Acepta unas aceitunas que el Betis patrio me envió: puedes asegurar que nada hay mejor; y suelas, no las que para el uso del talón da el zapatero, sino las que crían las ricas ondas del Océano; y cambrones, que yo mismo acabo con mi pulgar de coger, que por mí tú sabes, sabio Serrano, comer. Si del padre de Samos te gustan los buenos preceptos, no se te pueden dar mejores regalos que éstos. |
DE LA HERMOSURA EXTERIOR DE NUESTRA SEÑORA Rubios son, como el oro que en el crisol se acendra, sus cabellos; en ellos mi tesoro tengo, pues son tan bellos que me tiene cautivo en uno dellos. Y mucho más si deja por el cuello, al desgaire, derramada la dorada madeja, cual suele la manada de cabras de Galaad apacentada. . Las mejillas hermosas, cual nubes al oriente arreboladas, más blancas son que rosas de rojo matizadas: cual colorados cascos de granadas. Parecen una cinta vuestros labios, ¡oh Virgen soberana!, teñida en fina tinta de carmesí o de grana, de quien sabrosa miel destila y mana. Parecen vuestros dientes, más blancos que el marfil, a las manadas que suben de las fuentes, do fueron descargadas del peso de la lana, y jabonadas. . Pues la voz sonorosa que sale articulada de la boca, tan dulce es y graciosa que ablanda lo que toca: diamante, o pedernal, o dura roca. Tenéis una fontana debajo de la lengua, tan sabrosa, que miel y leche mana, y así está tan melosa que excede en dulcedumbre a toda cosa. Pues la garganta pura, sobre los tiernos hombros levantada, parece, en la postura, a la torre encumbrada, con muro y contramuro edificada.
¿Qué diré de los pechos, de leche milagrosa abastecidos? Semejantes son hechos a los recién nacidos cabritos, entre lilios mantenidos; más frescos son, y hermosos, más blancos, que el jazmín y armiño fino; más dulces y sabrosos que el esmerado vino, y que el ambrosía, que es manjar divino.
Y si alguno ha notado que excedo en encumbrar vuestra hermosura, señal es que ha quedado tan corto de ventura que no mereció ver vuestra figura. Porque si éste alcanzara a ver, aunque de lejos, vuestra alteza, a voces pregonara, absorto en tal belleza, que echó su resto en vos naturaleza.
Pues, ¿qué diré, Señora, de vuestro vientre puro? A vos me ofrezco. Guiad mi lengua ahora, que veis que ya enmudezco, y en un vuelo tan alto desfallezco. Un vaso me parece de marfil primamente fabricado, cuyo precio engrandece de perlas ser sembrado, y de finos safiros rodeado. Parece un trigo hermoso cercado de mil flores muy amenas, fértil, dulce, oloroso, con frescas azucenas que alrededor le cercan como almenas.
