Cantar de los
Cantares

 Capítulo I

ESPOSA:

Bésame con su boca a mí el mi amado,
son mas dulces quel vino tus amores:
tu nombre es suave olor bien derramado,
y no hay olor, que iguale tus olores:
por eso las doncellas te han amado,
conosciendo tus gracias, y dulzores:
llévame en pos de ti, y correremos,
no temas, que jamás nos cansaremos.
Mi Rey en su retrete me ha metido,
donde juntos los dos nos holgaremos:
no habrá allí descuido, no habrá olvido,
los tus dulces amores cantaremos:
en ti se ocupará todo sentido,
de ti, por ti, en ti nos gozaremos:
que siendo sin igual tu hermosura,
a ti solo amará toda dulzura.
Morena soy, mas bella en lo escondido,
oh hijas de Sión, y muy hermosa:
porque allí en lo interior no ha podido
hacerme daño el sol, ni empecer cosa:
a tiendas de Cedar he parescido:
que lo que dentro está, es cosa preciosa,
velo de Salomón, que dentro encierra
la hermosura, y belleza de la tierra.
Mi color natural bien blanco ha sido:
que aquesta tez morena me causara
el sol, que andando al campo me ha herido:
fuerza de mis hermanos me forzara,
de aquellos, que la mi madre ha parido,
que unas viñas suyas yo guardara:
guardé sus viñas con mucho cuidado,
y la mi propia viña no he guardado.
Dime, amor de mi alma, ¿do apascientas
el tu hermoso ganado, y tu manada?
¿Adónde haces tu siesta, dónde asientas?
¿Dónde tienes tu albergue, y tu majada?,
que no es justo, mi Esposo, que consientas,
qu'entre pastores tantos yo ande errada:
qu'en tierra, dó apascientan mil pastores,
¿cómo podré yo hallar los mis amores?

ESPOSO:
Si no sabes, bellísima pastora,    
el valle, do apasciento el mi ganado,
toma tus cabritos, y a la hora
seguirán el camino mas hollado;
caminando por él verás do mora
el tu dulce pastor, y desposado;
allí podrán pascer los tus cabritos
entre los de los otros pastorcitos.
A la yegua de mi carro presciada
paresces en el brío, Esposa mía,
bella, gentil, lozana, bien tallada,
y lleno ese tu rostro de alegría,
tu mexilla es de perlas arreada ,
y el cuello con collar de pedrería:
zarcillos de oro fino te daremos,
y un esmalte de plata les pondremos.

ESPOSA:

Quando estaba el Rey mío en su reposo,
mi nardo dio su olor muy mas crescido:
manojuelo de mirra es el mi Esposo,
por eso entre mis pechos le he metido,
racimo de Copher muy oloroso,
qu'en viñas de Engaddi se ha cogido:
para mí quiero yo los sus olores,
pues sé que están en él los mis amores.

ESPOSO:

¡Oh cómo eres hermosa, amiga mía!
¡Oh cómo eres muy bella, y muy graciosa!
Tus ojos de paloma en la alegría.

ESPOSA:

Oh dulce Esposo mío , y que no hay cosa
que iguale a tu belleza, y gallardía:
no hay cosa acá en la tierra ansí olorosa:
nuestro lecho es florido, y la morada
de cedro, y de ciprés está labrada.

 

Capítulo II

 

ESPOSA:

Yo soy rosa del campo muy hermosa,
y azucena del valle muy preciada.

ESPOSO:

Qual entre las espinas es la rosa,
tal entre las doncellas es mi amada.

ESPOSA:

Como es ver un manzano, extraña cosa,
entre robles, y encinas estimada;
tal es a mí la vista de mi Esposo,
qu'entre todos los hijos es gracioso.
Debaxo de su sombra he deseado
sentarme, y me asenté, y ansí he cogido
la hermosa, y dulce fructa, que él me ha dado:
la cual por su dulzor bien me ha sabido.
A la casa del vino me ha llevado,
y el su divino amor allí he sentido:
cercadme de manzanas, y de olores,
que herida, y muy enferma estoy de amores.
La mano de mi amor izquierda quiero
para me reclinar, y esto me place:
presto, no se detenga, que me muero,
y con la su derecha que me abrace.

ESPOSO:

¡Oh, hijas de Sión! de aquí os requiero
por cabra, y corzo, que en el monte pasce,
no despertéis mi amada, que ya duerme,
fasta que ella de suyo se recuerde.

