Sin Rey vivía, libre, independiente el pueblo de las ranas felizmente. La amable libertad sola reinaba en la inmensa laguna que habitaba; mas las ranas al fin un rey quisieron,5 a Júpiter excelso lo pidieron; conoce el dios la súplica importuna, y arroja un Rey de palo a la laguna: Debió de ser sin duda buen pedazo, pues dio Su Majestad tan gran porrazo, que el ruido atemoriza al Reino todo; cada cual se zambulle en agua o lodo, y quedan en silencio tan profundo cual sino hubiese ranas en el mundo. Una de ellas asoma la cabeza, y viendo la real pieza, publica que el Monarca es un zoquete. Congrégase la turba, y por juguete lo desprecian, lo ensucian con el cieno, y piden otro Rey; que aquel no es bueno. El padre de los dioses, irritado, envía a un culebrón, que a diente airado muerde, traga, castiga, y a la misma grey al punto obliga a recurrir al Dios humildemente. «Padeced, les responde, eternamente; que así castigo a aquel que no examina si su solicitud será su ruina.» PULSA AQUÍ PARA LEER EL ORIGEN DE ESTA FÁBULA EN ESOPOy AQUÍ PARA SU TRATAMIENTO POR JUAN RUIZ, ARCIPRESTE DE HITA, PULSA |
El ratón de la corte y el del campo. Un ratón cortesano convidó con un modo muy urbano a un ratón campesino. Diole gordo tocino,
queso fresco de Holanda,
y una despensa llena de vianda era su alojamiento, pues no pudiera haber un aposento tan magníficamente preparado, aunque fuese en Ratópolis buscado con el mayor esmero, para alojar a Roepan Primero. Sus sentidos allí se recreaban; las paredes y techos adornaban, entre mil ratonescas golosinas, salchichones, perniles y cecinas. Saltaban de placer, ¡oh qué embeleso!, de pernil en pernil, de queso en queso. En esta situación tan lisonjera llega la despensera oyen el ruido, corren, se agazapan, pierden el tino, mas al fin se escapan atropelladamente por cierto pasadizo abierto a diente. «¡Esto tenemos!, dijo el campesino; reniego yo del queso, del tocino, y de quien busca gustos entre los sobresaltos y los sustos.» Volviose a su campaña en el instante y estimó mucho más de allí adelante, sin zozobra, temor ni pesadumbres, su casita de tierra y sus legumbres. |
Un ciervo se miraba
en una hermosa cristalina fuente; placentero admiraba los enramados cuernos de su frente, pero al ver sus delgadas, largas piernas, al alto cielo daba quejas tiernas. «¡Oh Dioses! ¿A qué intento, a esta fábrica hermosa de cabeza construís su cimiento sin guardar proporción en la belleza? ¡Oh qué pesar! ¡Oh qué dolor profundo! ¡No haber gloria cumplida en este mundo!» Hablando de esta suerte el ciervo, vio venir a un lebrel fiero. Por evitar su muerte parte al espeso bosque muy ligero; pero el cuerno retarda su salida, con una y otra rama entretejida. Mas libre del apuro a duras penas, dijo con espanto: «Si me veo seguro, pese a mis cuernos, fue por correr tanto; lleve el diablo lo hermoso de mis cuernos, haga mis feos pies el cielo eternos.» Así frecuentemente el hombre se deslumbra con lo hermoso; elige lo aparente, abrazando tal vez lo más dañoso; pero escarmiente ahora en tal cabeza: El útil bien es la mejor belleza. |
Es voz común que a más del mediodía en ayunas la zorra iba cazando: halla una parra, quédase mirando de la alta vid el fruto que pendía.
no alcanzar a las uvas con la garra, al mostrar a sus dientes la alta parra negros racimos entre verdes hojas. Miró, saltó y anduvo en probaduras, pero vio el imposible ya de fijo. Entonces fue cuando la zorra dijo: "No las quiero comer, no están maduras." No por eso te muestres impaciente si se te frustra, amigo, algún intento: aplica bien el cuento y di "no están maduras" frescamente. PULSA AQUÍ PARA LEER EL ORIGEN DE ESTA FÁBULA EN ESOPO. |
El león vencido por el hombre.