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Paráfrasis sobre el Cantar de Cantares de Salomón en tono pastoril
En los floridos valles de Siona junto con el otero, dó el hijo de Jesé, zagal chapado por tirar con la honda muy certero, la su gentil corona ganando, fué entre todos señalado: allí en un verde prado vi debaxo una sombra una pastora graciosa y bella, aunque algo tostadilla. Paréme para oilla, y á ver qué cosa fuese causadora del ansia gastadora que dentro si tenia: porque con los suspiros que enviaba, tales que ayre ardia, encendida en deseo se mostraba. En su cantar sentí, que amor la fuerza, y no le dá reposo haciendo al delicado pecho guerra, solo por el deseo de su esposo, al qual llamar se esfuerza tanto, que mueve á compasion la sierra. No mucho se destierra su esposo, porque está tambien herido de una otra flecha tanto más pujante,
por
no poder apacentar sus ojos sus ansias refrenar, que no rompiesen, este cantar diciendo,
lugar daba á sus quejas que saliesen Capítulo I
ESPOSA Theolampo mio, ¿qué tardanza es esta? ¡ay! ¿quién te me detiene? ¿dónde estás? ¿No respondes? ¿qué te has hecho? ¿Cómo no quieres que en tu ausencia pene aquella á quien le cuesta tu amor el corazon que está en su pecho? Bien sientes qué despecho tendré conmigo misma no te viendo, porque tengo temor que no me quieras. Si tú mi amante fueras, vinieras, la mi pena no sufriendo. Yo juro que en te viendo, seria yo guarida, y aunque la muerte ya de mí triunfase, tornaria a la vida, si un beso de tu boca yo alcanzáse. No hay en el mundo mas sabroso vino que al bebedor contente y quite sus cuidados y dolores, y lo haga á gran bien estar presente, que á aquel dulzor divino se pueda comparar de tus amores: pues solo los olores que de tí salen, tanto acá trascienden, y en tanto amor encienden, como ólio que derrama algalia, que en bugetas se reparte: así huele tu fama, que á todas las doncellas hace amarte. Plugiese á Dios de el cielo, que me asieses, Theolampo, de la mano, y me llevases una vez contigo, seguirte hia con correr liviano por dó quiera que fueses; que sin tí estando, no estaria conmigo. Este mi Rey que digo, me dará entrada en su palacio eterno, donde veremos todas sus riquezas: y si á esto me avezas, en mí apacentarás un gozo tierno, y todo mi gobierno será siempre decir, que no hay vino que iguale con tu amor: y tú podrás sentir quanto se hace amable este dulzor. Aunque parezco en mi color morena, Solimitanas Dueñas, en todo el resto soy graciosa, y bella, como los pabellones, que en las breñas y por la ardiente arena están tendedidos, y el Alarbe huella: tan linda como aquella cortina que en su templo Salomone tendió, que dentro gran riqueza muestra, ni fuera de ella hay muestra. ¿Por qué el color moreno espanto os pone? ¡Ay! Dios se lo perdone! los hijos de mi madre me forzaron que guardando sus viñas me tostase, y nunca me dejaron que la mi viña propia bien guardase. Hadme saber, ó amor de la mi alma, dó el tu ganado pace, y hacia donde sestea tu rebaño: ó quando el sol en la mañana nace, ó quando el ayre encalma dó le defiendes del calor estraño; porque si yo me engaño en te buscar, sin ir, dó estás, muy cierta, andando por los montes y las fuentes, Amor, ¿no paras mientes que andaré fatigada y medio muerta, y que si acaso acierta verme quien no conozca, al punto pensará de mí mil males, que ando de choza en choza buscando sin vergüenza los zagales?
POETA Al dulce lamentar de aquesta amante callaba el campo todo, movido á compasión de una tal queja: y no es tan vano el lastimero modo, que el alma no quebrante á su esposo, que de ella no se aleja. Amor ya no le dexa atormentar su amada con silencio: que le es amargo asencio ver el mal de su esposa, y no guarillo: y con un son, que oillo bien pueda, le responde cantando porque mas su pecho mueva desde las breñas, donde por gran requiebro su presencia encueva.
ESPOSO Eumenia, para mí dulce y graciosa mas que muger de quantas hoy se arrean, si tú no sabes, mi querida esposa, hallar las mis ovejas dó sestean, aballa tu ganado presurosa, y tus cabritos que pacer desean: la huella ven siguiendo á los pastores, que entre ellos hallarás á tus amores. Mas linda, mas ligera, y mas lozana eres á los mis ojos, mi querida, que la yegua de Egipto muy galana, que en el mi carro suele andar uncida. Tus mexillas, Eumenia, muy de gana entre sus joyas tienen mi alma asida. Dos tórtolas te tengo muy labradas de oro, y en blanca plata rematadas.
