ANTONIO MARTÍNEZ MENCHÉN

EL COLCHÓN

     _ Y la culpa, señor cabo, la tiene esta mujer, que tuvo que empeñarse en que el abuelo nos acompañase a la boda de su sobrina. Y mira que yo le dije que su padre no estaba para bodas, pero ella arre que arre y hasta que no vio al viejo encaramado en el carro no paró. Y no crea usted que el trayecto es un paseo, que son casi ocho horas bajo la solanera.

     »Sí, señor cabo, abrevio, pero es que tengo que ponerle en los antecedentes para que usted comprenda. El caso es que el viejo, que nunca ha sido morigerado, se hartó de comer y de beber; así que cuando a la mañana siguiente me lo encontré tieso, no se crea que me llevé ninguna sorpresa, no señor.

     » Y ahora viene la otra manía de esta mujer, la de que a su padre había que enterrarlo en su pueblo. Y por más que yo le decía que eso no podía ser, que debíamos enterrarlo donde había muerto, ella con su perra de que su padre tenía que reposar en donde había nacido y pasado toda su vida. Y yo que aquello no podía ser, que si era necesario para el traslado hacer una serie de trámites y llenar un montón de papeles. Y entonces fue cuando saltó ella con que ni trámites ni papeles; que lo único que había que hacer era envolverlo en el colchón.

    »Sí, ya sé que eso no está bien, que no se puede llevar un muerto por ahí de cualquier manera. Pero qué quiere que le diga... Usted no sabe cómo es esta mujer, machaca y machaca. Además el cadáver estaba bien envuelto,  primero  en una manta y luego en el colchón, que no había quien lo notase...

    »Total, que nos pusimos en camino. Llevábamos cinco horas bajo el sol, cuando pensé, y ésta sí que fue mi culpa, que podíamos detenemos junto al río para comer y refrescarnos. Metimos el carro en una arboleda y nosotros fuimos hasta el río, apenas cincuenta metros más abajo. En ningún momento perdimos el carro de vista, pero el caso es que cuando volvimos, se habían llevado el colchón.

    » Y esto es lo que vengo a denunciar, señor cabo: Que nos han robado el colchón. Tiene que haber sido una partida de gitanos que siempre anda rondando por allí, pero asegurar no puedo asegurarlo. El colchón no creo que pueda recuperarlo, y bien que lo siento porque era un colchón de matrimonio nuevecito. Pero lo que sí quiero es que quede constancia de que dentro iba el cadáver de mi suegro. Y como esos desalmados en cuanto lo descubran lo dejaran tirado por ahí, repito que quiero que quede constancia de lo que pasó para que cuando aparezca no tenga yo que cargar encima con el muerto...

(Veinticinco instantáneas y un prólogo)

 

Comentario

1. Tema, tipo de texto y estructura

              El texto cuenta un suceso burlesco con toques de humor negro:  un hombre  denuncia en el cuartel de la Guardia Civil el robo de un  carro donde iba el cadáver de su suegro, al que llevaban a enterrar a su pueblo.

              Antonio Martínez Menchén construye este breve relato con una técnica mixta: es un texto narrativo contado  por el protagonista a un interlocutor que sólo se nos muestra a través del hablante. Por tanto, se trata de un diálogo basado en el parlamento del denunciante, único personaje que aparece directamente en el relato. Los personajes cuya existencia conocemos indirectamente, a partir del protagonista, son la esposa y el suegro de este y el cabo de la Guardia Civil ante quien está planteando su denuncia.

              A pesar de su brevedad, el texto presenta una estructura bastante elaborada: el principio, unas frases centrales  y el final tienen las características del texto dialogado, en tanto que la parte central es un  texto narrativo con su estructura de planteamiento, desarrollo y desenlance.

  •       Fragmentos propiamente dialogados:

    • a: desde el inicio hasta para que usted comprenda. El autor nos mete directamente en mitad de la conversación, como indica la conjunción y, que  enlazaría con lo que antes ha debido decir el denunciante. El tiempo propio del diálogo es el presente puesto que corrresponde al tiempo de los protagonistas, frente al pasado que empleará en la narración. Utiliza también el vocativo propio de las conversaciones (señor cabo), así como la respuesta a la exigencia formulada por su interlocutor, exigencia fácilmente reconstruible. (abrevie usted). Como analizaré después, al referirme al lenguaje y estilo, abundan los rasgos coloquiales.

    • b: el relato se interrumpe para volver al diálogo, la respuesta que da el hablante a la observación del cabo de quee no está bien llevar un muerto de cualquier manera. El tiempo vuelve al presente y se utilizan marcas como el adverbio de afirmación para indicar que se dirige al oyente. La interrupción de la narrración permite al escritor llamar la atención del lector sobre el motivo central del suceso (el cadáver envuelto en un colchón) con sus connotaciones de burla y crítica a la España subdesarrollada del franquismo.

    • c: el último párrafo. En él se retoma el presente actual, se continua utilizando el vocativo para señalar la presencia del oyente y los rasgor propios del lenguaje coloquial.

