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Benito Arias Montano

Epigrama a Pedro Serrano

De la hermosura exterior de Nuestra Señora

Paráfrasis sobre el Cantar de los Cantaress

EPIGRAMA A PEDRO SERRANO

Acepta unas aceitunas que el Betis patrio me envió:

puedes asegurar que nada hay mejor;

y suelas, no las que para el uso del talón da el zapatero,

sino las que crían las ricas ondas del Océano;

y cambrones, que yo mismo acabo con mi pulgar de coger,

que por mí tú sabes, sabio Serrano, comer.

Si del padre de Samos te gustan los buenos preceptos,

no se te pueden dar mejores regalos que éstos.

 

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DE LA HERMOSURA EXTERIOR DE NUESTRA SEÑORA

Rubios son, como el oro

que en el crisol se acendra, sus cabellos;

en ellos mi tesoro

tengo, pues son tan bellos

que me tiene cautivo en uno dellos.

Y mucho más si deja

por el cuello, al desgaire, derramada

la dorada madeja,

cual suele la manada

de cabras de Galaad apacentada.

.

 Las mejillas hermosas,

cual nubes al oriente arreboladas,

más blancas son que rosas

de rojo matizadas:

cual colorados cascos de granadas.

Parecen una cinta

vuestros labios, ¡oh Virgen soberana!,

teñida en fina tinta

de carmesí o de grana,

de quien sabrosa miel destila y mana.

Parecen vuestros dientes,

más blancos que el marfil, a las manadas

que suben de las fuentes,

do fueron descargadas

del peso de la lana, y jabonadas.

.

 Pues la voz sonorosa

que sale articulada de la boca,

tan dulce es y graciosa

que ablanda lo que toca:

diamante, o pedernal, o dura roca.

Tenéis una fontana

debajo de la lengua, tan sabrosa,

que miel y leche mana,

y así está tan melosa

que excede en dulcedumbre a toda cosa.

Pues la garganta pura,

sobre los tiernos hombros levantada,

parece, en la postura,

a la torre encumbrada,

con muro y contramuro edificada.

 

¿Qué diré de los pechos,

de leche milagrosa abastecidos?

Semejantes son hechos

a los recién nacidos

cabritos, entre lilios mantenidos;

más frescos son, y hermosos,

más blancos, que el jazmín y armiño fino;

más dulces y sabrosos

que el esmerado vino,

y que el ambrosía, que es manjar divino.

 

Y si alguno ha notado

que excedo en encumbrar vuestra hermosura,

señal es que ha quedado

tan corto de ventura

que no mereció ver vuestra figura.

Porque si éste alcanzara

a ver, aunque de lejos, vuestra alteza,

a voces pregonara,

absorto en tal belleza,

que echó su resto en vos naturaleza.

 

Pues, ¿qué diré, Señora,

de vuestro vientre puro? A vos me ofrezco.

Guiad mi lengua ahora,

que veis que ya enmudezco,

y en un vuelo tan alto desfallezco.

Un vaso me parece

de marfil primamente fabricado,

cuyo precio engrandece

de perlas ser sembrado,

y de finos safiros rodeado.

Parece un trigo hermoso

cercado de mil flores muy amenas,

fértil, dulce, oloroso,

con frescas azucenas

que alrededor le cercan como almenas.

 

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Paráfrasis sobre el Cantar de Cantares de Salomón en tono pastoril

 

En los floridos valles de Siona

junto con el otero,

dó el hijo de Jesé, zagal chapado

por tirar con la honda muy certero,

la su gentil corona

ganando, fué entre todos señalado:

allí en un verde prado

vi debaxo una sombra una pastora

graciosa y bella, aunque algo tostadilla.

Paréme para oilla,

y á ver qué cosa fuese causadora

del ansia gastadora

que dentro si tenia:

porque con los suspiros que enviaba,

tales que ayre ardia,

encendida en deseo se mostraba.

En su cantar sentí, que amor la fuerza,

y no le dá reposo

haciendo al delicado pecho guerra,

solo por el deseo de su esposo,

al qual llamar se esfuerza

tanto, que mueve á compasion la sierra.