ESPOSA ¡Quan dulce es tu presencia, esposo amado! mis cosas sienten todas su alegria. Mira en sentirte donde estás sentado que olor esparce la bugeta mia, El manojo de mirra muy preciado que siendo amargo, suave olor envia, manojo es para mí mi esposo bello, entre mis pechos quiero yo traello. De canfora un racimo muy suave donde sale el licor que siempre dura, y junto al mar, que no sustenta nave, en las viñas de Engadi es su postura: tal es quien de mi pecho tiene llave, y solo cierra y abre su clausura: y aun poca suavidad es la que digo, mayor espira de mi dulce amigo.
ESPOSO La beldad toda en tí hace aposento, en tí, mi amiga, toda la lindeza. Tus ojos, que me dan tan gran contento en su mirar honesto y su clareza, sus rayos, su color, su movimiento su redondéz estraña, y su grandeza remedan mucho los de la paloma, quando por la mañana el rayo asoma.
ESPOSA Tu gracia y tu beldad es la que abrasa mi corazon contino en viva llama: de flores que cogí, quando mas rasa el alba estaba, es hecha nuestra cama, que grande suavidad de sí derrama: de cedro es la madera de la casa, el corredor cipreses lo sustentan, porque de el tiempo injuria nunca sientan.
Capítulo II
ESPOSO Tal soy como el campo nunca arado rosa, que lejos el su olor extiende, y la su vista á nadie se defiende, y cunde mas su olor, si la han hollado, viene en ella el rocío descombrado: no tiene impedimento para su crecimiento, y dá contentamiento tal que cualquiera á verla es convidado. Soy el lírio en los valles esmerado nacido entre los prados deleytosos, que entre las verdes uvas muy hermosos sus vástagos extiende, y muy preciado. Por el mi olor de todos soy amado, y al dulce movimiento del pasagero viento de mí espira un aliento de grande suavidad acompañado. Aquella, que me vino tanto en grado, tal es entre los rostros mas hermosos de las mugeres, como entre enojosos espinos es el lírio delicado, que mientras mas está de ellos cercado mayor contentamiento dá con su vencimiento; y á su crecer esento el sol le dá favor muy abastado
Es el mi esposo tan aventajado entre los hombres mas presuntuosos, quanto entre los espesos, y montuosos ramos el verde cedro es escollado El fruto que produce es muy loado, y quando yo me siento cansada y sin aliento, debajo de él me asiento: ¡ó! quan dulce su fruto he yo hallado! En las bodegas de mi dulce esposo entré yo, no por mí, mas por su guia, porque su dulce amor es mi bandera ¡Ay, ay, amor, dulce y gracioso, ¡cómo me privas de la fuerza mia!!! Dadme, del vino, que no muera: poned manzanas á mi cabecera, y otros olores con que me consuele: traed, traed de vino vasos llenos; henchid, henchid mis senos de olor que dentro de mi pecho cuele, porque de amor el corazón me duele. No puedo ya, no puedo ya tenerme, porque el amor la fuerza me ha robado, y gran desmayo acometerme siento. ¡Oh, si el mi bien viniese aquí á valerme! ¡Si lo sintiese yo estar á mi lado! yo tornaría en mí con grande aliento. Su izquierda mano por sustentamiento sintiese yo debajo de mi cuello, y sobre mí ciñese su derecha! solo esto me aprovecha, que otro remedio procurar, que vello, es no cobrar vigor, antes perdello.
