OCTAVA XL DE PERITO EN LUNAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Octava XL

A fuego de arenal, frío de asfalto.

Sobre la Norteamérica de hielo,

con un chorro de lengua, África en lo alto

por vínculos de cáñamo, del cielo.

Su más confusa pierna, por asalto,

náufraga higuera fue de higos en pelo

sobre el nácar hostil, remo exigente...

¡Norte! Forma de fuga al sur: ¡Serpiente!

 

             Los poemas de su primera obra, Perito en lunas, son un conjunto de barroquísimos juegos de ingenio o adivinanzas creados por un joven dotado de prodigiosas facultades para la metáfora. Ello hizo que, hasta 1962 en que Carlos Ballesta restituyó los títulos en su libro La poesía de Miguel Hernández, los lectores entendieran poco o nada de estos acertijos incluidos o no en Perito en lunas.

            Como se puede apreciar, la octava se divide en dos partes de cuatro versos cada una, si bien el primer verso actúa como resumen de lo que se nos va a contar. Efectivamente, el poeta, sirviéndose, como en tantas otras ocasiones, de  la contraposición, emplea un hemistiquio para metaforizar las fuerzas naturales con reminiscencias del desierto, de África, de lo negro, de la sexualidad primitiva (a fuego de arenal), mientras que el otro hemistiquio representa las leyes de la civilización de los blancos: frío de asfalto. Reducido al lenguaje freudiano sería el yo frente al ello, los instintos frente a la razón. Y, adscribiéndolo a la poética de Hernández,  otro caso del enfrentamiento eterno entre lo masculino y lo femenino que en este caso se ve reformado por la lucha entre razas.

         Una vez planteado el tema, Miguel Hernández, en lugar de desarrollarlo de manera académica (siguiendo con el nudo,  las consecuencias de esa calentura sexual  irreprimible _ la violación_, para llegar al desenlace, el castigo impuesto a los criminales por los fríos dueños del asfalto), pasa a ofrecernos la conclusión: el ahorcamiento de los negros (dos o más). Mediante imágenes de gran plasticidad, se nos muestra a los criminales con la lengua fuera y balanceándose en la cuerda de cáñamo, sirviéndose siempre de las oposiciones: América-África, realidad blanca (sobre)-deseo negro(alto).

         La parte de la octava referida a la violación rompe también el ritmo de la primera. Además de acentuar el hipérbaton y encadenar imágenes de significado más obscuro, el estilo se hace más impresionista y telegráfico para reflejar la rapidez violenta de lo que está sucediendo. La lucha anteriormente reseñada entre los instintos primitivos y las normas de la civilización se mantiene en estos versos (norte-sur), si bien ahora la lucha se concreta en la oposición de la mujer blanca (nácar hostil) a la agresión negra (su más confusa pierna por asalto). La maestría poética de Miguel Hernández le lleva a administrar significativamente las metáforas de acuerdo con lo que se está narrando. Dado que la relación sexual no es consentida, solamente una metáfora sinestésica se refiere a la mujer en su conjunto (nácar hostil). Es decir, no hay más referencia a los órganos o atributos de la víctima que la de su color. Por el contrario, se encadenan las metáforas referidas a los órganos sexuales masculinos para indicarnos su protagonismo activo: para el pene: confusa pierna, náufraga higuera, remo exigente, serpiente[1]. Para los testículos: higos[2] en pelo. También los adjetivos son empleados con el rigor de un maestro: tres de ellos se aplican a los violadores para remarcar la torpeza del miembro en sus ansias de  penetración (confusa, náufraga, exigente),  en tanto que el referido a la mujer (hostil) sintetiza la inútil resistencia a la violencia. Y digo inútil porque creo que el poeta ha elegido el nácar no sólo por su color, sino por su fragilidad para aumentar la indefensión de la víctima frente a sus agresores.

         Un último apunte sobre esta composición poética. Como constata José Antonio Segura[3], esta octava ha merecido poca atención por parte de los críticos debido tal vez a que es una rareza dentro de Perito en lunas tanto por su ubicación en EE UU,  como por tratarse de un texto narrativo cuando casi todos los que componen la obra son instantáneas o descripciones de motivos ligados a la naturaleza o a las costumbres y habitantes de la región levantina: mar y río, palmera, palmero,  sandía, la granada, azahar, pozo, toros, gallo, camino, cohetes, espantapájaros, lavandera, labradores, …

Pero, junto a ello, creo necesario tener en cuenta dos hechos: el ya señalado de la notable presencia más o menos explícita del sexo en Perito en lunas, y que el atractivo de las americanas  sobre Hernández tiene también su reflejo en la octava 24. El título, veletas, en esta ocasión nos confunde más que nos aclara, porque lo que ocurre en realidad es que las  católicas, hieráticas y gélidas  veletas recuerdan al poeta las contorsiones lúbricas de las danzarinas negras y, en especial a una que, por antonomasia, representa el atractivo erótico de las bailaoras: Josephine Baker.[4] Esta vedette del Folies Bergère  se convirtió en un símbolo erótico en los felices 20 tras el estreno de la película La Sirène des Tropiques, a la que seguirían Zouzou y Princesse Tam Tam. Parece que los encantos de esta actriz causarían algunas calenturas en un joven tan fogoso y sometido a la rigurosa castidad de la mojigatería provinciana. Haya o no conexión entre las visiones de la negra danzarina y la blanca violentada, lo que sí  creo cierto es que la mujer negra ocupaba algunos momentos celestiales  en el imaginario erótico del joven Hernández, que, es un suponer, tal vez soñara con danzas en injertos más cálidos o con ser ese viento que recorre los cuerpos ondulantes de las danzarinas:

    NOTAS

 

[1] La serpiente o culebra aparece con frecuencia en la poesía de Miguel Hernández parra referirse al pene tanto por su forma como por asociar su piel cambiante a la del prepucio. También tiene en este poeta las connotaciones propias de la lírica tradicional y culta: tentación, pecado, engaño, lujuria, oscuridad, muerte y reino de los muertos…

[2] Según Sánchez Vidal los higos sirven aquí también para acentuar la negrura sobre el blanco femenino. En la poesía hernandiana, los higos cerrados simbolizarán los testículos, mientras que abiertos son el sexo de la mujer. También la higuera recoge las connotaciones sexuales que encontramos en distintas mitologías. Sea por la similitud con el semen del jugo que desprenden los higos, sea por la forma  de los mismos _ vulva o testículos_ lo cierto es que fue árbol dedicado a Dionisos y también el que sirvió para tapar las partes pudendas de nuestros primeros padres según la tradición bíblica. El comienzo de La Oda a la Higuera  explicita perfectamente las obsesiones eróticas hernandianas: “Abiertos dulces sexos femeninos, /o negros o verdales: mínimas botas de morados vinos,/cerrados: genitales/ lo mismo que horas fúnebres e iguales.”

[3] José Antonio Segura, La obra poética de Miguel Hernández. (Internet)

[4] En este (http://www.youtube.com/watch?v=n4MqCcVXyQU&NR=1) y otros enlaces se pueden ver vídeos en youtube con actuaciones de Josephine Baker.

(COMENTARIO TOMADO DEL ARTÍCULO NOTAS AL MARGEN DE ALGUNOS POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ SOBRE LA MUERTE. PULSA AQUÍ PARA ACCEDER A ESTE TEXTO)