No mucho se destierra

su esposo, porque está tambien herido

de una otra flecha tanto más pujante,

por no poder apacentar sus ojos
viéndola. No pudiendo

sus ansias refrenar, que no rompiesen,

este cantar diciendo,

lugar daba á sus quejas que saliesen
 

Capítulo I

 

ESPOSA

Theolampo mio, ¿qué tardanza es esta?

¡ay! ¿quién te me detiene?

¿dónde estás? ¿No respondes? ¿qué te has hecho?

¿Cómo no quieres que en tu ausencia pene

aquella á quien le cuesta

tu amor el corazon que está en su pecho?

Bien sientes qué despecho

tendré conmigo misma no te viendo,

porque tengo temor que no me quieras.

Si tú mi amante fueras,

vinieras, la mi pena no sufriendo.

Yo juro que en te viendo,

seria yo guarida,

y aunque la muerte ya de mí triunfase,

tornaria a la vida,

si un beso de tu boca yo alcanzáse.

No hay en el mundo mas sabroso vino

que al bebedor contente

y quite sus cuidados y dolores,

y lo haga á gran bien estar presente,

que á aquel dulzor divino

se pueda comparar de tus amores:

pues solo los olores

que de tí salen, tanto acá trascienden,

y en tanto amor encienden,

como ólio que derrama

algalia, que en bugetas se reparte:

así huele tu fama,

que á todas las doncellas hace amarte.

Plugiese á Dios de el cielo, que me asieses,

Theolampo, de la mano,

y me llevases una vez contigo,

seguirte hia con correr liviano

por dó quiera que fueses;

que sin tí estando, no estaria conmigo.

Este mi Rey que digo,

me dará entrada en su palacio eterno,

donde veremos todas sus riquezas:

y si á esto me avezas,

en mí apacentarás un gozo tierno,

y todo mi gobierno

será siempre decir,

que no hay vino que iguale con tu amor:

y tú podrás sentir

quanto se hace amable este dulzor.

Aunque parezco en mi color morena,

Solimitanas Dueñas,

en todo el resto soy graciosa, y bella,

como los pabellones, que en las breñas

y por la ardiente arena

están tendedidos, y el Alarbe huella:

tan linda como aquella

cortina que en su templo Salomone

tendió, que dentro gran riqueza muestra,

ni fuera de ella hay muestra.

¿Por qué el color moreno espanto os pone?

¡Ay! Dios se lo perdone!

los hijos de mi madre me forzaron

que guardando sus viñas me tostase,

y nunca me dejaron

que la mi viña propia bien guardase.

Hadme saber, ó amor de la mi alma,

dó el tu ganado pace,

y hacia donde sestea tu rebaño:

ó quando el sol en la mañana nace,

ó quando el ayre encalma

dó le defiendes del calor estraño;

porque si yo me engaño

en te buscar, sin ir, dó estás, muy cierta,

andando por los montes y las fuentes,

Amor, ¿no paras mientes

que andaré fatigada y medio muerta,

y que si acaso acierta

verme quien no conozca,

al punto pensará de mí mil males,

que ando de choza en choza

buscando sin vergüenza los zagales?

 

POETA

 Al dulce lamentar de aquesta amante

callaba el campo todo,

movido á compasión de una tal queja:

y no es tan vano el lastimero modo,

que el alma no quebrante

á su esposo, que de ella no se aleja.

Amor ya no le dexa

atormentar su amada con silencio:

que le es amargo asencio

ver el mal de su esposa, y no guarillo:

y con un son, que oillo

bien pueda, le responde

cantando porque mas su pecho mueva

desde las breñas, donde

por gran requiebro su presencia encueva.

 

ESPOSO

Eumenia, para mí dulce y graciosa

mas que muger de quantas hoy se arrean,

si tú no sabes, mi querida esposa,

hallar las mis ovejas dó sestean,

aballa tu ganado presurosa,

y tus cabritos que pacer desean:

la huella ven siguiendo á los pastores,

que entre ellos hallarás á tus amores.

Mas linda, mas ligera, y mas lozana

eres á los mis ojos, mi querida,

que la yegua de Egipto muy galana,

que en el mi carro suele andar uncida.

Tus mexillas, Eumenia, muy de gana

entre sus joyas tienen mi alma asida.

Dos tórtolas te tengo muy labradas

de oro, y en blanca plata rematadas.