ESPOSO Doncellas frescas de Jerusalén, que por espesos bosques y dehesas andais, la dulce caza exercitando, así os suceda en caza siempre bien, y de rústicas ciervas y montesas cabras torneis á casa triunfando, que quando veais en sueño reposando mi dulce amor, no me lo despertedes: dexadla reposar, dexadla duerma, que está de amor enferma, basta que ella despierte: así os gocedes, y así nunca vos mientan vuestras redes
ESPOSA Engáñome, ¿ó es la voz de aquel que yo amo? ella por cierto es esta que he sentido: helo, helo dó viene con presteza. ¡Oh esposo amado mio, que te llamo! con que velocidad á mí has venido, que no te estorva monte, ni aspereza! cabra montes con tanta ligereza no corre, ni el cabrito aguija tanto, Tras la pared se puso acá viniendo mirando está y riendo. Helo por la ventana, helo al canto de la mi reja está mi esposo santo. Hablóme el mi querido: vente, amiga, levanta de dó estás, y vente presto: belleza á quien mis ojos se ligaron, que el frio que á los cuerpos dá fatiga pasó ya, y el invierno tan molesto: las nubes los sus vasos ya cerraron, las flores sus capullos ya rasgaron, ya se comienza á engalanar la tierra, y el canto de las aves ya resuena: en esta sazón buena, la tortolica, á quien amor dá guerra, cantando su pesar de sí destierra. Ya muestra la higuera el dulce parto, y está cargada de sus restrallones: en cierne están las pampanosas vides, del año está venido el dulce quarto, que quita las tristezas y pasiones. Ven presto, amiga, ven, no te descuides, que si el camino mides con priesa, bien me hallarás, zagala: ven, ven, paloma mia bella y tierna, aquí está una caverna en este risco, y en aquesta escala un agujero está, que dentro cala. En estas cuevas verte yo queria, amorosa, y dulcísima paloma, aquí haremos bien nuestra compaña, tu voz oyendo yo me alegraria, y tu figura que al mi pecho doma, dará á mis ojos contenteza estraña, matad la mala casta que os daña, matad las raposillas mas pequeñas que hacen tanto daño en el renuevo del mi majuelo nuevo, buscadles sus camadas por las breñas, y dad con ellas en las duras peñas. Mio es aquel esposo, y yo le tengo, que entre los lirios su postura hace, aquel que liga todo mi deseo á solos sus amores yo me atengo: seré yo tuya mientras no deshace su tela aquesta vida que poseo, en el su amor toda mi alma empleo. Recoge presto, esposo, que hay tal siesta que de calor el mundo se abochorna. Vuelve, que ya las sombras huyen, torna, torna ligero como cabra presta,
como
el gamito aguija por la cuesta.
ESPOSA ¡Ay triste! ¿Qué haré? pensé yo que en mi cama de noche al mi querido hallaría, pero no lo hallé: por lo que se derrama, y de mí huye la alegría. En esta ciudad mia con gran pasión andando buscarlo determino: ni calle, ni camino, ni barrio he de dexar, mi amor buscando. ¡Mas ay! que no le hallo cansada entre los hombres de buscallo! Buscándole me hallaron las guardas, y la ronda que toda la ciudad siempre rodea. Pregunté si toparon aquel á quien abonda la gracia, á quien mi corazón desea. Pasé de esta ralea de belicosa gente, y luego me encontrára con el que yo buscára. Asíle por la mano fuertemente, y no le he de soltar hasta en cas' de mi madre lo encerrar. Ruego vos, ó doncellas las de Jerusalén, que por los bosques fieras perseguides: así las cabras bellas mateis, y así tambien no herreis las ciervas, quando las seguides, que quando vos sentides que duerme mis amores, no le hagais estruendo. Dexadlo estar durmiendo, y cesen vuestros silvos y clamores en este sueño fuerte hasta que de su grado se despierte
CORO ¿Quién es la linda esta que sube de el desierto como nube de humo muy fragante? De mirra va compuesta, y con gentil concierto mezclada con encienso de Levante, perfume tan pujante quando el calor lo gasta. Jamas tan bella y linda criatura, parece una mixtura de todos los olores, una pasta: suave en este olor, bien muestra ser hechura de amor.
