CARLOS ÁLVAREZ Faetón A mi hermano en la Poesía Antonio Hernández A las cosas pregunta, y así aprende, del paisaje, que siempre al otro lado del mar hay una tierra, pues sus ojos de Gibraltar a Ceuta libres vuelan desde el terruño blanco; y que las casas son la tierna herida por donde sangra el campo; y que es un juego peligroso el río y un terror la montaña, y es el árbol un dulce amigo que a abrazar convida y un hermoso diálogo. Y aprende de otros niños, el hijo de Clymene, que la mano de a quien padre respetan es el puerto y el barco: la vela airosa para la aventura… el madero robusto para el náufrago. Y se contempla como el solo trémolo que no arranco algún arco del pozo antiguo en el que fértil llora la madera materna, y agraviado por la Naturaleza se imagina: comienza ya a sentirse agua sin vaso; sin raíces, la rama seca y torva desgajada del tallo. Adulto adolescente, niño grave, cuando del sol conoce que es el vástago de implacable destino y en dominar se esfuerza los caballos con los que conducir sin extravío de la vida insumisa el torpe carro, se le incendia el cerebro, pierde el pulso su corazón helado… destroza lo que encuentra cuando vuelve del luminoso vértigo hasta el páramo donde todo es penumbra soñolienta, febril eternidad, silencio manso.
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NOTAS PARA EL COMENTARIO 1) Tema Con este poema comienza el libro El Testamento de Heiligenstadt [1] en el que Carlos Álvarez rinde homenaje a Beethoven poetizando aspectos de la vida y de la obra del genial músico y utilizando como elemento unitivo el testamento que Beethoven escribiera en la ciudad de Heiligenstadt, abrumado por la sordera creciente, la soledad y la incomprensión humana. Aquí Carlos Álvarez se sirve del mito de Faetón para desarrollar un tema recurrente en sus obras porque le afecta de manera vital: la orfandad. La barbarie fascista asesinó a su padre al inicio del golpe militar: mi infancia son recuerdos de un muro de Sevilla, recrea, con dolorido acento, el alejandrino machadiano. También Beethoven se ha visto desprovisto del calor paterno, aunque en este caso debido al alcoholismo de su progenitor. Y Faetón igualmente sufre la orfandad aunque, gran paradoja, su padre sea inmortal. Recordemos el mito: Hijo del dios Helios (el sol) y de la oceánida Clymene, Faetón padece en su infancia la burla y el acoso de los demás niños que se ríen de sus pretensiones de ser hijo de un dios para ocultar que no sabe quién es su padre. Al fin consigue que su divino padre le dé una audiencia en la cual le ruega encarecidamente que le permita conducir el carro solar durante un día para demostrar quién es a los estúpidos e incrédulos amigos. El resultado, ya se sabe: su impericia o soberbia le llevan a acercarse tanto a la tierra que está a punto de incendiar el mundo. Para evitarlo, Zeus lo derriba con su rayo y, al caer, su cadáver se sumerge en el río Eridano. Sus apenadas hermanas, para acompañarlo eternamente, se convierten en esos álamos cantores que siempre veremos a la vera de los ríos. Este mito ha dado lugar a diversas interpretaciones y a importantes obras literarias y artísticas. A finales de la Edad Media se compara a Faetón con Lucifer, también expulsado del cielo, mientras que en la época moderna aparece como símbolo de la osadía, la soberbia, la temeridad y la valentía. Además de algunos poemas de Garcilaso y Góngora, en la literatura española encontramos un extenso poema del conde de Villamediana, Fábula de Faetón, y una obra de dramática de Calderón: El hijo del Sol. Goethe en su tragedia Faeton of reukeloze stoutheit trata de reconstruir la tragedia perdida de Eurípides pero también pretende que el público saque esta enseñanza: el gobierno sólo se debe encomendar a los sabios y prudentes, nunca a los jóvenes irreflexivos.[2] 2) Estrofa y estructura significativa El poeta elige la silva asonantada para desarrollar el tema, si bien la sucesión de versos heptasílabos y endecasílabos rimando los pares en asonante se rompe en dos ocasiones: en el verso cuarto que queda sin rima (y pasa la asonancia al quinto, con lo cual rimarán los impares alterando la cadencia de la silva-romance), y en el verso quince que sólo tiene 3 sílabas. Parece obvio que el poeta, al dejar suelto el verso cuya última palabra es vuelan, pretende que el lector repare en este verbo, tema fundamental de la composición poética: tratar de salir, escapar de las miserias cotidianas. El pie quebrado del trisílabo y el barco nos hace reparar en esta metáfora de la vida a la que luego me referiré. Atendiendo a su estructura interna o significativa, divido la estrofa en cuatro partes:
3) Tipología textual Se trata de un texto narrativo _ con los consiguientes párrafos descriptivos que analizaré después_ en el que el poeta nos cuenta el proceso de aprendizaje de su protagonista, desde su más tierna infancia hasta la adolescencia. El narrador adopta, por tanto, la técnica de autor omnisciente y elige el desarrollo lineal de la historia en un presente que actualice la acción, a pesar de referirse a hechos pretéritos. Tanto por el tema como por el desarrollo pasado y aún reiterativo de lo que se va narrando (obsérvese el polisíndeton de la conjunción y), el relato adquiere el tono de los narradores de cuentos infantiles o de mitos, pues el mito no es sino un cuento maravilloso con personajes divinos. Porque lo que aquí se nos está contando es el proceso iniciático de un huérfano como si el narrador se lo narrase a otros niños, huérfanos o no, para que saquen las oportunas moralejas, con referencias a elementos cotidianos: el entorno natural, los amigos, los terrores y angustias que acompañan a la infancia, las consecuencias de no saber dominar los impulsos... De ahí que el relato adquiera en sus primeras partes un tono expositivo, de dejar constancia de unos hechos. Para acercarlo aún más a los protagonistas de las narraciones infantiles, el de esta historia también carece de nombre porque, aunque rece el de Faetón como título, el héroe podría ser cualquier niño, por ejemplo Beethoven o, quizá más propiamente, Carlos Álvarez en su infancia. De hecho, las referencias concretas del relato para situarlo geográficamente (pues sus ojos de Gibraltar a Ceuta libres vuelan/ desde el terruño blanco) no corresponden a las del mito griego, sino a las del poeta nacido en Jerez de la Frontera. Por último, señalar que algunos fragmentos del texto dan la sensación de respuestas a preguntas que ha debido formular el niño bien a su madre, bien a otros niños.
4) Estilo y recursos poéticos[3]
Procederé al análisis estilístico de acuerdo con la división de la silva antes realizada.
La última parte de la silva rompe con el sentido descriptivo o expositivo para adentrarnos en la narración poética en la que se resuelve el conflicto dramático. Quiero decir que si la dos primeras partes podrían considerarse planteamiento del tema, en un sentido cercano al de la filosofía griega (un niño interroga sobre el mundo que le rodea, buscando sus respuestas en la naturaleza), y la tercera parte sería el nudo en el que se nos indica que la respuesta debemos buscarla en nosotros mismos, y este último episodio correspondería al desenlace: el protagonista busca las respuesta fuera de sí mismo y de su entorno, ha de romper con el cordón umbilical de la madre para dirigirse al reino del padre, a la aventura. Aunque ello suponga su propia destrucción. Porque desde que abandonamos el nido de la vida, los pañales, entramos en el de muerte, en la mortaja. Carlos Álvarez administra sabiamente los recursos estilísticos y poéticos para expresar este cambio que se produce en el protagonista de su relato y en las leyes correspondientes del poema. Utiliza más un estilo verbal, con el consiguiente encadenamiento de verbos de acción, que reflejen una actidad menos contemplativa y más heroica del protagonista: se esfuerza en dominar, conducir, incendia, destroza, vuelve... Sigue empleando recursos retóricos que aumentan la carga lírica del poema. Así encontraremos una serie de símbolos o imágenes que nos ayudan a comprender el sentido final del poema: la tragedia de nuestra existencia, la humana, en la cual el destino implacable nos dice que la respuesta a buscar nuestro pasado es encontrar nuestro futuro, la muerte, única realidad del hombre. Adulto, adolescente o niño grave, todos hallarán idéntica respuesta en el oráculo. He aquí algunos de estos símbolos o imágenes que contribuyen a aumentar la carga poética y humana de la silva:
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NOTAS 1) Pulsa aquí para leer una crítica a este libro 2) El relato sirve también como argumento de algunas óperas de A. Sacarlatti/De Totis (1685) y Jommelli/Verazzi (1768). Las representaciones pictóricas del mito son numerosas: Dibujos de Miguel Ángel (1535), techo del Palazzo del Te de Mantua de Giulio Romano (1532-1535), del Palazzo Rossi de Bolonia de Reni (1596), cuadros de Jan Eyck, Rubens (1605), Moreau (1878), Redon (1905)... 3)Pulsa AQUÍ para acceder a la explicación sobre el significado y uso de los recursos poéticos. 4) El lector encontrará aquí un estudio sobre la poesía de Carlos Álvarez |