 

ESPOSA

¡Quan dulce es tu presencia, esposo amado!

mis cosas sienten todas su alegria.

Mira en sentirte donde estás sentado

que olor esparce la bugeta mia,

El manojo de mirra muy preciado

que siendo amargo, suave olor envia,

manojo es para mí mi esposo bello,

entre mis pechos quiero yo traello.

De canfora un racimo muy suave

donde sale el licor que siempre dura,

y junto al mar, que no sustenta nave,

en las viñas de Engadi es su postura:

tal es quien de mi pecho tiene llave,

y solo cierra y abre su clausura:

y aun poca suavidad es la que digo,

mayor espira de mi dulce amigo.

 

ESPOSO

La beldad toda en tí hace aposento,

en tí, mi amiga, toda la lindeza.

Tus ojos, que me dan tan gran contento

en su mirar honesto y su clareza,

sus rayos, su color, su movimiento

su redondéz estraña, y su grandeza

remedan mucho los de la paloma,

quando por la mañana el rayo asoma.

 

ESPOSA

Tu gracia y tu beldad es la que abrasa

mi corazon contino en viva llama:

de flores que cogí, quando mas rasa

el alba estaba, es hecha nuestra cama,

que grande suavidad de sí derrama:

de cedro es la madera de la casa,

el corredor cipreses lo sustentan,

porque de el tiempo injuria nunca sientan.

 

Capítulo II

 

ESPOSO

Tal soy como el campo nunca arado

rosa, que lejos el su olor extiende,

y la su vista á nadie se defiende,

y cunde mas su olor, si la han hollado,

viene en ella el rocío descombrado:

no tiene impedimento

para su crecimiento,

y dá contentamiento

tal que cualquiera á verla es convidado.

Soy el lírio en los valles esmerado

nacido entre los prados deleytosos,

que entre las verdes uvas muy hermosos

sus vástagos extiende, y muy preciado.

Por el mi olor de todos soy amado,

y al dulce movimiento

del pasagero viento

de mí espira un aliento

de grande suavidad acompañado.

Aquella, que me vino tanto en grado,

tal es entre los rostros mas hermosos

de las mugeres, como entre enojosos

espinos es el lírio delicado,

que mientras mas está de ellos cercado

mayor contentamiento

dá con su vencimiento;

y á su crecer esento

el sol le dá favor muy abastado


ESPOSA

Es el mi esposo tan aventajado

entre los hombres mas presuntuosos,

quanto entre los espesos, y montuosos

ramos el verde cedro es escollado

El fruto que produce es muy loado,

y quando yo me siento

cansada y sin aliento,

debajo de él me asiento:

¡ó! quan dulce su fruto he yo hallado!

En las bodegas de mi dulce esposo

entré yo, no por mí, mas por su guia,

porque su dulce amor es mi bandera

¡Ay, ay, amor, dulce y gracioso,

¡cómo me privas de la fuerza mia!!!

Dadme, del vino, que no muera:

poned manzanas á mi cabecera,

y otros olores con que me consuele:

traed, traed de vino vasos llenos;

henchid, henchid mis senos

de olor que dentro de mi pecho cuele,

porque de amor el corazón me duele.

No puedo ya, no puedo ya tenerme,

porque el amor la fuerza me ha robado,

y gran desmayo acometerme siento.

¡Oh, si el mi bien viniese aquí á valerme!

¡Si lo sintiese yo estar á mi lado!

yo tornaría en mí con grande aliento.

Su izquierda mano por sustentamiento

sintiese yo debajo de mi cuello,

y sobre mí ciñese su derecha!

solo esto me aprovecha,

que otro remedio procurar, que vello,

es no cobrar vigor, antes perdello.

 

ESPOSO

Doncellas frescas de Jerusalén,

que por espesos bosques y dehesas

andais, la dulce caza exercitando,

así os suceda en caza siempre bien,

y de rústicas ciervas y montesas

cabras torneis á casa triunfando,

que quando veais en sueño reposando

mi dulce amor, no me lo despertedes:

dexadla reposar, dexadla duerma,

que está de amor enferma,

basta que ella despierte: así os gocedes,

y así nunca vos mientan vuestras redes

 

ESPOSA

Engáñome, ¿ó es la voz de aquel que yo amo?

ella por cierto es esta que he sentido:

helo, helo dó viene con presteza.