ESPOSA que tiene Salomone, están sesenta hebreos caballeros armado bien su pecho: cada uno bien se pone su espada muy apunto de guerreros, en el reñir muy fieros, están todos armados: espanto pone el verlos, nadie osa acometerlos, en torno de su cama y aprestados, su oficio es ofender á quien de noche viene á acometer. Una gran tienda armó Salomón poderoso, de Líbano se traxo su madera, colunas le formó de aquel metal precioso, que es blanco, fuerte, y lucío en gran manera: el techo no es cualquiera, mas hecho de oro fino, de púrpura entoldado, y al rededor cercado: está cubierto de un amor divino, amor tal que enamora á qualquier dama, que en su casa mora. Doncellas de Sión, salid á las fenestras, salid de vuestras casas presurosas, mirad á Salomón: vereis las bellas muestras, las que de ver beldad sois deseosas, de piedras tan preciosas que no hay valor, que quadre la su corona toda, que el dia de su boda le puso en la cabeza la su madre: porque en aqueste dia
dentro su pecho alvergue la alegria. Capítulo IV
ESPOSO eres, amiga mia, eres hermosa: tus ojos de graciosa paloma son, los lindos tus cabellos castaños, crespos, bellos que llegan á cubrir hasta los ojos, quitan los mis enojos. Qual linda vista hace en la aspereza del monte de Guileza el hato de las cabras, que paciendo lo cubre todo con gracia mirha: quien los tus dientes mira, ovejas trasquiladas vé volviendo de el agua, quando de labar se vienen, corderos tienen todas, ¡qué riqueza! Tus labios son de grana, el tu hablar cautiva con su gracia (tan grande es tu eficacia:) un casco de granada es la tu frente, hermosa, trasparente está, el galán cabello sobrepuja tu cuello; y tu garganta tan lozana es la torre galana que hizo el Rey David para defensa: de sus almenas cuelgan mil adargas con otras varias cargas, para que del contrario no haya ofensa: tus pechos dos cabritos saltadores son que entre flores pacen la mañana, Hasta que amanse el dia, y mientras tanto que la sombra huye, y el sol la disminuye, al oloroso monte recogerme quiero, y allá tenerme, al monte, dó la mirra se desgaja y dó el incienso quaja. Tú toda eres hermosa, amiga mia, y falta en tí no habia: del Líbano te ven acá conmigo, ten ojo donde estoi desde el collado que en Amna está empinado, dexa á Samnir y Ermon por el tu amigo, cata que allí hay leones y pardales que dos mil males hacen á porfia. Tomado has señorío dentro mi corazón, dentro mi pecho, y Reyna de él te has hecho: el fuego de tus ojos lo venció, y el tu mirar que ató mis manos sin poder descabullirme. No pude de él guarirme, esposa, hermana, en quien el alma fio, mas fuerte es mi desvio el amor tuyo, y fuerte mas que el vino, de tus ropas un olor se extiende que mucho mas trasciende, que la preciosa algalia y ambar fino, tu boca estila miel y leche dulce, que amor demulce para el gusto mio. El Líbano fragante no iguala al trascender de tu vestido, esposa, dulce nido de mi alma, tu beldad es como un huerto que no le halla abierto ninguna bestia quando vá á dañarlo, ni puede desbardarlo, y siempre en su belleza está constante. Eres fuente manante de claras aguas, limpias perdurables, que está cerrada en modo que no llegue quien suciedad le pegue: son tus pimpollos plantas deleytables, granados con su fruto muy gracioso, cipres hermoso, y nardo de Levante. El nardo, el azafrán, suave caña, suave cinamomo, qualquiera planta y pomo, y flor que suavidad de sí despida, la mirra que convida con aloes á todos a cogella, y cualquier cosa bella de buen olor en el mi huerto estan: las aguas que allá van un pozo es siempre lleno que de el Libano monte vá manando.
ESPOSA O vientos, vos soplando mezclad aqueste olor del huerto ameno, porque sin mi Theolampo al huerto asoma, las frutas coma, que mis plantas dan.