ESPOSA:

Voz de mi amado es esta; vedle, viene,
los montes, y el collado atravancando :
ninguna sierra, o monte le detiene,
las cabras, y los corzos semejando;
vedle como se allega, y se detiene ,
detrás de mi pared está acechando:
¿No veis como se asoma al agujero,
ya se quita, y se pone muy ligero?
Hablado me ha el mi amado, y mi querido:
Levántate del lecho, amiga mía,
vente conmigo, qu' el invierno es ido,
y las flores nos muestran ya alegría:
el campo está muy bello, y muy florido,
y el tiempo del podar se descubría,
voz de la tortolilla ha ya sonado,
despierta con su voz nuestro cuidado.
La higuera muestra ya el fructo sabroso,
las viñas, que florescen, dan su olor:
levántate, quel tiempo es deleytoso,
y ven, paloma mía, ven, mi amor,
gocemos deste campo tan hermoso:
que en aquellas penas de mayor altor,
en unos agujeros abscondidos
haremos nuestro albergue, y nuestros nidos.
Descúbreme tu vista amable, y bella,
muéstrame tus facciones tan hermosas,
suene tu voz suave, hermosa estrella.

ESPOSA:

Cazadme, dixe yo, aquellas raposas,
las raposas pequeñas, que gran mella
hacen en mi viña las rabiosas:
a todas las tomad, haced que huyan,
ántes que la mi viña me destruyan.
Mío es el Esposo, mío, y muy amado,
y yo soy toda suya, y él me quiere
de aquel, qu' entre las flores su ganado
apascienta, seré mientras viviere.
Quando las sombras huyan por el prado,
vendraste a mí, mi amor , si te pluguiere,
como la cabra, oh corzo bien ligero,
saltando por los montes, que te espero.

 

 Capítulo III

 

ESPOSA:

En mi lecho en las noches he buscado
al que mi alma adora, y no le hallando,
torné a buscarle con mayor cuidado,
y saltando del lecho sospirando,
entré por la ciudad, y he rodeado
las plazas y las calles caminando;
de tanto caminar cansada estaba,
mas nunca pude hallar al que buscaba.
Halláronme las guardas, que rondando
andaban la ciudad la noche escura;
y yo acerqueme a ellas preguntando,
¿habéis visto a mi amado por ventura?
Y desque un poco dellos alejando
me voy, hallé el mi amor y mi hermosura:
túvelo yo abrazado, y bien asido,
y en casa de mi madre lo he metido.
Oh hijas de Sion, yo os ruego y pido
por la cabra, y el ciervo y el venado,
no hagáis bullicio alguno, ni ruido,
porque no despertéis mi dulce amado,
que sobre el lecho mío se ha dormido;
esperad qu' el despierte de su grado:
juntaos aquí conmigo, y velaremos,
y este su sueño dulce guardaremos.

COMPAÑERAS:

¿Quién es esta, que sube del desierto
como coluna bella, y muy hermosa,
qu' el humo del encienso ha descubierto,
hasta dar en las nubes olorosa?
El cielo de su olor lleno está cierto:
¡oh cómo es la su vista hermosa cosa!
La mirra, y los perfumes olorosos
en ella muestran ser muy mas preciosos.
Cercad bien con los ojos aquel lecho
del gran Rey Salomón tan adornado;
sesenta fuertes hombres muy de hecho
le tienen todo en torno rodeado,
hombres de gran valor, y fuerte pecho,
y en armas cada qual bien enseñado:
todos tienen al lado sus espadas
por temor de la noche y empuñadas.
Una morada bella ha edificado
para sí Salomón de extraña hechura;
el su monte de Líbano ha cortado,
para de cedro hacer la cobertura;
de plata las colunas ha labrado,
y el techo de oro fino, y la moldura,
y el estrado de púrpura adornado,
y en medio dél mi amor está asentado.

ESPOSA:

Salid, hijas de Sión, salí a porfía,
veréis a Salomón Rey coronado
con la corona rica, que en el día
de su gozo su madre le había dado,
quando con regocijo, y alegría
conmigo desposó el mi lindo amado:
salid, veréis la cosa mas hermosa,
que' mundo tiene acá, y mas graciosa.