¡Oh esposo amado mio, que te llamo!

con que velocidad á mí has venido,

que no te estorva monte, ni aspereza!

cabra montes con tanta ligereza

no corre, ni el cabrito aguija tanto,

Tras la pared se puso acá viniendo

mirando está y riendo.

Helo por la ventana, helo al canto

de la mi reja está mi esposo santo.

Hablóme el mi querido: vente, amiga,

levanta de dó estás, y vente presto:

belleza á quien mis ojos se ligaron,

que el frio que á los cuerpos dá fatiga

pasó ya, y el invierno tan molesto:

las nubes los sus vasos ya cerraron,

las flores sus capullos ya rasgaron,

ya se comienza á engalanar la tierra,

y el canto de las aves ya resuena:

en esta sazón buena,

la tortolica, á quien amor dá guerra,

cantando su pesar de sí destierra.

Ya muestra la higuera el dulce parto,

y está cargada de sus restrallones:

en cierne están las pampanosas vides,

del año está venido el dulce quarto,

que quita las tristezas y pasiones.

Ven presto, amiga, ven, no te descuides,

que si el camino mides

con priesa, bien me hallarás, zagala:

ven, ven, paloma mia bella y tierna,

aquí está una caverna

en este risco, y en aquesta escala

un agujero está, que dentro cala.

En estas cuevas verte yo queria,

amorosa, y dulcísima paloma,

aquí haremos bien nuestra compaña,

tu voz oyendo yo me alegraria,

y tu figura que al mi pecho doma,

dará á mis ojos contenteza estraña,

matad la mala casta que os daña,

matad las raposillas mas pequeñas

que hacen tanto daño en el renuevo

del mi majuelo nuevo,

buscadles sus camadas por las breñas,

y dad con ellas en las duras peñas.

Mio es aquel esposo, y yo le tengo,

que entre los lirios su postura hace,

aquel que liga todo mi deseo

á solos sus amores yo me atengo:

seré yo tuya mientras no deshace

su tela aquesta vida que poseo,

en el su amor toda mi alma empleo.

Recoge presto, esposo, que hay tal siesta

que de calor el mundo se abochorna.

Vuelve, que ya las sombras huyen, torna,

torna ligero como cabra presta,

como el gamito aguija por la cuesta.

Capítulo III

 

ESPOSA

¡Ay triste! ¿Qué haré?

pensé yo que en mi cama

de noche al mi querido hallaría,

pero no lo hallé:

por lo que se derrama,

y de mí huye la alegría.

En esta ciudad mia

con gran pasión andando

buscarlo determino:

ni calle, ni camino,

ni barrio he de dexar, mi amor buscando.

¡Mas ay! que no le hallo

cansada entre los hombres de buscallo!

Buscándole me hallaron

las guardas, y la ronda

que toda la ciudad siempre rodea.

Pregunté si toparon

aquel á quien abonda

la gracia, á quien mi corazón desea.

Pasé de esta ralea

de belicosa gente,

y luego me encontrára

con el que yo buscára.

Asíle por la mano fuertemente,

y no le he de soltar

hasta en cas' de mi madre lo encerrar.

Ruego vos, ó doncellas

las de Jerusalén,

que por los bosques fieras perseguides:

así las cabras bellas

mateis, y así tambien

no herreis las ciervas, quando las seguides,

que quando vos sentides

que duerme mis amores,

no le hagais estruendo.

Dexadlo estar durmiendo,

y cesen vuestros silvos y clamores

en este sueño fuerte

hasta que de su grado se despierte

 

CORO

¿Quién es la linda esta

que sube de el desierto

como nube de humo muy fragante?

De mirra va compuesta,

y con gentil concierto

mezclada con encienso de Levante,

perfume tan pujante

quando el calor lo gasta.

Jamas tan bella y linda criatura,

parece una mixtura

de todos los olores, una pasta:

suave en este olor,

bien muestra ser hechura de amor.

 

ESPOSA
En derredor del lecho,

que tiene Salomone,

están sesenta hebreos caballeros

armado bien su pecho:

cada uno bien se pone

su espada muy apunto de guerreros,

en el reñir muy fieros,

están todos armados:

espanto pone el verlos,

nadie osa acometerlos,

en torno de su cama y aprestados,

su oficio es ofender

á quien de noche viene á acometer.

