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Pedro Calderón de la Barca

Cuentan de un sabio, que un día...

A San Isidro

¿Ves esa rosa que tan bella y pura...

Estas que fueron pompa y alegría...

¿Bartolo no se casó...

Yo me acuerdo cuendo era...

Monólogos de Segismundo

La casa de los Linajes

 

Cuentan de un sabio, que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que cogía.
«¿Habrá otro», entre sí decía,
«más pobre y triste que yo?»
Y cuando el rostro volvió,
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.

Quejoso de mi fortuna
yo en este mundo vivía,
y cuando entre mí decía:
¿habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?
Piadoso me has respondido.
Pues, volviendo a mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías,
las hubieras recogido.

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 A San Isidro

Los campos de Madrid, Isidro santo,
emulación divina son del cielo, 
pues humildes los ángeles su suelo
tanto celebran y veneran tanto.

Celestes labradores, en cuanto
son amorosa voz, con santo celo
vos enviáis en angélico consuelo
dulce oración, que fertiliza el llanto.

Dichoso agricultor, en quien se encierra
cosecha de tan fértiles despojos,
que divino y humano os da tributo,

no receléis el fruto de la tierra,
pues cogerán del cielo vuestros ojos,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.

 

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 ¿VES ESA ROSA QUE TAN BELLA Y PURA...?

¿Ves esa rosa que tan bella y pura
amaneció a ser reina de las flores?
Pues aunque armó de espinas sus colores,
defendida vivió, mas no segura.

A tu deidad enigma sea no obscura,
dejándose vencer, porque no ignores
que aunque armes tu hermosura de rigores,
no armarás de imposibles tu hermosura.

Si esa rosa gozarse no dejara,
en el botón donde nació muriera
y en él pompa y fragancia malograra.

rinde, pues, tu hermosura, y considera
cuánto fuera rigor que se ignorara
la edad de tu florida primavera.

 

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ÉSTAS QUE FUERON POMPA Y ALEGRÍA...

Éstas que fueron pompas y alegría,
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana,
durmiendo en brazos de la noche fría.

Este matiz que al cielo desafía,
iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se emprende en término de un día!

A florecer las rosas madrugaron
y para envejecerse florecieron;
cuna y sepulcro en un botón hallaron.

Tales los hombres sus fortunas vieron:
en un día nacieron y expiraron;
que, pasados los siglos, horas fueron.

 

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¿Bartolo no se casó
con Catalina, y parió
a seis meses no cabales?
Y andaba con gran placer
diciendo: "¡Si tú lo vieses!
Lo que otra hace en nueve meses,
hace en cinco mi mujer.
"
 

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Yo me acuerdo cuando era
agravio el decirle a un hombre
fullero, porque era nombre
que escucharse no debiera
sin mentís, pero después
que a ser llegó habilidad,
agravio es con más verdad
decirle que no lo es.

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(Monólogos de Segismundo de LA VIDA ES SUEÑ0)

Apurar, cielos, pretendo,

ya que me tratáis así,

qué delito cometí

contra vosotros naciendo;

aunque si nací, ya entiendo

qué delito he cometido;

bastante causa ha tenido

vuestra justicia y rigor,

pues el delito mayor

del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber,

para apurar mis desvelos

(dejando a una parte, cielos,

el delito de nacer),

¿qué más os pude ofender

para castigarme más?

¿No nacieron los demás?

Pues si los demás nacieron,

¿qué privilegios tuvieron

que yo no gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas

que le dan belleza suma,

apenas es flor de pluma,

o ramillete con alas,

cuando las etéreas salas

corta con velocidad,

negándose a la piedad

del nido que deja en calma;

¿y teniendo yo más alma,

tengo menos libertad?

Nace el bruto, y con la piel

que dibujan muchas bellas,

apenas signo es de estrellas

(gracias al docto pincel,

cuando atrevido y cruel

la humana necesidad

le enseña a tener crueldad,

monstruo de su laberinto;

¿Y yo, con mejor instinto,

tengo menos libertad?