Capítulo V
ESPOSO Eumenia, hermana y muy querida esposa, yo vine al huerto en nombre mio plantado, allí cogí de mirra mil manojos, allí panales dulces he gustado, allí bebí la leche muy sabrosa, y el vino, que ahuyenta los enojos. Hermanos de mis ojos, comed, comed, amados compañeros, bebed muy placenteros, en tiempo tan alegre bien podeis, bebed quanto quereis, bebed hasta embriagaros, que gocedes, porque vuestros cuidados desechedes.
Desnuda estaba ya, mas bien he oido la voz de mi consuelo, bien la entiendo llamando estar; que aunque yo estoi en sueño mi corazon jamas está durmiendo
ESPOSO Amiga, hermana, á verte soy venido: paloma mía, ¿no oyes mi reseño? belleza, en quien me empeño, abreme, que esta noche hay gran sereno. Eumenia, por quien peno, pues no es posible no me haber sentido desde que soy venido, mira que de la noche, y del rocío mojado traigo mi cabello, y frio
ESPOSA Dexé yo al acostarme mi camisa, ¿cómo la vestiré tan fria estando? Lavé mis pies: ¿pues tornaré á ensuciarme? Mas siento que mi esposo anda probando de abrir, y mis entrañas de tal guisa alborotado se han con su llamarme, que quiero levantarme, y sin tardanza iré corriendo á abrirle; que solo ya en sentirle mis manos fina mirra destilaban, mis dedos goteaban. Mas ¡ay! que mi placer es ya desierto que no le hallé aquí quando hube abierto. Busquélo, y díle voces, no responde: las guardas de la noche á mí vinieron muy mal y crudamente me trataron, las muestras de los golpes que me dieron dan testimonio tal que no se esconde. Las guardas de los muros me robaron, mi manto me quitaron: ruegoos, señoras, por amor de Dios, que si por acá vos aquel, por cuya causa peno, veis que luego le conteis quantas pasiones causa en mí su amor, que estoi por él enferma de dolor.
CORO Pues tanto, bella, tanto nos suplicas, y tanto estás por él su amor penando, ¿cómo podremos viendo conocerlo, si de las señas del que vas buscando, tú no nos das aviso, y nos lo explicas?
ESPOSA Muy bien podeis, señoras, vos saberlo que solamente en verlo lo estrañareis: su vista es muy graciosa: él es como una rosa, es rojo y blanco, bien como si en leche un fresco clavel se eche: es señalado entre infinita gente, de todos su belleza es diferente. espeso más que un bosque es su cabello, mas negro que el color, que al cuervo enmanta: sus ojos, que dan bien á conocello, son como los de un pabo muy decoro, que de un lago de leche se levanta: es la belleza tanta de sus mexillas, que es muy semejable al campo deleytable donde las olorosas flores crecen: sus labios se parecen á lindas rosas, y advertid bien, dueñas, que estilan de sí mirra por mas señas. Redondos son los dedos de sus manos, como sortija, que jacinto abraza: su vientre mas que un vaso de marfil; dos mármoles muy blancos y sin raza sobre dos trozos de oro muy galanos sus piernas son: su vista es tan gentil qual por el mes de abril el Líbano gracioso se demuestra: Mirad si es linda muestra: su gentileza excede, y su estatura al cedro en el altura: su paladar, y quanto en él se halla todo es dulzura y perfeccion sin falla.