Cierto
artífice pintó una lucha, en que, valiente un hombre tan solamente a un horrible león venció, otro león, que el cuadro vio, sin preguntar por su autor, en tono despreciador dijo: "Bien se deja ver, que es pintar como querer, y no fue león el pintor." |
Llevaba en la cabeza una lechera el cántaro al mercado con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado, que va diciendo a todo el que lo advierte ¡yo sí que estoy contenta con mi suerte! Porque no apetecía más compañía que su pensamiento, que alegre la ofrecía inocentes ideas de contento, marchaba sola la feliz lechera, y decía entre sí de esta manera: «Esta leche vendida, en limpio me dará tanto dinero, y con esta partida un canasto de huevos comprar quiero, para sacar cien pollos, que al estío me rodeen cantando el pío, pío. »Del importe logrado de tanto pollo, mercaré un cochino; con bellota, salvado, berza, castaña engordará sin tino; tanto que puede ser que yo consiga ver como se le arrastra la barriga. »Llevarelo al mercado; sacaré de él sin duda buen dinero: Compraré de contado una robusta vaca y un ternero, que salte y corra toda la campaña, hasta el monte cercano a la cabaña.» Con este pensamiento enajenada, brinca de manera, que a su salto violento el cántaro cayó. ¡Pobre lechera! ¡Qué compasión! Adiós leche, dinero, huevos, pollos, lechón, vaca y ternero. ¡Oh, loca fantasía! ¡Qué palacios fabricas en el viento! Modera tu alegría; no sea que saltando de contento, al contemplar dichosa tu mudanza, quiebre su cantarillo la esperanza. No seas ambiciosa de mejor, o más próspera fortuna, que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna. No anheles impaciente el bien futuro, mira que ni el presente está seguro.
PULSA AQUÍ PARA LEER EL TRATAMIENTO DE ESTA FÁBULA EN CALILA E DIMNA y AQUÍ PARA VERLO EN EL CONDE LUCANOR
|
PULSA AQUI PARA LEER POEMAS SOBRE PERROS |
Una
noche ardorosa,
con su empeño; |
Cierta viuda, joven y devota, cuyo nombre se sabe y no se anota, padecía de escrúpulos, de suerte que a veces la ponía a la muerte. Un día que se hallaba acometida de este mal que acababa con su vida, confesarse dispuso, y dijo al confesor: “Padre, me acuso de que ayer, porque soy muy guluzmera, sin acordarme de que viernes era, quité del pico a un tordo que mantengo, jugando, un cañamón que le había dado y me lo comí yo. Por tal pecado
y no hallo a mi dolor consuelo alguno, al recordar que quebranté el ayuno”. Díjola el padre: “Hija, no con melindres venga, ni por vanos escrúpulos se aflija, cuando tal vez otros pecados tenga.” Entonces, la devota de mi historia, después de haber revuelto su memoria, dijo: “Pues es verdad; la otra mañana me gozó un fraile de tan buena gana que, en un momento, con las bragas caídas, once descargas me tiró seguidas y, porque está algo gordo el pobrecito, se fatigó un poquito y se fue con la pena de no haber completado la docena.” Oyendo semejante desparpajo, el cura un brinco dio, soltó dos coces, y salió por la iglesia dando voces y diciendo: “¡Carajo! ¡Echarla once y no seguir por gordo! ¡Eso sí es cañamón, y no el del tordo!”
PULSA AQUÍ PARA LEER POEMAS DE TEMA SEXUAL |
El Pajarito, madre, después que me picó, me ha dejado burlada. ¡Ay de mi, qué dolor! El Pájaro ya voló. El Pájaro era blanco, travieso y juguetón, de pluma crespa y negra, con pico de arrebol. Estando yo solita en mi cuarto se entró y mil dulces tonadas al punto me cantó. En ellas me decía con grandísimo ardor que si le acariciaba me mostraría amor. Acogíle en mi falda mil besos le di yo, pero el pícaro luego a mi frente saltó. De allí se fue a los ojos,
a la nariz pasó, besando las mejillas en mi pecho posó. ¡Cuántas blancas caricias en él me prodigó, volando y revolando por todo alrededor! Cada vez más travieso, los labios me besó, y la punta del pico en ellos me metió. ¡Ay, cuánto forcejeaba el pícaro bribón por encajarle todo, mas le dije eso no! El era porfiado, blando mi corazón, y tantos sus halagos que por fin le metió. Pero no sólo el pico, también el cuerpo entró menos las alas, y eso porque muy gordas son.
pulsa aquí para leer poemas sobre el sexo de la mujer o del hombre |