Una gran tienda armó

Salomón poderoso,

de Líbano se traxo su madera,

colunas le formó

de aquel metal precioso,

que es blanco, fuerte, y lucío en gran manera:

el techo no es cualquiera,

mas hecho de oro fino,

de púrpura entoldado,

y al rededor cercado:

está cubierto de un amor divino,

amor tal que enamora

á qualquier dama, que en su casa mora.

Doncellas de Sión,

salid á las fenestras,

salid de vuestras casas presurosas,

mirad á Salomón:

vereis las bellas muestras,

las que de ver beldad sois deseosas,

de piedras tan preciosas

que no hay valor, que quadre

la su corona toda,

que el dia de su boda

le puso en la cabeza la su madre:

porque en aqueste dia

dentro su pecho alvergue la alegria.
 

Capítulo IV

 

ESPOSO

Morada de belleza

eres, amiga mia, eres hermosa:

tus ojos de graciosa

paloma son, los lindos tus cabellos

castaños, crespos, bellos

que llegan á cubrir hasta los ojos,

quitan los mis enojos.

Qual linda vista hace en la aspereza

del monte de Guileza

el hato de las cabras, que paciendo

lo cubre todo con gracia mirha:

quien los tus dientes mira,

ovejas trasquiladas vé volviendo

de el agua, quando de labar se vienen,

corderos tienen todas, ¡qué riqueza!

Tus labios son de grana,

el tu hablar cautiva con su gracia

(tan grande es tu eficacia:)

un casco de granada es la tu frente,

hermosa, trasparente

está, el galán cabello

sobrepuja tu cuello;

y tu garganta tan lozana

es la torre galana

que hizo el Rey David para defensa:

de sus almenas cuelgan mil adargas

con otras varias cargas,

para que del contrario no haya ofensa:

tus pechos dos cabritos saltadores

son que entre flores pacen la mañana,

Hasta que amanse el dia,

y mientras tanto que la sombra huye,

y el sol la disminuye,

al oloroso monte recogerme

quiero, y allá tenerme,

al monte, dó la mirra se desgaja

y dó el incienso quaja.

Tú toda eres hermosa, amiga mia,

y falta en tí no habia:

del Líbano te ven acá conmigo,

ten ojo donde estoi desde el collado

que en Amna está empinado,

dexa á Samnir y Ermon por el tu amigo,

cata que allí hay leones y pardales

que dos mil males hacen á porfia.

Tomado has señorío

dentro mi corazón, dentro mi pecho,

y Reyna de él te has hecho:

el fuego de tus ojos lo venció,

y el tu mirar que ató

mis manos sin poder descabullirme.

No pude de él guarirme,

esposa, hermana, en quien el alma fio,

mas fuerte es mi desvio

el amor tuyo, y fuerte mas que el vino,

de tus ropas un olor se extiende

que mucho mas trasciende,

que la preciosa algalia y ambar fino,

tu boca estila miel y leche dulce,

que amor demulce para el gusto mio.

El Líbano fragante

no iguala al trascender de tu vestido,

esposa, dulce nido

de mi alma, tu beldad es como un huerto

que no le halla abierto

ninguna bestia quando vá á dañarlo,

ni puede desbardarlo,

y siempre en su belleza está constante.

Eres fuente manante

de claras aguas, limpias perdurables,

que está cerrada en modo que no llegue

quien suciedad le pegue:

son tus pimpollos plantas deleytables,

granados con su fruto muy gracioso,

cipres hermoso, y nardo de Levante.

El nardo, el azafrán,

suave caña, suave cinamomo,

qualquiera planta y pomo,

y flor que suavidad de sí despida,

la mirra que convida

con aloes á todos a cogella,

y cualquier cosa bella

de buen olor en el mi huerto estan:

las aguas que allá van

un pozo es siempre lleno

que de el Libano monte vá manando.

 

ESPOSA

O vientos, vos soplando

mezclad aqueste olor del huerto ameno,

porque sin mi Theolampo al huerto asoma,

las frutas coma, que mis plantas dan.

 

Capítulo V

 

ESPOSO

Eumenia, hermana y muy querida esposa,

yo vine al huerto en nombre mio plantado,

allí cogí de mirra mil manojos,

allí panales dulces he gustado,

allí bebí la leche muy sabrosa,

y el vino, que ahuyenta los enojos.