CORO Dechado de belleza, de gracia y de lindeza, ¿pues dónde te se fué el que tanto adamas? ¿á dónde está el que amas? si puedes atinar adonde fué, dínoslo, dí, porque tenemos gran mancilla de escucharte, y queremos buscando acompañarte
Capítulo VI
ESPOSA Aquel que en mis entrañas tiene nido buscando, lo hallé entre sus vergeles, que allí por recrearse habia ido, entre olorosas plantas y donceles, cogiendo andar las rosas lo he sentido, los blancos lírios, flores y claveles: mio es él, mio; y yo soy suya, es cierto, de aquel que coge lírios en mi huerto
Eumenia dulce, y muy graciosa hermana, hermosa mas que Tirsa, y mas amable que la Jerusalén, ciudad galana, mas fuerte que una esquadra inexpugnable, abaja la tu vista mas que humana, que es tu mirar en hito intolerable, quando alzas los tus ojos robadores luego me rindo todo á sus amores. Quando yo el tu galan cabello veo, de bellas cabras hato me parece, de aquellas con que el monte Hiladeo quando por él se extienden se ennoblece: tus dientes viendo, ser ovejas creo cuya lana lavándose emblanquece, ovejas parideras á porfia que entre ellas una sola no hay vacía. Graciosa, bella y roja es la tu frente, como los cascos son de la granada, y mas que tu cabello preeminente tiene con su explendor mi alma robada: quarenta son mis Reynas, y mas veinte entre otras que no hay cuenta señalada; mas una es sobre todas la paloma, que con su amor el corazón me doma. Es una aquesta sola que mas quiero, y de su madre mas amada hija. Quantas mugeres ven este lucero, éste que mis entrañas regocija, se espantan, y la alaban por entero, por verla quien mas puede mas aguija. ¿quién es esta alba, sol, y bella luna? ¿Qué fuerte es ésta mas que otra ninguna? Yo vine al huerto de las Nogaledas, y á las regueras dó el agua camina por contemplar las frescas arboledas, tambien por ver si mi parral germina, y por mirar los bosques y moredas, y ver si la flor abre granadina. ¿Qué es esto? ¿Quién me dió alas que volase, ó caballo ligero en que tornase?
CORO Torna, torna señora Solamita, mira quantas estamos esperando deseosas de ver la tu infinita belleza, que no harta contemplando.
ESPOSO ¿Qué deseo á mirarla vos concita? ¿Cómo estais tanto verla deseando? Repartidas estais y hechas calle, como esquadron se pone en un gran valle.
Capítulo VII
ESPOSO En el meneo, en el andar tan diestro los tus pies vencen toda hermosura con su calzado rico, y ornamento: la redondez de el muslo, y su juntura es como un bel collar, que un gran maestro de oro torneó, gentil en hermosura: tu ombligo fabricó tambien natura como una bella tuna en redondeza, y siempre es fuerte, siempre fruto tiene: tu vientre qual conviene como un monton de trigo es que en belleza envuelto, y lírios viene: tus pechos dó se anidan los amores son como dos cabritos saltadores. Tu cuello es una torre de marfil: tus ojos claros, llenos, refulgentes
como
piscinas hechas en Esbon, recibe; y el tu rostro tan gentil parece al muy hermoso torrejón que hácia Damasco tiene el Líbanon. La tu cabeza tiene semejanza á aquel Carmelo monte muy famoso, y el oro muy precioso que de ella nace, en hermosura alcanza á un rollo muy hermoso de púrpura que bien bebió del tinte, que no hay mejor belleza, que se pinte. Toda eres bella, y tienes el primado en hermosura, gracia y gentileza: no hay quien pueda acabar de bien loarte, grande es de tu estatura la belleza. Como quien mira palma el rostro alzado, así conviene en alto á tí mirarte: tus pechos son racimos por bello arte de la natura obrados: yo querria subir en estas plantas á coger sus ramos á placer: tus pechos bellos son en demasía racimos de Velver, y el suave olor que tu nariz espira olor de fruto es, que á todos tira.
ESPOSA Quando mi amado algun buen vino bebe, tanto aquella dulzura lo trasporta, que habla como aquel, que está dormido: quando su paladar su habla corta, otra dulzura tanta de él nos viene, que á todos saca fuera de sentido: yo soy toda de mi esposo querido, y él me quiere á mí bien, que bien lo entiendo. Si tú quisieras ora, mi Theolampo, saldríamos al campo, iríate mis amores refiriendo, y quanto por tí he pasado en llanto, y dormiremos por las caserias pasando así las noches y los dias. Veremos la mandragora si huele, si abierto ha ya su flor, y tanta fruta como tengo apartada para tí que tengo mucha allí: de ella en sus ramos, de ella mas enjuta, que muchos días ha que la cogí: pues tú la has de gozar, y no otro hombre, pues se cogió, y guardó toda en tu nombre.