Nace el pez, que no respira,

aborto de ovas y lamas,

y apenas bajel de escamas

sobre las ondas se mira,

cuando a todas partes gira

midiendo la inmensidad

de tanta capacidad

como le da el centro frío;

y yo, ¿con más albedrío,

tengo menos libertad?

Nace el arroyo, culebra

que entre flores se desata,

y apenas, sierpe de plata,

entre las flores se quiebra,

cuando, músico, celebra

de las flores la piedad

que le da la majestad

del campo abierto a su huida;

¿y yo, teniendo más vida,

tengo menos libertad?

En llegando a esta pasión,

un volcán, un Etna hecho

quisiera arrancar del pecho

pedazos del corazón:

¿qué ley, justicia o razón

negar a los hombres sabe

privilegio tan süave,

excepción tan principal,

que Dios le ha dado a un cristal,

a un pez, a un bruto y a un ave?

* * *

pues reprimamos

esta fiera condición,

esta furia, esta ambición,

por si alguna vez soñamos;

y si hacemos, pues estamos

en mundo tan singular,

que el vivir sólo es soñar;

y la experiencia me enseña

que el hombre que vive, sueña

lo que es, hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive

en este engaño, mandando,

disponiendo y gobernando;

y este aplauso, que recibe

prestado, en el viento escribe;

y en cenizas le convierte

la muerte (¡desdicha fuerte!);

¿que hay quien intente reinar

viendo que ha de despertar

en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,

que más cuidados le ofrece;

sueña el pobre que padece

su miseria y su pobreza;

sueña el que a medrar empieza,

sueña el que afana y pretende,

sueña el que agravia y ofende,

y en el mundo, en conclusión,

todos sueñan lo que son,

aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí

de estas prisiones cargado,

y soñé que en otro estado

más lisonjero me vi.

¿Qué es la vida? Un frenesí.

¿Qué es la vida? Una ilusión,

una sombra, una ficción,

y el mayor bien es pequeño;

que toda la vida es sueño,

Y los sueños, sueños son.

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LA CASA DE LOS LINAJES

 

PERSONAJES

DON LESMES.

DON TRISTÁN.

JUANA.

DON GIL.

UN SASTRE.

UN ZURDO.

 UNA DUEÑA.

UN CORCOVADO.

UN NEGRO.

 UN MORO.

UN BARBERO.

UN HOMBRE.

UNA TRAPERA

UNA MONDONGUERA.

VECINOS.


 

(Calle con entrada a la Casa de los Linajes). (Salen don Lesmes y don Tristán)

 

D. LESMES

Don Tristán, é dónde vais tan enojado?

D. TRISTÁN

 A matar o morir desesperado,

don Lesmes, voy: y pues que sois mi amigo,

 y no acaso os busqué, venid conmigo;

porque tengo de entrar en cierta casa

no muy segura.

D. LESMES

                                                     Sepa lo que os pasa,

y a lo que voy también.

                                       D. TRISTÁN                                              

                                                   Ya habéis sabido

que a un mal gusto rendido

(que amor tal vez a lo peor inclina),

a Juanilla pasé de mantellina

a manto; a tafetán de bocacíes;

de tú a don, de ramplón a ponlevíes,

de pico te a sedilla,

y de la lámpara, al fin, a lamparilla.

 Esta pues, picarona,

en habiendo dejado mi persona

tan pobre como veis, y de mal talle,

me ha puesto de patitas en la calle.

D. LESMES

¿Y deso os ofendéis? Pues, ¿ qué fregona,

en viéndose alhajada, no desea

no ver a quien la vio, porque la vea

 quien no la vio?

D. TRISTÁN

                                                                  En efecto, yo he sabido

el galán; y no sólo me ha ofendido

ella, pero él también, porque sabía

el ser ya doña Juana cosa mía.

y a, voy a buscarlo

con ánimo siquiera de matarlo,

 si a mi justa querella

donación entre vivos no hace della.