Hermanos de mis ojos,

comed, comed, amados compañeros,

bebed muy placenteros,

en tiempo tan alegre bien podeis,

bebed quanto quereis,

bebed hasta embriagaros, que gocedes,

porque vuestros cuidados desechedes.


ESPOSA

Desnuda estaba ya, mas bien he oido

la voz de mi consuelo, bien la entiendo

llamando estar; que aunque yo estoi en sueño

mi corazon jamas está durmiendo

 

ESPOSO

Amiga, hermana, á verte soy venido:

paloma mía, ¿no oyes mi reseño?

belleza, en quien me empeño,

abreme, que esta noche hay gran sereno.

Eumenia, por quien peno,

pues no es posible no me haber sentido

desde que soy venido,

mira que de la noche, y del rocío

mojado traigo mi cabello, y frio

 

ESPOSA

Dexé yo al acostarme mi camisa,

¿cómo la vestiré tan fria estando?

Lavé mis pies: ¿pues tornaré á ensuciarme?

Mas siento que mi esposo anda probando

de abrir, y mis entrañas de tal guisa

alborotado se han con su llamarme,

que quiero levantarme,

y sin tardanza iré corriendo á abrirle;

que solo ya en sentirle

mis manos fina mirra destilaban,

mis dedos goteaban.

Mas ¡ay! que mi placer es ya desierto

que no le hallé aquí quando hube abierto.

Busquélo, y díle voces, no responde:

las guardas de la noche á mí vinieron

muy mal y crudamente me trataron,

las muestras de los golpes que me dieron

dan testimonio tal que no se esconde.

Las guardas de los muros me robaron,

mi manto me quitaron:

ruegoos, señoras, por amor de Dios,

que si por acá vos

aquel, por cuya causa peno, veis

que luego le conteis

quantas pasiones causa en mí su amor,

que estoi por él enferma de dolor.

 

CORO

Pues tanto, bella, tanto nos suplicas,

y tanto estás por él su amor penando,

¿cómo podremos viendo conocerlo,

si de las señas del que vas buscando,

tú no nos das aviso, y nos lo explicas?

 

ESPOSA

Muy bien podeis, señoras, vos saberlo

que solamente en verlo

lo estrañareis: su vista es muy graciosa:

él es como una rosa,

es rojo y blanco, bien como si en leche

un fresco clavel se eche:

es señalado entre infinita gente,

de todos su belleza es diferente.

Ceñida su cabeza trae de oro,

espeso más que un bosque es su cabello,

mas negro que el color, que al cuervo enmanta:

sus ojos, que dan bien á conocello,

son como los de un pabo muy decoro,

que de un lago de leche se levanta:

es la belleza tanta

de sus mexillas, que es muy semejable

al campo deleytable

donde las olorosas flores crecen:

sus labios se parecen

á lindas rosas, y advertid bien, dueñas,

que estilan de sí mirra por mas señas.

Redondos son los dedos de sus manos,

como sortija, que jacinto abraza:

su vientre mas que un vaso de marfil;

dos mármoles muy blancos y sin raza

sobre dos trozos de oro muy galanos

sus piernas son: su vista es tan gentil

qual por el mes de abril

el Líbano gracioso se demuestra:

Mirad si es linda muestra:

su gentileza excede, y su estatura

al cedro en el altura:

su paladar, y quanto en él se halla

todo es dulzura y perfeccion sin falla.

 

 CORO

Dechado de belleza,

de gracia y de lindeza,

¿pues dónde te se fué el que tanto adamas?

¿á dónde está el que amas?

si puedes atinar adonde fué,

dínoslo, dí, porque

tenemos gran mancilla de escucharte,

y queremos buscando acompañarte

 

Capítulo VI

 

ESPOSA

Aquel que en mis entrañas tiene nido

buscando, lo hallé entre sus vergeles,

que allí por recrearse habia ido,

entre olorosas plantas y donceles,

cogiendo andar las rosas lo he sentido,

los blancos lírios, flores y claveles:

mio es él, mio; y yo soy suya, es cierto,

de aquel que coge lírios en mi huerto


ESPOSO

Eumenia dulce, y muy graciosa hermana,

hermosa mas que Tirsa, y mas amable

que la Jerusalén, ciudad galana,

mas fuerte que una esquadra inexpugnable,

abaja la tu vista mas que humana,

que es tu mirar en hito intolerable,

quando alzas los tus ojos robadores

luego me rindo todo á sus amores.

