)
¡A buena hora, mangas verdes!
LUCÍA ¿Está muerto?
EL DOCTOR ¡Sí, no hay duda!
LUCÍA (Trágicamente.)
¡Soy su esposa!
EL DOCTOR No por cierto.
¡Estando como está muerto,
sólo puedes ser su viuda!
(LUCÍA, DOÑA BLASA y BARREÑO lloran estrepitosamente.)
¡No lloren ustedes!
LOS TRES ¡Ah!
EL DOCTOR ¿Qué importa lo que pasó?
(A CARLOS.)
La parodia se acabó.
Puedes levantarte ya.
(Cogiéndole para levantarle por el trasero
_con perdón de ustedes_
del pantalón a la manera que suelen hacerlo los clowns de los
circos.)
CARLOS (Al público.)
Público amigo y señor,
tan sólo se han parodiado
las obras de gran valor:
justo es que lo haya logrado
la esposa del vengador.
Si tuvimos la fortuna
de agradarte en cosa alguna,
da, porque crezca su fama,
cien palmadas para el drama
y para nosotros, una.
FIN DE
LA PARODIA
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