ESPOSA Despues que la mi alma gustó de sus amores suaves mas que cosas de la tierra, mi deseo no encalma, mas con nuevos ardores abrasa mis entrañas, dó se encierra, que quando se destierra de mí la tu presencia, muero por te buscar, y nunca te apartar, porque me dá gran pena la tu ausencia, y siempre estoy en quejas quando de mí, Theolampo mio, te alejas. Pliguiese á Dios me fueses, Theolampo, como hermano, y el pecho de mi madre tú mamases, porque siempre anduvieses conmigo por la mano, y nunca de mi casa te apartases, y quando me encontrases mil besos te daria, y quien me viese así no burlarla de mi, y luego á casa yo te llevaria, y de adobado vino te daria, y del mosto granadino. Doncellas cazadoras, las de Jerusalén, así de amor goceis os ruego y pido, no seais despertadoras, dexad dormir mi bien, dexadlo hasta que quiera estar dormido
¿Quién es quien hace ruido? ¿Cuya es esta doncella que al su esposo pegada viene muy namorada?
ESPOSA ¿Quién es quien hace ruido? ¿Cuya es esta doncella que al su esposo pegada viene muy namorada? So aqueste arbol tu madre te ha parido: aquí te parió cierto so aqueste arbol dó fué de mí despierto.
ESPOSO Suave y dulce amiga, por quien yo peno, y muero, querria de tu amor estar seguro: por tanto tú me liga, y tenme muy entero en el tu corazón sincero y puro. Querria yo, te juro, en el tu pecho estar con un muy fuerte sello, tal que otro alguno no pudiese vello, y en el tu brazo andar: y si tú a mí me quieres, mi alma vestirás de mil placeres. ¡Si bien supieras qual es del amor la fuerza, y quanto es el dolor que hay en los zelos! Golpe es mas que mortal que mucho mas nos fuerza: son mas que sepulturas los recelos: debajo de los cielos no hay llama tan ardiente, que no sea gran frescura si á la llama de amor se represente: no la podrá apagar quanta agua hay en los rios y en la mar. Si alguno con riquezas con quanto haberse puede quisiese el amor suyo rescatarlo, poderes, fortalezas, ni quanto se concede al mundo, son bastantes de apreciarlo: y digno de mofarlo con el mayor desprecio seria el que presume poner amor en precio: en pos de amor, que todo lo resume, puesto en una balanza riqueza, vida, y honra, nada alcanza. Niña es y muy pequeña que el pecho aun no le apunta á esta nuestra hermana que tenemos: quando diere ya seña de ser á esposo junta, ¿qué se hablará della? ¿Qué haremos? será bien que miremos con que se adornará: si tiene algun cimiento haremos fundamento y un palacio de plata se obrará, y sus puertas serán de cedro que jamás se cerrarán. Más fuerte que soy yo palacio no se halla, ni muro que á los males mas resista: mis pechos los juzgó por torres muy sin falla el que me amó después de la mi vista.
ESPOSO Tiene en Bahalamone el Rey Salomón viña, y á muchos la consiña: por renta en manos cada qual le pone de plata mil monedas, por el fruto de vides, y arboledas. La viña que yo he, yo mismo me la puse, y yo me hago el fruto, y soy la guarda: ¿quánto mas ganaré no permitiendo que use otro, ni que la toque en la su barda? Eumenia, mientras guarda el huerto tu presencia, y allá sentada estás, gran gozo me darás, si empiezas á cantar con vehemencia, y un tal cantar me cantes con que todos mis émulos espantes.
Canción
ESPOSA Amado, pasearás los frescos montes mas presto que el cabrito de la cabra montes, y que el gamito.
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