Quando yo el tu galan cabello veo,

de bellas cabras hato me parece,

de aquellas con que el monte Hiladeo

quando por él se extienden se ennoblece:

tus dientes viendo, ser ovejas creo

cuya lana lavándose emblanquece,

ovejas parideras á porfia

que entre ellas una sola no hay vacía.

Graciosa, bella y roja es la tu frente,

como los cascos son de la granada,

y mas que tu cabello preeminente

tiene con su explendor mi alma robada:

quarenta son mis Reynas, y mas veinte

entre otras que no hay cuenta señalada;

mas una es sobre todas la paloma,

que con su amor el corazón me doma.

Es una aquesta sola que mas quiero,

y de su madre mas amada hija.

Quantas mugeres ven este lucero,

éste que mis entrañas regocija,

se espantan, y la alaban por entero,

por verla quien mas puede mas aguija.

¿quién es esta alba, sol, y bella luna?

¿Qué fuerte es ésta mas que otra ninguna?

Yo vine al huerto de las Nogaledas,

y á las regueras dó el agua camina

por contemplar las frescas arboledas,

tambien por ver si mi parral germina,

y por mirar los bosques y moredas,

y ver si la flor abre granadina.

¿Qué es esto? ¿Quién me dió alas que volase,

ó caballo ligero en que tornase?

 

CORO

Torna, torna señora Solamita,

mira quantas estamos esperando

deseosas de ver la tu infinita

belleza, que no harta contemplando.

 

ESPOSO

¿Qué deseo á mirarla vos concita?

¿Cómo estais tanto verla deseando?

Repartidas estais y hechas calle,

como esquadron se pone en un gran valle.

 

Capítulo VII

 

ESPOSO

En el meneo, en el andar tan diestro

los tus pies vencen toda hermosura

con su calzado rico, y ornamento:

la redondez de el muslo, y su juntura

es como un bel collar, que un gran maestro

de oro torneó, gentil en hermosura:

tu ombligo fabricó tambien natura

como una bella tuna en redondeza,

y siempre es fuerte, siempre fruto tiene:

tu vientre qual conviene

como un monton de trigo es que en belleza

envuelto, y lírios viene:

tus pechos dó se anidan los amores

son como dos cabritos saltadores.

Tu cuello es una torre de marfil:

tus ojos claros, llenos, refulgentes

como piscinas hechas en Esbon,
junto á la puerta que á las muchas gentes

recibe; y el tu rostro tan gentil

parece al muy hermoso torrejón

que hácia Damasco tiene el Líbanon.

La tu cabeza tiene semejanza

á aquel Carmelo monte muy famoso,

y el oro muy precioso

que de ella nace, en hermosura alcanza

á un rollo muy hermoso

de púrpura que bien bebió del tinte,

que no hay mejor belleza, que se pinte.

Toda eres bella, y tienes el primado

en hermosura, gracia y gentileza:

no hay quien pueda acabar de bien loarte,

grande es de tu estatura la belleza.

Como quien mira palma el rostro alzado,

así conviene en alto á tí mirarte:

tus pechos son racimos por bello arte

de la natura obrados: yo querria

subir en estas plantas á coger

sus ramos á placer:

tus pechos bellos son en demasía

racimos de Velver,

y el suave olor que tu nariz espira

olor de fruto es, que á todos tira.

 

ESPOSA

Quando mi amado algun buen vino bebe,

tanto aquella dulzura lo trasporta,

que habla como aquel, que está dormido:

quando su paladar su habla corta,

otra dulzura tanta de él nos viene,

que á todos saca fuera de sentido:

yo soy toda de mi esposo querido,

y él me quiere á mí bien, que bien lo entiendo.

Si tú quisieras ora, mi Theolampo,

saldríamos al campo,

iríate mis amores refiriendo,

y quanto por tí he pasado en llanto,

y dormiremos por las caserias

pasando así las noches y los dias.