 Sé que vive en la casa

que desta calle a esotra calle pasa,

cuyo corral es todo aposentillos,

llenos de vecinillos

por cuyas varias gentes,

de oficios y de estados diferentes,

tratos, usos, naciones y lenguajes,

 la Casa se llamó de los Linajes.

Y por si acaso en mi semblante nota

algo la vecindad, y se alborota,

no es bien hallar me solo: y pues mi amigo

 sois y esta la casa, entrad conmigo.

D. LESMES

A todo trance tengo

de estar con vos; que con quien vengo, vengo.

 

(Llégase a la puerta de la Casa de los Linajes)

 

D. TRISTÁN

 Pues quedaos a esta puerta.

D. LESMES

 ¿Con qué orden?

D. TRISTÁN

                                                                    De no más que estar alerta.

Aquel es que en el patio se pasea.

D. LESMES

Alerta quedo, y lo que fuere sea.

ntranse). (Patio de la Casa de los Linajes).

(Sale don Gil)

 

D. GIL

 (Para sí). Hermosa Juana mía,

si me dijiste que hoy tu amor vendría

 a verme, ¿cómo tarda?

Mas ¿cuándo no tardó, bien que se aguarda.

 

(Salen don Tristán y don Lesmes, éste se queda a la puerta acechando).

 

D. TRISTÁN

Mucho me huelgo de haberos

hallado, señor don Gil.

D. GIL

 No estaba perdido yo;

y si pensásteis que sí,

hubraisme pregonado,

y supiérades de mí.

D. TRISN

 Ya 10 hubiera hecho, a pensar

que había de hallar ...

D. GIL

                                               Decid.

D. TRISTÁN

Quien diera por vos de hallazgo

un solo maravedí.

Esto no es del caso. Vamos

a lo que lo es.

  D. GIL

                                Proseguid.

D. TRISTÁN

Yo a la Juanilla de ayer,

doña Juana de hoy, serví;

y sabiendo vos que era

la dama de aqueste arfil,

 me la habéis soplado.

   D. GIL

                                                Pues

¿de qué os quejáis, si advertís

que la dama que no come,

se sopla?

       D. TRISTÁN

                      Aunque eso sea así,

quizá porque ella al Tristán

 dejo la hacienda en el tris;

con todo, vengo a saber

si acción tan baja, tan vil,

haberse hecho con un sastre

 pudiera.

 

(Sale un Sastre, cosiendo)

 

         SASTRE

                  ¡Qué es lo que oí!

Pues ¿ qué tienen, señor hidalgo,

 los sastres, para decir

que no se hiciera con vos

lo que con ellos?

        D. GIL

                                        Oíd:

que este caballero habla

conmigo.

         SASTRE

                                      Tambn de mí;

y vive Dios que si cojo

una vara de medir ...

D. TRISTÁN

¡Vara de medir, picaño!

Vos debéis de presumir

que con algún zurdo habláis.

 

(Sale un Zurdo, rebozado, con la espada a zurdas)

 

ZURDO

¿Y qué tienen, me decid,

los zurdos, para que no

deba el mismo Belianís

hablar muy cortés con ellos?

D. TRISTÁN

¿Qué han de tener más, si vi

que aún menos derechos son

que un corcovado?

 

(Sale un Corcovado)

 

CORCOVADO

                                      Mentís;

que un corcovado no puede

ser derecho; un zurdo .

D. TRISTÁN

¡Mentis a mí! (Cáscanse)

D. GIL

Deteneos.

D. TRISTÁN

¿Qué es detenerme, si oí

lo que no sufriera un negro?

 

(Sale un Negro)

 

NEGRO

Lóh negloh, ¿son gente ruin

que suflieran lo que vos

no pudiérades suflir. (Cáscale).