     

  •  Texto narrativo:

                Corresponde a la parte central de esta instantánea. De hecho, el narrador-personaje marca lingüísticamente el comienzo de su relato: El caso es que...A partir del aquí nos encontramos con un texto que presenta las peculiaridades del cuento literario: un planteamiento (la muerte del padre de su esposa y la necesidad de enterrarlo), un desarrollo (tratar de conducirlo hasta su pueblo en un carro y envuelto en un colchón) y un desenlace: el robo del colchón con el cadáver incluido.

               El hablante anterior pasa a ser ahora a narrador y el oyente se convierte en narratario, a la par que el escenario del cuartel se traslada a los lugares por donde circula la comitiva con el muerto. La mujer, a pesar de tener existencia real, no aparece en el relato, hecho que, unido a las referencias vulgares que emplea el marido para referirse a ella, permite al lector sacar la conclusión del papel de objeto asignado a la mujer en la época en la que se desarrolla la historia, que si bien no está precisada podemos situar en la posguerra española por el lenguaje del protagonista y la presencia del carro como vehículo de transporte.

              Atendiendo a  la condensación que exige la brevedad del texto, las acciones se encadenan con gran rapidez, sin apenas elementos descriptivos. Justo los necesarios para situar la acción y que tenga sentido lo que está ocurriendo: el calor y la fatiga que hacen necesario detenerse en un pareje con árboles y cercano a un río. El tiempo verbal utilizado es el más usual en la narración, el pretérito perfecto simple para indicar acciones acabadas en el tiempo ya terminado (el de los hechos ocurridos) Hay, sin embargo, un fragmento en el que se emplea el pretérito imperfecto puesto que el hablante reconstruye una discusión con su esposa con motivo del lugar de enterramiento del difunto. Como este diálogo se produce en el marco de su relato, indica accciones inacabadas respecto a lo que se está contando.

 

2 Lenguaje y estilo

               Dada la ausencia del creador en el relato, el lector ha de caracterizar a los personajes a partir de lo que estos dicen o hacen. En el caso presente, al ser la instantánea el parlamento de un  sólo personaje tenemos que conocerlo a partir de sus palabras. Por ellas sabemos que se trata de una familia de bajo nivel económico y que ocupa un lugar inferior en la escala social. Por su forma de viajar podríamos pensar que se trata de gitanos, pero el narrador se encarga de demostrarnos que no es así cuando acusa a esta etnia del robo del colchón. Lo que sí sabemos es que su nivel cultural es bajo y que utliza abundantes coloquialismos y algún vulgarismo.

              Como elementos coloquiales señalo:

  • La repetición continua de la conjunción y (polisíndeton) con dos funciones complementarias a las de nexo: como muletilla o elemento de apoyo que permite al hablante ganar tiempo para organizar su discurso, y como elemento que indica abundancia de cosas o actos.

  • La construcción arre que arre, al igual que otras similares (erre que erre, dale que dale) se utiliza para indicar insistencia o reiteración en las acciones o creencias. Obsérvese que en ellas se mantiene el valor  copulativo de que ( igual a y), que ha desaparecido en el castellano moderno. También encontramos otras construcciones coloquiales en el  texto: machaca y machaca, un montón, cargar con el muerto...

  • Nuevecito: la formación de diminutivos con adjetivos o adverbios (muy frecuente en Hispanoamérica) sirve para darles a estos connotaciones afectivas y se emplea en el lenguaje familiar, sobre todo en Andalucía.

  • Solanera, perra (por manía, empeño) son términos coloquiales que, aunque se dan en casi toda España abundan más en la zona meridional.

Como elementos propios del registro vulgar encuentro tieso (por muerto) y, sobre todo el empleo del demostrativo para referirse a una persona, en este caso a su mujer. La construcción esta mujer reiteradamente usada por el marido para referirse a su esposa adquiere además connotaciones despectivas. Desprovista incluso de su nombre, pierde sus señas de persona para convertirse en un objeto de placer para el  hombre, de parir y cuidar sus hijos y la casa, funciones que todavía asignan  nuestros prelados a la mujer.

 

Por último señalar que en el parlamento del protagonista de esta historia  hay también algunas expresiones propias del lenguaje  culto (morigerado, trámites) que nos reflejan un personaje más complejo de lo que la brevedad del texto podría hacernos suponer.

PULSA AQUÍ PARA LEER RELATOS Y POEMAS DE ANTONIO MARTÍNEZ MENCHÉN

AQUÍ PARA LEER UN CUENTO SUYO COMENTADO

 AQUÍ PARA LEER UN ESTUDIO CRÍTICO SOBRE SU OBRA

AQUÍ PARA LEER UNA CRÍTICA A SU TRILOGÍA LA PLAZUELA DE SAN JUSTO

AQUÍ PARA LEER UNA CRÍTICA A SU ANTOLOGÍA DE RELATOS ESPEJOS DE SOLEDAD

Y  en cada apartado para leer ensayos de AMM:

- Hechos I

-Hechos II

- Palabras