Veremos la mandragora si huele,

si abierto ha ya su flor, y tanta fruta

como tengo apartada para tí

que tengo mucha allí:

de ella en sus ramos, de ella mas enjuta,

que muchos días ha que la cogí:

pues tú la has de gozar, y no otro hombre,

pues se cogió, y guardó toda en tu nombre.


Capítulo VIII

 

ESPOSA

Despues que la mi alma

gustó de sus amores

suaves mas que cosas de la tierra,

mi deseo no encalma,

mas con nuevos ardores

abrasa mis entrañas, dó se encierra,

que quando se destierra

de mí la tu presencia,

muero por te buscar,

y nunca te apartar,

porque me dá gran pena la tu ausencia,

y siempre estoy en quejas

quando de mí, Theolampo mio, te alejas.

Pliguiese á Dios me fueses,

Theolampo, como hermano,

y el pecho de mi madre tú mamases,

porque siempre anduvieses

conmigo por la mano,

y nunca de mi casa te apartases,

y quando me encontrases

mil besos te daria,

y quien me viese así

no burlarla de mi,

y luego á casa yo te llevaria,

y de adobado vino

te daria, y del mosto granadino.

Doncellas cazadoras,

las de Jerusalén,

así de amor goceis os ruego y pido,

no seais despertadoras,

dexad dormir mi bien,

dexadlo hasta que quiera estar dormido


CORO

¿Quién es quien hace ruido?

¿Cuya es esta doncella

que al su esposo pegada

viene muy namorada?

 

ESPOSA

¿Quién es quien hace ruido?

¿Cuya es esta doncella

que al su esposo pegada

viene muy namorada?

So aqueste arbol tu madre te ha parido:

aquí te parió cierto

so aqueste arbol dó fué de mí despierto.

 

ESPOSO

Suave y dulce amiga,

por quien yo peno, y muero,

querria de tu amor estar seguro:

por tanto tú me liga,

y tenme muy entero

en el tu corazón sincero y puro.

Querria yo, te juro,

en el tu pecho estar

con un muy fuerte sello,

tal que otro alguno no pudiese vello,

y en el tu brazo andar:

y si tú a mí me quieres,

mi alma vestirás de mil placeres.

¡Si bien supieras qual

es del amor la fuerza,

y quanto es el dolor que hay en los zelos!

Golpe es mas que mortal

que mucho mas nos fuerza:

son mas que sepulturas los recelos:

debajo de los cielos

no hay llama tan ardiente,

que no sea gran frescura

si á la llama de amor se represente:

no la podrá apagar

quanta agua hay en los rios y en la mar.

Si alguno con riquezas

con quanto haberse puede

quisiese el amor suyo rescatarlo,

poderes, fortalezas,

ni quanto se concede

al mundo, son bastantes de apreciarlo:

y digno de mofarlo

con el mayor desprecio

seria el que presume

poner amor en precio:

en pos de amor, que todo lo resume,

puesto en una balanza

riqueza, vida, y honra, nada alcanza.

Niña es y muy pequeña

que el pecho aun no le apunta

á esta nuestra hermana que tenemos:

quando diere ya seña

de ser á esposo junta,

¿qué se hablará della? ¿Qué haremos?

será bien que miremos

con que se adornará:

si tiene algun cimiento

haremos fundamento

y un palacio de plata se obrará,

y sus puertas serán

de cedro que jamás se cerrarán.

Más fuerte que soy yo

palacio no se halla,

ni muro que á los males mas resista:

mis pechos los juzgó

por torres muy sin falla

el que me amó después de la mi vista.

 

ESPOSO

Tiene en Bahalamone

el Rey Salomón viña,

y á muchos la consiña:

por renta en manos cada qual le pone

de plata mil monedas,

por el fruto de vides, y arboledas.

La viña que yo he,

yo mismo me la puse,

y yo me hago el fruto, y soy la guarda:

¿quánto mas ganaré

no permitiendo que use

otro, ni que la toque en la su barda?

Eumenia, mientras guarda

el huerto tu presencia,

y allá sentada estás,

gran gozo me darás,

si empiezas á cantar con vehemencia,

y un tal cantar me cantes

con que todos mis émulos espantes.

 

 Canción

 

ESPOSA

Amado, pasearás los frescos montes

mas presto que el cabrito

de la cabra montes, y que el gamito.

 

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