Capítulo IV

 

ESPOSO:

¡Oh cómo eres hermosa, dulce amada!
Y tus ojos son bellos y graciosos,
como de una paloma muy preciada,
entre esos tus copetes tan hermosos:
tu cabello paresce una manada
de cabras, y cabritos, que gozosos
del monte Galaad vienen baxando,
el pelo todo liso, y relumbrando.
Los tus hermosos dientes parescían
un rebaño de ovejas muy preciado,
las quales de lavarse ya venían
del río, el vellón viejo trasquilado,
tan blancas, tan parejas, que se vían
pasciendo por el campo, y por el prado:
estéril entre todas no la había,
dos cordericos cada qual traía.
Hilo de carmesí bello, y polido
son los tus labios, y tu hablar gracioso:
tus mexillas a mí me han parescido
un casco de granada muy hermoso:
y aquese blanco cuello liso y erguido,
castillo de David fuerte, y vistoso :
mil escudos en él están colgados,
las armas de los fuertes, y estimados.
Los tus pechos dos blancos cabritillos
parescen, y mellizos, que pasciendo
están entre violetas ternecillos,
en medio de las flores revolviendo:
mientras las sombras de aquellos cerrillos
huyen, y el día viene reluciendo,
voy al monte de mirra, y al collado
del encienso a cogerle muy preciado.
Del todo eres hermosa, amiga mía,
no tiene falta alguna tu hermosura,
del Líbano desciende, mi alegría,
vente para mí, y esa espesura
de Hermón, y de Amana, que te tenía,
dexayla de seguir, qu' es muy obscura,
donde se crían onzas, y leones
en las obscuras cuevas, y rincones.
El corazón, Esposa, me has robado
en una sola vez, que me miraste,
con el sartal del cuello le has atado;
¡quán dulce es el amor, con que me amaste!
Mas sabroso quel vino muy preciado:
¡Oh quán suave olor, que derramaste!
Panal están tus labios destilando,
y en leche, y miel tu lengua está nadando.
Tu vestido, y arreo tan presciado
en su olor al del Líbano paresce,
eres un huerto hermoso, y bien cerrado
que ninguno le daña, ni le empesce:
fuente sellada, qu' él que la ha gustado ,
en el tu dulce amor luego enternesce:
jardín todo plantado de granados
de juncia, mirra, y nardos muy presciados.
Donde también el azafrán se cría,
canela, y cinamomo muy gracioso,
y toda suavidad de especería,
linaloe con todo lo oloroso:
fuente eres de los huertos, alma mía,
pozo de vivas aguas muy sabroso,
que del Líbano baxan sosegadas,
y en este pozo están muy reposadas.
Sus vuela, cierzo, ea, no parezcas
por mi hermoso huerto, que he temor,
que con tu dura fuerza me le empezcas,
llevándome mis fructos, y mi olor
ven, ábrego, que ablandes, y enternezcas
mis plantas, y derrames el su olor:

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ESPOSA:

Venga a mi huerto, y coja sus manzanas,
mi amado, y comerá las muy tempranas.

Capítulo V

 

 ESPOSO:

Vine yo al mi huerto, hermana Esposa,
y ya cogí mi mirra, y mis olores,
comí el panal, y la miel sabrosa,
bebí mi vino, y leche, y mis licores:
venid, mis compañeros, que no es cosa,
que dexeis de gustar tales dulzores:
bebed hasta embriagaros, que es suave
mi vino: el que mas bebe, mas le sabe.

ESPOSA:

Yo duermo, al parescer, muy sin cuidado,
mas el mi corazón está velando:
la voz de mi querido me ha llamado.

ESPOSO:

Ábreme, amiga mía, que esperando
está la tu paloma este tu amado:
ábreme, que está el cielo lloviznando:
mi cabello, mi cabeza está mojada
de gotas de la noche, y rociada.

ESPOSA:

Todas mis vestiduras me he quitado,
¿cómo me vestiré, que temo el frío?
Y habiéndome tambien los pies lavado,
¿cómo me ensuciaré yo, amado mío?
Con su mano mi Esposo había probado
abrirme la mi puerta con gran brío ,
por entre los resquicios la ha metido,
el corazón en mí ha estremecido.
Levanteme yo a abrirle muy ligera,
de mis manos la mirra destilaba,
la mirra, que de mis manos cayera,
mojó la cerradura, y el aldaba:
abrile; mas mi amor ya ido era,
qu'el alma, quando abría, me lo daba:
busquele, mas hallarle no he podido;
llamele, mas jamás me ha respondido.
Halláronme las guardas, qu' en lo obscuro
de la noche velaban con cuidado:
hiriéronme también los que en el muro
velaban, y aun el manto me han quitado.
Oh hijas de Sión, aquí os conjuro,
digáis, si acaso viéredes mi amado,
quán enferma me tienen sus amores,
quán triste, y quán amarga, y con dolores.

COMPAÑERAS

¿Qué tal es ese, que tú tanto amaste,
oh hermosa sobre todas las mujeres,
aquel por quien ansí nos conjuraste?
Dinos las señas dél, si las supieres,
que aquel que con tal pena tú buscaste,
hermoso debe ser, pues tú le quieres.