D. TRISTÁN

¡Vive Dios, que si del turco hablara,

 creo que aquí

el turco se apareciera!

 

(Sale un Moro)

 

MORO

¿Qué vos del turco decir?

El turco ser gente noble;

que estar cautivo y servir

y más a señora duca,

no ser infamia. (Cáscale).

D. GIL

                                 Advertid

que estoy aquí yo ...

Y teneos vos.

        D. TRISTÁN

           Si haré, pues me impedís;

mas no me las pele yo,

aunque viva años cien mil,

en bacía de barbero

(que es el potro más civil

del hombre), hasta que de todos

me vengue.

 

(Sale un Barbero, y tras él un Hombre, con paños y baa, como que está haciéndose la barba).

 

              BARBERO

                                                          ¡Qué llego a oír!

¿ Qué es eso de civil potro,

caballero?

            HOMBRE

                                                             Hombre, no así

a media barba me dejes.

BARBERO

¿Vos sabéis lo que os decís?

¡Metáfora de verdugo

con barberos!

       D. TRISTÁN

                                                 Acudid,

don Lesmes: ved que cercado

 me veo de gente ruin.

D. LESMES (Sin moverse de su puesto)

Dejaos dar; que alerta estoy,

que es lo que me toca a mí.

D. GIL

 Baste estar yo de por medio.

 A vuestros cuartos os id.

TODOS

Agradezca a Dios estar

por medio el señor don Gil.

 

(Vanse el Sastre, el Zurdo, el Corcovado, el Negro, el Barbero y el Hombre que salió tras él)

D. GIL

Ya estamos solos: ahora

vuestro duelo proseguid.

D. TRISTÁN

Digo, pues, que yo a Juanilla ... (Sale Juana).

JUANA

  ¿Quién dijo Juanilla aquí?

Pero ¿ quién había de ser

sino un hombrecillo vil

de pocas obligaciones,

sin urbanidad y sin

cortesanía ni modo,

hombre pobretón, en fin,

que ignora que da Juana

 me suelen llamar a mí?

D. TRISTÁN

 Pues, ¿no te acuerdas, Juanilla,

de que yo te conocí,

hija de una mondonguera?

 

(Sale una Mondonguera)

 

MONDONGUERA

 Cuando aqueso fuese así,

¿hay persona de más sangre

que una mondonguera? Di,

deslenguado ... Pero yo

sabré vengarme de ti.

D. TRISTÁN

¿ Eres víbora o serpiente?

Y agradece no decir

dueña, que es más venenoso

 animal.

 

(Sale una Dueña)

 

         DUEÑA

                  Hombre civil,

¡dueñas tomas en la boca!

A mi mano has de morir.

 

(Aráñanle las tres)

 

D. TRISTÁN

Aquesto es peor. iDon Lesmes!

A socorrerme venid.

D. LESMES

Dejaos dar: alerta estoy,

que es lo que me toca a mí.

D. TRISTÁN

 ¿Oyes, pícara trapera? ...

 

 (Sale una Trapera)

 

TRAPERA

 ¿Qué tienen que ver, decid,

las traperas, bribonazo,

con vuestro duelo?

D. TRISTÁN

                                           iAy de mí!

Si cuanto fuere nombrando,

 al instante ha de venir,

a nadie ya nombraré.

JUANA

Hará bien. Y pues aquí

tan defendida me hallo

en el poder de don Gil,

no me canse. Y porque advierta

lo que tiene contra . ..

(Canta). ¡Ah de los Linajes!

VOCES (Dentro).

¿ Qué quieres?

           JUANA.

                                      Salid,

salid, porque vea,

si me da en seguir,

que en defensa mía

 tiene contra sí

la gente que encierra

un patio en Madrid.

 

(Salen los de antes y otros vecinos, y cantan)

 

VECINOS.

Salid, porque vea,

si la da en seguir

la gente que encierra

un patio en Madrid.

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