ESPOSA:

Mi amado es blanco, hermoso, y colorado:
bandera entre millares ha llevado.
La su cabeza de oro es acendrado,
son crespos y muy negros sus cabellos,
los ojos de paloma ha mi amado,
grandes, claros, graciosos, y muy bellos,
de paloma qu' en leche se ha bañado,
tan lindos que bast' a herir con ellos,
en lo lleno del rostro están fixados,
del todo son hermosos, y acabados.
Son como eras de plantas olorosas
de confección suave sus mexillas,
sus labios son violetas muy hermosas,
qu' estilan mirra, y otras maravillas,
reiletes de oro muy preciosas
sus manos, quando él quiere descubrillas:
su vientre blanco de marfil labrado,
de zafiros muy ricos adornado.
Colunas son de un mármol bien fundadas
en basas de oro fino muy polido,
sus piernas, fuertes, recias, y agraciadas;
y el su semblante grave, y muy erguido
como plantas de cedro, que plantadas
en el Líbano están, me ha parescido;
su paladar manando está dulzura,
y todo él es deseo, y hermosura.
Tal es el mi querido, tal mi amado,
tales son sus riquezas, sus haberes,
por este tal os he yo conjurado,
porque en él solo están los mis placeres.

COMPAÑERAS

¿Do fue ese amado tuyo tan presciado,
oh hermosa sobre todas las mujeres?
dinos, ¿do fue? que todas nos iremos
juntas contigo, y te le buscaremos.

Capítulo VI

 

ESPOSA:

Mi amado al huerto suyo ha descendido,
a las eras de plantas olorosas:
su ganado en mi huerto le ha metido,
a apascentarlo allí, y coger rosas,
a solo aquel mi amado he yo querido,
y él tambien a mí sola entre sus cosas:
él mi querido es solo entre pastores,
qu' el ganado apascienta entre mil flores.

ESPOSO:

Como Thirsa, mi amada, eres hermosa,
y como Hierusalem polida y bella,
como escuadrón de gente eres vistosa,
y fuerte, mil banderas hay en ella:
vuelve de mí tus ojos, dulce Esposa,
tu vista me hace fuerza sólo en vella:
tu cabello paresce a las manadas
de cabras, que de Galaad salen pintadas .
Una manada, linda mía, de ovejas,
me han tus hermosos dientes parescido,
que trasquiladas ya las lanas viejas,
del río de bañarse han subido,
tan blancas, tan lucientes, tan parejas,
cada qual dos corderos ha parido:
tus mexillas un casco de granada
entre esos tus copetes asentada.
Sesenta reynas todas coronadas,
y ochenta concubinas me servían,
las doncellas no pueden ser contadas,
que número, ni cuento no tenían;
mas una es mi paloma, y humilladas
todas a mí perfecta obedescían:
y única a su madre aquesta fuera,
esta es sola, que otra no pariera.
Las hijas que la vieron, la llamaron
la bienaventurada, y la dichosa,
reynas, y concubinas la loaron
entre todas por bella, y graciosa:
todos los que la vieron, se admiraron,
diciendo, ¿quién es esta tan hermosa,
que como el alba muestra su frescura,
y como luna clara su hermosura?
Como el sol entre todas se ha escogido,
fuerte como escuadrón muy bien armado.
Al huerto del nogal he descendido,
por ver sí daba el fructo muy preciado,
mirando si la viña ha florescido,
y el granado me daba el fructo amado.

ESPOSA:

No sé cómo me pude ir tan ligera,
que mí alma allá en un punto me pusiera.
Carros de Aminadab muy presurosos
los mis ligeros pasos parescían,
y los que me miraban deseosos
de verme, oh Sunamita, me decían,
vuelve, vuelve esos ojos tan graciosos,
ten tus ligeros pies, que ansí corrian:
decían, Sunamita , que miraste,
que como un esquadron os adornaste.

 

Capítulo VII

 

COMPAÑERAS:

Cuán bellos son tus pasos, y el de tu andar,
los tus graciosos píes, y ese calzado,
los muslos una aljorca por collar,
de mano de maestro bien labrado:
tu ombligo es una taza circular,
llena de un licor dulce muy preciado,
montón de trigo es tu vientre hermoso,
cercado de violetas, y oloroso.
Tus pechos son belleza, y ternura,
dos cabritos mellizos, y graciosos;
y torre de marfil de gran blancura
tu cuello, y los tus ojos tan hermosos
estanques de Esebon de agua pura,
qu' en puerta Batrabim están vistosos:
tu nariz una torre muy preciada,
del Líbano a Damasco está encarada
Tu cabeza al Carmelo, levantado
sobre todos los montes, parescía:
y el tu cabello roxo, y encrespado,
color de fina púrpura tenía:
el Rey en sus regueras está atado,
que desasirse de ahí ya no podía:
¡Oh quán hermosa eres, y agraciada,
amiga, y en deleites muy preciada!
Una muy bella palma, y muy crecida
parece tu presencia tan preciada,
de unos racimos dulces muy ceñida,
que son tus lindos pechos, desposada.
Dixe, yo subiré en la palma erguida,
asiré los racimos de la amada,
racimos de la vid dulces, y hermosos
serán tus pechos lindos, y graciosos.
Un olor de manzanas parecía
el huelgo de tu boca tan graciosa,
y como el suave vino bien olía:
tu lindo paladar, oh linda Esposa,
qual vino que al amado bien sabía,
y a las derechas era dulce cosa,
que despierta los labios ya caídos,
y gobierna la lengua y los sentidos.

ESPOSA:

Yo soy enteramente de mi Esposo,
y él en mí sus deseos ha empleado:
ven pues, amado dulce, y muy gracioso,
salgamos por el campo, y por el prado,
moremos en las granjas, qu' es sabroso
lugar para gozar muy sin cuidado,
muy de mañana nos levantaremos,
y juntos por las viñas nos iremos.
Veremos, si la vid ya florescía,
y al granado nos muestra ya sus flores,
si el dulce fructo ya se descubría:
allí te daré yo los mis amores,
la mandrágora allí su olor envía,
y allí las fructas tienen sus dulzores;
que yo todas las fructas, dulce amado,
allá en mi casa te las he guardado.

 

Capítulo VIII

 

ESPOSA:

¿Quién como hermano mío te me diese,
qu' el pecho de mi madre hayas mamado?
Dó quiera que yo hallarte pudiese,
mil besos, mil abrazos te habría dado,
sin que me despreciase el que me viese,
sabiendo que en un vientre hemos andado:
en casa de mi madre te entraría ,
y allá tu dulce amor me enseñaría.
Del vino que adobado yo tenia,
haría que bebieses que es preciado,
y el mosto de granadas te daría;
la su mano siniestra del mi amado
baxo la mi cabeza la ponía,
y con la su derecha me ha abrazado.
Oh hijas de Sión, no hagáis ruido,
porque mi dulce amor está dormido.

COMPAÑERAS:

¿Quién es esta, que sube recostada
del desierto, y echada la su mano
sobre su amado tiene, y delicada?

ESPOSA:

Allí te desperté so aquel manzano,
adonde te parió tu madre amada;
allí sintió el dolor, que no fue vano.

ESPOSO:

Sobre tu corazón me pon por sello,
amada, y sobre el brazo, y en tu cuello.
Ansí como la muerte es el amor,
duros como el infierno son los celos,
las sus brasas son fuego abrasador,
que son brasas de Dios, y de sus cielos,
muchas aguas no pueden tal ardor
apagar los ríos con sus hielos;
el qu'este amor alcanza, ha despreciado
quanto haber este mundo le ha enviado.

ESPOSA:

Pequeña es nuestra hermana, aún no tenía
pechos; mientras le nascen ¿que haremos,
quando se hablare della, vida mía?

ESPOSO:

Una pared muy fuerte labraremos,
y un palacio de plata yo le haría;
y las puertas de cedro le pondremos;
y dentro del palacio ella encerrada,
estará muy segura, y muy guardada.

ESPOSA:

Yo soy bien fuerte muro, Esposo amado,
y mis pechos son torre bien fundada.

ESPOSO:

Bien segura estará puesta a mi lado.

ESPOSA:

No hay donde pueda estar mejor guardada:
que luego que a tus ojos he agradado,
quedé yo en paz, temida, y aceptada;
y ansí con tal Esposo estoy segura,
que no me enojará de hoy mas criatura.
En Bal-hamon su gran viña tenía
Salomón, entregada a los renteros,
cada qual por los fructos que cogía,
de plata le traía mil dineros;
mas me rentará a mí la viña mía,
que me la labraré con mis obreros:
mil dan a Salomón, y ellos ganaban
docientos, de los fructos que sacaban.

ESPOSO:

Estando tú en el huerto, amada Esposa
y nuestros compañeros escuchando,
haz que oya yo tu voz graciosa,
que al tu querido Esposo está llamando.

ESPOSA:

Ven presto, amigo mío, que tu Esposa
te espera, ven corriendo, ven saltando,
como cabras, oh corzos corredores,
sobre los montes altos, y de olores.

(Traducción atribuida a Fray Luis de León)

 

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